No son series de televisión, aunque permiten una secuencia. No son series de televisión policíacas, aunque pueden ser la raíz y son policíacas. No son asesinos en serie, aunque los hay. Son series de detectives o investigadores: Marlowe, Rebus, Conde, Beck, el agente de la Continental, Bosch, Morck, Jaritos, Romano, Grens, Grave Jones y Coffin Johnson, Sejer, Bevilacqua, Wilhelmsen, Adamsberg, Erlendur... Y se sitúan en cualquier lugar, son de cualquier lugar: la muerte está en todas partes.

sábado, 15 de noviembre de 2014

Los mares del sur, de Manuel VÁZQUEZ MONTALBÁN




Lectura 1 (de Tatuaje a Los pájaros de Bangkok)


Normalmente cuando alguien hace un comentario de nuevo sobre las novelas de Manuel Vázquez Montalbán y en concreto sobre alguna de las novelas de la serie de Carvalho es porque se cumple alguna efeméride. No sabemos por qué, pero esto es así. Es decir, ahora podríamos decir que esta lectura viene al caso porque este año se cumplirían los 75 años de Vázquez Montalbán o los 75 de Pepe Carvalho, porque según los datos que aparecen en las novelas también Carvalho nació en 1939. o –seguimos– se cumplirían los 35 años de la consagración de la serie con la concesión del premio Planeta a esta novela que nos ocupa, Los mares del sur, o… Pero no, no es el caso. Esta lectura no viene al caso de nada. Es simplemente una lectura que se le debía o se le debe a uno de los mejores escritores de novela negra –y no nos limitamos a ninguna nacionalidad–, y en un blog de novela negra no puede faltar, sin más.

Y como este blog tiene la maldita costumbre de leerse o intentar leerse todos los libros de las series correspondientes para intentar encontrar un hilo que los una –que no siempre existe– y porque, si uno empieza una serie, hay algo que le impulsa a no abandonarla –si la serie lo merece, claro–, pues, como no podía ser menos, vamos a intentar llevarlo a cabo con la serie de Carvalho.

Y para esta ocasión, al ser quince las novelas, a las que se uniría esa primera que no es la primera –luego justificaremos por qué decimos esto– de Yo maté a Kennedy y además una serie de cuentos donde el protagonista también es Carvalho, vamos a dividir las lecturas. Así haremos una primera lectura desde Yo maté a Kennedy –sí, la incluimos, aunque sólo sea para descartarla– hasta Los pájaros de Bangkok, es decir –ver bibliografía abajo– hasta la quinta. E intentaremos dedicar tres lecturas más que distribuiremos como sigue: lectura 2: de La rosa de Alejandría a Roldán, ni vivo ni muerto; lectura 3: de El premio a la última, Milenio Carvalho II: En las antípodas; y, por último, intentaremos hacer una lectura global de los cuentos de Carvalho, cuyos volúmenes sueltos detallamos en la bibliografía, aunque ya han aparecido agrupados en alguna edición.


Porque esa es otra, Vázquez Montalbán y en concreto Carvalho ha sido extraordinariamente beneficiado por los dioses de las ediciones, hay muchas, muchísimas ediciones de sus obras, en los últimos años ha vuelto a aparecer otra edición de sus novelas de la serie agrupadas por temática parece ser y, por tanto, si alguien está dispuesto a seguir leyendo a Carvalho no tiene más que recurrir a las librerías de libro nuevo y si es un poquito más ahorrador a las librerías de libros de segunda mano y se encontrará con todo el arsenal de las ediciones de las novelas de Carvalho –personalmente la edición que me gusta es la Serie Carvalho de Planeta, unos libros negros con la foto de Vázquez Montalbán encima del título y fotografías más que contundentes debajo, aunque si no estoy equivocado la serie no se llegó a completar, le faltan los cuatro o cinco últimos títulos–.


