Cuarta
novela de la serie traducida al español de las cinco que hasta ahora ha
publicado Jussi Adler-Olsen en su danés original. Novela que sigue la estela de
las tres anteriores. Bien trabada, con personajes creíbles aunque exagerados
–luego analizaremos esto, porque es uno de los rasgos que más destacan en su
obra–, casos complejos que se entremezclan, cierto humor –elemento que no suele
estar presente en este tipo de obras– y finales siempre, siempre ridículamente
heroicos, donde los dos mayores protagonistas siempre, siempre están a las
puertas de la muerte.
Carl
Morck es el subcomisario que lleva el mayor peso en el desarrollo de las
tramas. Es un policía del que todos se empeñan que está traumatizado por lo que
les ha ocurrido a sus anteriores compañeros –uno muerto y el otro postrado en
una cama sin apenas ninguna movilidad– en su presencia, pero tanto su desidia en el
comportamiento como sus pensamientos y comentarios sarcásticos en muchos
momentos nos lo acercan y empatizan. Assad es su compañero, de procedencia
siria, apareció en la primera novela (Kviden i buret o La mujer que arañaba las
paredes, como atrozmente se la ha traducido aquí) como el que limpiaba las
dependencias del sótano donde fue reciclado Carl Morck como el responsable de poner en marcha el nuevo Departamento especial Q encargado de casos antiguos sin
resolver. Pero, Assad, como decimos, va a ser mucho más que eso, va a ser un
inspector más sin placa, pero con mucha intuición, extremadamente trabajador
(como que vive en la comisaria) y experto en el cuerpo a cuerpo, pero sobre
todo sin historia: no sabemos de dónde viene exactamente ni cómo ha aparecido
como ayudante de Morck. En cuanto a Rose (o Yrsa) que apareció como la
secretaria en la segunda novela (Fasandreaberne o Los chicos que cayeron en la
trampa) es una mujer excéntrica con muy mal humor y que sufre de doble
personalidad que cambia cuando le viene en gana (en la tercera novela
Flaskepost fra P o El mensaje que llegó en una botella se convertirá en su
hermana Yrsa). Pero a pesar de ser todos ellos ciertamente extravagantes, nos
sumergimos en los casos con su misma pasión.
Lo malo
son los malos. Todas las novelas tienen el mismo estilo de alternancia entre
los capítulos llevados por Carl Morck y los suyos y los capítulos que se
centran en los que cometen los asesinatos o fechorías. En la primera novela es
un secuestrador vengativo que rapta a una prometedora política, en la segunda
son una serie de hombres de la influyente y alta sociedad que desde su
adolescencia han cometido atrocidades simplemente para que la adrenalina fluya
por sus venas, en la tercera es un difuso y oculto personaje que rapta y
asesina a niños que pertenecen a sectas o corrientes religiosas demasiado
estrictas y que tienen que pagar por ello como él pagó en su infancia. Y en
esta que nos ocupa (Journal 64 o Expediente 64) es una mujer vejada durante la
primera parte de su vida y que busca venganza y, sobre todo, son los racistas
del partido Ideas Claras y sus atrocidades contra las personas más desfavorecidas
con la sola intención de lavar y limpiar la sociedad de lo que no es como ellos
quieren que sea. Pero el problema de los malos en todas ellas es que son tan
extremadamente malos sin ningún atisbo de otra cosa que no llegan a ser
creíbles del todo.
2007. Kvinden
i buret. (La mujer que arañaba las paredes)
2008. Fasandraeberne.
(Los chicos que cayeron en la trampa)
2009. Flaskepost
fra P. (El mensaje que llegó en una botella)
2010. Journal
nr 64. (Expediente 64) Lectura
2012. Marco
Effekten.