Séptima
novela de la serie, esta de Los cuerpos extraños, de los guardias civiles
Bevilacqua y Chamorro, de Lorenzo Silva, que vuelve a su editorial de siempre,
Destino, después de su aventura exitosa por el Planeta de la novela anterior.
Serie, la de Bevilacqua y Chamorro, totalmente asentada, de la que, claro, no
sabemos los títulos que faltan, pero que intuimos que unos cuantos, y lo
intuimos por dos razones: una por el asentamiento en su realidad del que gozan
los dos protagonistas, como veremos en el propio desarrollo de esta novela, y,
dos, porque la propia serie, a medida que han ido avanzando las novelas, se
nota asentada también, y se nota porque su pretensión realista a su vez se ha
ido afirmando y ahondando, y si en un comentario anterior –ver lectura y recorrido de la serie– hablábamos del carácter minucioso que tenía, eso tiene
que ver con su afianzamiento realista con una clara intención de espejo de la
sociedad en la que se circunscribe. En lo que sigue intentaremos desarrollar
estas dos afirmaciones.
Los
cuerpos extraños empieza con una llamada telefónica del jefe directo de
Bevilacqua, el comandante Rebollo, anunciándole su próximo caso, en un domingo
cuando Rubén, con su hijo Andrés, ya terminando la carrera, están de visita en
casa de la madre de Bevilacqua en Salamanca. También, poco después, se nos
muestra –y eso es lo raro– y nos enteramos de la relación que mantiene Rubén
con una mujer, ni anunciada ni sugerida en novelas anteriores, pero aquí
perfectamente ensamblada, y la mujer para más señas es una juez, Carolina
Perea, que ya apareció en uno de sus casos, el de La reina sin espejo, donde
por primera vez aparece algo así como la vida personal del brigada Bevilacqua.
Es decir, todo esto viene a cuento para mostrar cómo el desarrollo individual
de los protagonistas toma mucho más cuerpo en estas últimas novelas, no ocupan
ni mucho menos el primer plano, no van de ellos las tramas, pero sí nos
muestran cada vez más sus taras, sus fallas, de qué pie cojean, hasta dónde
llegan o no llegan, cómo se representan a sí mismos en la vida. Y otro tanto
ocurre con Chamorro, esto al final de la novela, aunque ya iba anunciado desde
su primera aparición en esta obra, y aquí hay un enlace con la novela anterior,
La marca del meridiano, porque mientras allí, en una escena final, es
Bevilacqua el que en un paseo por una playa barcelonesa le cuenta a Chamorro
cómo de rellena lleva su joroba de camello, usando una metáfora de Nietzsche, y
que va arrastrando debido a unos amores espurios, aunque más que falsos o
engañosos en sí, lo que provocaron fue la mentira y el engaño; ahora, es
Chamorro la que se desnuda sentimentalmente, porque también en esta novela que
nos ocupa se nos han referido, en este caso nada más que referido, sus últimos frustrados
amores con un periodista y ahora, al final, en un viaje relámpago a Nápoles
llevados por el caso será Virginia la que muestre a Rubén las razones de ese
nuevo fracaso.
El caso,
importante y mediático, del que habla la llamada de su comandante Rebollo y que
confirma la llamada posterior de su anterior jefe, el coronel Pereira, es el
del asesinato de la alcaldesa de un pueblo costero de Valencia, Karen Ortí Hansen,
encontrada en una playa, semidesnuda y estrangulada.
Y ya
sólo la mención de una muerte así, la de un político, y el escenario, la
comunidad española con mayor número de escándalos de corrupción por metro
cuadrado, nos sitúa en el meollo del meollo. Y si a eso añadimos una precisión
temporal de la que hasta hace poco –más bien diría que sólo en las dos últimas–
carecían las novelas de la serie, en este caso el desarrollo de la trama se
produce a lo largo del 2013, empieza en febrero y termina poco antes del fin de
ese mismo año, como se menciona indirectamente al final de la misma. Con ello,
decimos, ese afianzamiento en la realidad, ese pretendido espejo de la misma,
se muestra aún más palpable.
Zona de la costa valenciana donde se sitúa la novela |
Cuidado,
que con ello, no pretendemos decir que el autor –como él siempre recalca al
inicio de sus novelas en su advertencia usual– pretenda describir algo que haya
sucedido realmente, no. El carácter ficticio o de ficción de las novelas de la
serie no está ni mucho menos en entredicho por lo que nosotros estamos
comentado, lo que sí afirmamos es esa evolución hacia un mayor asentamiento en
la realidad y cada vez más en una realidad todavía más cercana, sólo hay que
fijarse en cómo los guardias civiles se comunican por Whatsapp constantemente,
como muestra un botón.
La ciudad de las Artes y las Ciencias, Valencia (un cuerpo extraño) |
Los
cuerpos extraños termina, como no podía ser menos, explicando el porqué de su
título, algo siempre habitual en Silva, en este caso los cuerpos extraños son
aquellos que aparecen dentro de un organismo siendo totalmente ajenos a él, es
decir, como elementos que no deberían estar ahí, pero están, y hay dos formas
de tratarlos, una es intentar extirparlos, que debería ser la opción más eficaz
y también la ideal, pero unas veces, ya extirpados, vuelven a reproducirse y
otras es imposible hacerlo. Y eso es más o menos lo que ocurre cuando es el
poder el elemento dominante, porque el poder te da una serie de “poderes” que
hacen, para el que lo ostenta, crearse una coraza casi totalmente irrompible.
Otra opción, quizá, sería intentar adormecerlos, es decir, ya que no podemos
expulsarlos, intentar por lo menos que nos afecten lo mínimo, pero ¿es eso
posible? Cuando hablamos de poder, de elementos de poder –y no queremos acudir
a Foucault–, esa opción, creo, está totalmente descartada, cuando se tiene –el
poder–, se tiene y se utiliza, y sólo algo o alguien más poderoso tendrá
ciertas, no sé si escasas o no, posibilidades de contrapoder, pero siempre en
el ámbito del poder.
Y todo
esto viene a cuento para comentar el cierre de la misma novela, puede que en la
lucha, como a Bevilacqua, nos asciendan a subteniente, pero sólo por la lucha
en realidad porque al final al final ganar ganar no se gana, pero al menos,
como él pretende y también pretende su compañera Chamorro, a pesar de sus
pesares personales o, incluso, por eso mismo, nos mantenemos y nos mantendremos
en la lucha, viene a decir. Y en eso estamos, esperando el próximo.
2000. El alquimista impaciente.
2002. La niebla y la doncella.
2005. La reina sin espejo.
2010. La estrategia del agua.
2012. La marca del meridiano. Lectura
2014.
Los cuerpos extraños. Lectura
2004.
Nadie vale más que otro. [Cuatro relatos]
2013. "Antes de los dieciséis". [Relato online]