Pero empecemos, después de este largo, larguísimo excursus, como si tuviésemos que justificarnos, en fin…

La primera aparición de Carvalho es en Yo maté a Kennedy, como ya hemos dicho, pero aquí ni es detective privado ni es el protagonista y, algo aún más importante, el estilo, mientras las novelas de Carvalho son la típica novela naturalista de serie negra, con sus matices, claro, ésta de Yo maté a Kennedy es una novela experimental muy dada en la época de su publicación dentro de la literatura española, que ya había empezado con la moda allá por los primeros 60 con Tiempo de silencio de Luis Martín-Santos, pero a las que habría que añadir las de Juan Goytisolo y otros, y ésta misma de Vázquez Montalbán.

Donde sí se inicia la serie es en Tatuaje en la que un Carvalho de treinta y siete años aparece así retratado: “hombre alto, moreno, treintañero, algo desaliñado a pesar de llevar ropas caras de sastrería del Ensanche…”, y posteriormente en diálogo con Teresa Marsé, una de las amantes del asesinado del tatuaje –que luego también aparecerá en Los pájaros de Bangkok– se define como “un ex poli, ex marxista y gourmet”. Y aquí tenemos al Carvalho retratado por sí mismo que aparecerá en sus novelas. Por tanto, ya tenemos lo principal. Pero también está su relación con Charo, una prostituta de clientes fijos que no hace la calle, una relación que mantendrá a lo largo de las novelas, y el trato con su confidente el Bromuro, que también será continuado, pero todavía no con Biscuter, su fiel cocinero y secretario, ex convicto, que vivirá en su oficina de la Rambla de Santa Mónica, pero que aparecerá en la siguiente, La soledad del manager. Sólo nos falta por ahora, el abogado Enric Fuster, el vecino comensal con el que se da esas comilonas impresionantes que también va describiendo a lo largo de las novelas.

La trama de Tatuaje se presenta por la aparición en la playa, desnudo, de un cuerpo de un joven con un tatuaje en la piel y la contratación de Carvalho por parte del gerente de una peluquería para descubrir la identidad de ese joven. Las pesquisas le llevan a otro elemento que es una constante en sus novelas, el viaje, en este caso a Amsterdam, para descubrir los antecedentes de ese joven desconocido –mucho se ha hablado de la serie de Carvalho como la plasmación perfecta de Barcelona, que lo es, pero se obvio que una característica señera de la misma es la presentación de otros lares, como huyendo precisamente de éste–. El viaje, decimos, es algo habitual, aunque ni en La soledad del manager ni en la siguiente, Los mares del sur, se dé explícitamente, aunque sí se da de alguna forma. En La soledad del manager está presente en los flashback, en los recuerdos de la juerga que se corrieron en San Francisco y Las Vegas, Carvalho, cuando aún era agente de la CIA, junto a los dos muertos de la novela, el manager de la Petnay, Antonio Jaumá, y un inspector de la misma, el alemán Rhomberg. Jaumá es encontrado asesinado con unas bragas de mujer en el bolsillo y Carvalho será contratado por la viuda de Jaumá porque no se cree que todo se daba a un asunto de faldas. También el viaje está presente en Los mares del sur, aunque en este caso son dos viajes, uno ideal o idealizado a esas islas maravillosas del sur asiático y otro al barrio periférico de San Magín, realizado precisamente por el constructor del mismo y protagonista muerto que propicia el caso, Stuart Pedrell. Ese viaje, pues, está presente de forma simbólica de múltiples maneras. También aparece en las dos siguientes, si bien en la que sigue, Asesinato en el Comité Central, el viaje es a Madrid, y a las entrañas del que fuera su partido político, el PCE, el partido comunista, para investigar la muerte de su líder, Fernando Garrido, en plena asamblea del partido. Viaje éste al interior político del comunismo español y viaje físico a las calles del Madrid más céntrico. Y, por último, un viaje esta vez no simbólico a Tailandia, en Los pájaros de Bangkok, para encontrar a Teresa Marsé –ya mencionada–, huida junto a su nuevo amante, Archit, un gigoló de Bangkok dedicado al pequeño trapicheo al que se le ha ido la mano, y perseguida por eso por uno de los capos de la ciudad, Jungle Kid.

Al pinchar se observa la Rambla de Santa Mónica,
donde tiene la oficina Carvalho

En fin terminamos este comentario que se ha alargado demasiado, si algo tiene la serie de Carvalho, y Los mares del sur es un exponente excepcional, es su capacidad para trasladarnos, es decir, para dirigirnos, para llevarnos con él, sin que nos demos cuenta o sí –y ahí está la excelencia– hacia territorios físicos, simbólicos, ya políticos o sentimentales ya emotivos e ideológicos que transitamos encantados a pesar de que lo que perseguimos sea quizá lo peor de todo, el dolor que provoca el desvelamiento, y aquí empleamos la expresión en su sentido etimológico de quitar el velo, que es lo que significaba desde los griegos la palabra verdad.       






(0) 1972. Yo maté a Kennedy. [Aparece Carvalho como agente de la CIA]

(1) 1975. Tatuaje.
(7) 1986. El balneario.
(10) 1993. Sabotaje olímpico.
(12) 1996. El premio.


Libros de relatos o relatos donde aparece Carvalho:

1997. "La muchacha que pudo ser Emmanuelle". [Incluido en Cuentos negros, 2011]

lunes, 20 de octubre de 2014

El leopardo, de Jo NESBØ




“La injusticia es parte de la maquinaria. Es la maquinaria”.

Esto se dice justo al final de Panserhjerte (El leopardo), en el décimo y último capítulo, en la página 675, en una conversación entre el antagonista de la policía Mikael Bellman –luego hablaremos de él– y uno de los sospechosos de los asesinatos que han ido ocurriendo en el transcurso de la misma, Sigurd Altman, en la que se insinúa o, más bien, se dice abiertamente el quid de las novelas de Jo Nesbø, que es el quid de la personalidad de Harry Hole- Un enunciado con el que ambos están de acuerdo, como sus mismos hechos testifican. De ahí, seguimos la reflexión que nos propone Nesbø, esas continuas huidas de Hole, esas caídas al pozo profundo del protagonista que jalonan constantemente las novelas de la serie, esos periodos de alcoholismo descontrolado o esos constantes abandonos de su tarea policial.

Y de uno de esos periodos viene a sacarlo Kaja Solness, la que será nueva compañera de Hole, tanto en la labor policial como sentimental, que es enviada por Gunnar Hagen, el jefe de Hole en la Brigada de Delitos Violentos de la policía de Oslo, a Hong Kong, a buscar a nuestro héroe por los mercados y casuchas de esta ciudad, que es donde ha huido esta vez después de los sucesos de la anterior novela y las consecuencias que provocaron –Rakel Fauke y su hijo Oleg ya no viven en Noruega–. Y sí, allí está Hole drogándose con opio y apostando y perdiendo a las carreras.

Mientras que en Oslo hay dos hechos que terminan por hacer que vuelva: uno, la enfermedad terminal de su padre, Olav, y, otro, dos mujeres muertas con el mismo tipo de heridas en la boca provocadas por no se sabe qué ni por quién.



Y en Oslo, Hole se va a encontrar con la casi desaparición de su unidad de Delitos Violentos, engullida por la nueva unidad de Kripos, dirigida por el ya citado Mikael Bellman, que pretende asumir todo el poder en Noruega con respecto a las investigaciones por asesinato. Nuevamente, como en su época con Tom Waaler –desde Petirrojo hasta La estrella del diablo (ver bibliografía), remito a mi lectura de El muñeco de nieve donde hacíamos un pequeño recorrido por el resto de libros de la serie–, nos encontramos con dos tipos de policías, los que, como decimos al principio, asumen que la injusticia, el mal, es parte del juego, también del juego policial, y que cualquier método es bueno con tal de conseguir los objetivos y, como recompensa, subir en el escalafón, y los que se sitúan en una posición ambigua, como Hole, que puede llegar a actuar en ciertos momentos y llevado por las circunstancias de una forma desproporcionada pero que en el fondo luchan constantemente y con ingenuidad por mantener dentro de uno un poco de dignidad, aunque sea mínima.

Y por tanto toda la novela, en la búsqueda del asesino que se ha ido cargando a todos los que estaban en la cabaña de Håvass, paraje ideal para hacer esquí de montaña, es también una confrontación para ver quién lo encuentra y descubre primero. Para ello Hole tendrá la única ayuda de Kaja, que de alguna forma sustituye a Katrine Bratt, como pareja protagonista de la novela anterior –aunque aquí también aparezca y le ayude, como experta en búsquedas en la red de los huellas digitales que todos vamos dejando, desde su sanatorio de enfermos psíquicos en Bergen–, y de Bjorn Holm, ayudante de Beate Lønn en rastros. Y con esos escasos medios no sólo se enfrentará al asesino que sigue actuando sino también a todo el aparato de Kripos, encabezado por Bellman y sus subalternos Beavis Bernsten y el finés Jussi Kolkka, más toda la maquinaria policial de Oslo y del Ministerio de Justicia detrás.

Zona al sur de Oslo donde se sitúa la cabaña de Havass,
donde se produce la avalancha de nieve. 
El leopardo no se circunscribe a territorio noruego como había ocurrido en las anteriores de la serie –excepción de las dos primeras aún no traducidas al español–, al principio de la novela, como ya hemos dicho, viaja a Hong Kong y en el transcurso de la misma, en el inicio de las pesquisas viaja a Alemania y al Congo para encontrar esa extraña arma asesina y en el colofón vuelve a este país africano, y además no se circunscribe únicamente a cazar al asesino sino que se sumerge en el dolor que provoca la consumación de un ser querido, del padre de Hole, y la incomprensión y la falta de palabras con lo que al final termina todo; pero del resto, está todo lo que tenía que estar, la agilidad en la escritura y sucesión de escenas, lo que provoca que a pesar de ser una novela de casi setecientas páginas, el ritmo sea rápido, y está la descripción sin censuras del sufrimiento y muerte de las víctimas, y está o están las mentes asesinas funcionando con sólo el propósito de hacer daño y matar, como tantos otros asesinos que nos hemos ido encontrando en sus novelas, también están las mentiras que siempre se encuentran debajo de la superficie, incluso las mentiras de los que están al lado, o los sospechosos casi casi culpables que luego se descubre que no y …; y esta vez nos encontramos con una escena completamente sobrecogedora, la de la avalancha de nieve del capítulo seis que termina sepultando la cabaña de Håvass con Kaja y Hole dentro, de verdad, sobrecogedora y angustiosa, y sí, aunque resulte paradójico, para no perderse entre tanta nieve.          

En definitiva, cerrábamos nuestro comentario a la lectura de El muñeco de nieve augurando la repetición de clichés como una de las características de las novelas de Nesbø y que posiblemente ocurriera lo mismo en El leopardo, y claro, el autor no nos ha decepcionado, aunque hay algún elemento, llamémosle, reflexivo, por un lado, y vital, por otro, que nos hace al protagonista, Harry Hole, un poco más cercano, y hasta comprensible su personalidad autodestructiva. Quizá la próxima novela en esta su nueva editorial española que se sitúa tres años después de lo ocurrido en esta, Gjenferd –algo así como “El retorno”–, nos encontremos con un Hole distinto, quizá haya dejado de beber y de destrozarse física y psíquicamente, quizá sea un nuevo Hole que vuelve a Oslo para hacer lo que siempre ha hecho y no ha podido dejar de hacer, que es –simplemente– perseguir a los que hacen daño a los demás.






(1) 1997. Flaggermusmannen.
(2) 1998. Kakerlakkene.
(3) 2000. Rødstrupe (Petirrojo).
(4) 2002. Sorgenfri (Némesis).
(5) 2003. Marekors (La estrella del diablo).
(6) 2005. Frelseren (El redentor).
(7) 2007. Snømannen (El muñeco de nieve). Lectura
(8) 2009. Panserhjerte (El leopardo). Lectura
(9) 2011. Gjenferd.
(10) 2013. Politi

jueves, 16 de octubre de 2014

Miedo a las aguas oscuras, de Craig RUSSELL




A Fear of Dark Water o, traducida al español, Miedo a las aguas oscuras, es la sexta y última –ver bibliografía– hasta el momento de las novelas protagonizadas por el Krimminaialhauptkommissar Jan Fabel de la brigada de homicidios de la Polizei de Hamburgo. La sexta y última traducida de la serie, con lo que su autor, Craig Russell, es de los privilegiados que ha conseguido que todas las novelas de la serie lo hayan sido ya, y eso, no cabe duda, por méritos propios ya que las novelas enganchan porque están perfectamente construidas y urdidas de tal modo que su complejidad no sea óbice para sentirse atrapado hasta el final. En lo que sigue intentaremos aclarar el porqué.

Decimos que enganchan y el inicio de esta Miedo a las aguas profundas es un ejemplo de cómo una simple escena te hace poner los pelos de punta, y no estamos hablando de un asesinato sino de la angustia de un hombre Dominik Korn sumergido en las profundidades del océano a más de 3000 metros en un prototipo experimental, el Pharos Uno, y que lucha por salir a la superficie antes de ser engullido por el abismo.

Pero todo esto sucede quince años antes de los acontecimientos en el presente. Y los hechos del presente, al contrario que todas las anteriores novelas de la serie, se dirigen hacia el futuro de la humanidad y su posible debacle medioambiental, mientras que las cinco primeras novelas tenían su punto de mira más en el pasado, en la mitología nórdica de Odín –la primera de la serie, Blood Eagle (Muerte en Hamburgo), y la quinta, The Valkyrie Song (La venganza de la Valquiria)– o en leyendas –o cuentos de los hermanos Grimm basados en leyendas nórdicas, como en Brother Grimm (Cuento de muerte), la segunda de la serie– e, incluso, la reencarnación y la memoria heredada –en Eternal (Resurrección), tercera de la serie–, o, por último, con cierto canibalismo como antecesor de la fiesta de la carne que es el carnaval –The Carnival Master (El Señor del Carnaval), cuarta de la serie–.

Pero además de las tramas, como decimos, complejas pero fascinantes, los personajes también brillan, principalmente Jan Fabel, separado con una hija, un comisario de orígenes escoceses –como el autor– por parte de madre y frisios por parte paterna, pero establecido en Hamburgo, y cuya evolución a lo largo de las novelas –no sólo como policía sino también en su vida personal, su relación con la psicóloga criminal Sussane Eckhardt, que va del enamoramiento a la vida en común, ocupa toda la serie– le lleva incluso a plantearse la posibilidad de abandonar la policía en la cuarta de la serie, precisamente acentúa aún más su protagonismo. Y esa posibilidad de abandonarlo todo viene propiciada por lo que les va sucediendo a los compañeros de la brigada de homicidios, donde alguna que otra casi muere o, incluso, alguno muere, además de producirse algún desequilibrio mental que provoca esas dudas en la mente del comisario. Aun así, nos encontramos con algunos que van permaneciendo junto a Fabel, al pie del cañón a pesar de todo, Otto Werner, el más fiel, Anna Wolff, que a pesar de su rebeldía, sigue ahí, o antes Maria Klee –que desde el principio de la serie se ve envuelta en situaciones que terminarán por hacer mella–, o la última que se suma procedente de delitos infantiles, Nicola Brüggemann, que aparece en Miedo a las aguas profundas.


Y lo que también se destaca en esta serie es la ciudad de Hamburgo –con la excepción de El Señor del Carnaval en la que nos desplazamos a Colonia, otra bella ciudad alemana–, con su larga historia de ciudad comercial, capital de la liga hanseática, y sus atractivas calles y edificios ahí está el futuro edificio de la Ópera que se menciona en La venganza de la Valquiria, y sus canales como las venas que recorren todas las articulaciones de la ciudad.

Y caemos en las tramas. Unas tramas siempre bien llevadas donde la maldad impera, y predominantemente una maldad que siempre o casi siempre viene del este de Europa. Así en Muerte en Hamburgo una serie de asesinatos rituales donde el asesino o asesinos convierten a sus víctimas, mujeres, en una imagen simbólica, extrayendo y colocando los pulmones hacia fuera simulando las alas del águila sangrienta de la mitología vikinga, deriva en la persecución de una asesino despiadado que posteriormente aparecerá también en El Señor del Carnaval. Mientras en Cuento de muerte los asesinatos son el ejemplo perfecto de que no hay distinción entre realidad y literatura, como los cuentos de los hermanos Grimm extraídos de antiguas leyendas basadas en hechos reales testifican. En cambio en Resurrección –una mala traducción de Eternal– el pasado es más cercano y tiene que ver con los grupúsculos terroristas de raíz político anarquista o de extrema izquierda que surgieron en Alemania allá por finales de los setenta y principios de los ochenta del siglo pasado, en este caso “Los Resucitados”, y la traición a su cabecilla, Franz “el rojo”. La venganza en este caso se ve mezclada con el sentimiento de que la memoria puede provenir de otras vidas anteriores y de que la historia se repite. También la venganza, como indica su título, es el tema de La venganza de la Valquiria –las Valquirias eran las siervas asesinas de Odín–, y estamos dando un salto a la quinta de la serie, y en este caso la trama trata de asesinas profesionales formadas en la antigua República Democrática de Alemania –otra vez el mal viene del este–, tres adolescentes entrenadas hasta la maestría en el arte de matar. Retrocedemos hasta la cuarta, El Señor del Carnaval, y nos desplazamos a Colonia, como ya hemos dicho, para encontrarnos con una trama paralela, o, mejor, con dos tramas, una los asesinatos que se producen sólo en el Weiberfastnacht, es decir, la noche del carnaval de las mujeres, donde en los últimos dos años ha aparecido muerta una mujer a la que le falta un trozo de nalga. Allí se verá abocado un Jan Fabel, que se plantea abandonar la policía, pero que además teme por la salud mental de Maria Klee, una de sus compañeras, que sigue persiguiendo al fantasma que casi la mata en la primera novela de la serie, y este es el otro hilo que sustenta la novela, la búsqueda del demonio ucraniano.

Milchstrasse, en la zona de Pöseldorf de Hamburgo,
donde tiene su apartamento Jan Fabel en las primeras novelas de la serie
(para acercarse pinchar en la imagen)

Y, por último, la novela que nos ocupa, donde hay, como dijimos, algo que la diferencia de las previas, y es que la trama se sitúa en un presente que mira al futuro. En Miedo a las aguas oscuras nos encontramos con una secta que en realidad es una gran empresa o con una empresa que en realidad parece una gran secta, cuyo objetivo, aparte del meramente económico, parece ser el de salvaguardar el futuro medioambiental del planeta. Para ello las nuevas tecnologías también cobran un gran protagonismo y la intriga se sustenta en los senderos oscuros de Internet y en las vidas paralelas que se pueden vivir en la red. A eso, claro, se le unen una serie de cuerpos que van apareciendo en los canales de Hamburgo.

Elbphilharmonie (edificio de la Ópera de Hamburgo,
todavía en construcción. Prevista su inauguración en 2015).
Aparece mencionado en La venganza de la Valquiria.
Cada una de estas novelas que hemos tratado de resumir merecería un comentario aparte, por su complejidad argumental, por la maestría con las que el autor las narra y las ensambla, por el desarrollo y los vaivenes que sufren los personajes principales, por la espléndida Hamburgo, pero en este caso nos hemos limitado a esbozar un pequeño hilo que las une, dejando para más adelante un comentario más exhaustivo de alguna de ellas –sin olvidar que de este autor tenemos otra serie, la del detective privado Lennox, casi completamente traducida al español, que es sin discusión novela negra de la buena, trasladada al Glasgow de los años cincuenta (ver lectura)–.                
   





(1) 2005. Blood Eagle (Muerte en Hamburgo).
(2) 2006. Brother Grimm (Cuento de muerte).
(3) 2007. Eternal (Resurrección).
(4) 2008. The Carnival Master (El Señor del Carnaval).
(5) 2009. The Valkyrie Song (La venganza de la Valquiria).
(6) 2011. A Fear of Dark Water (Miedo a las aguas oscuras). Lectura