Manuel González “Plinio”)
En 2013
salió una nueva edición de El reinado de Witiza de Francisco García Pavón,
publicado por Rey Lear Editores. Esta editorial ha llevado a cabo una gran
labor de recuperación de la serie del Jefe de la Policía Municipal de Tomelloso
(G. M. T.), Manuel González, alias “Plinio”, de la que ya quedan pocos títulos
por rescatar.
Porque
hay que tener en cuenta que la obra sobre Plinio se sitúa a grosso modo en la
década de los setenta del siglo pasado, y puntualizando un poco más empezó
concretamente en 1965 con la novela corta Los carros vacíos (como se ve en la
bibliografía de abajo). En total se compone la serie de ocho novelas, tres
novelas cortas –aunque habría que añadir que el relato “El último sábado” se
podría considerar también una de ellas, e incluso la mejor– y un conjunto de
cuentos que también protagoniza Manuel González Plinio junto a su inseparable
don Lotario.
En uno
de los prólogos a esas primeras obras –en concreto en Historias de Plinio de
1968, que agrupaba las novelas cortas El carnaval y El charco de sangre– el
propio autor, García Pavón, nos habla de sus intenciones a la hora de crear
este tipo de novelas. Algo así como traer a nuestra literatura la novela
policiaca o novela de suspensión, como él la llama, ya que aquí sólo aparecían
traducciones, pero no novela original en español. Y qué más español que
situarlas en un lugar de la Mancha, Tomelloso, en la ruta de un antiguo
salvador de entuertos, como Don Quijote, y en un paisaje que ya fue tratado de
una forma similar por otro clásico como Azorín, por ejemplo. Pues de algún modo
es el remedo del estilo de estos dos autores –y alguno más– los que dan ese
interés castizo, muy castizo, a su novela policial. Y esto puede ser un plus,
pero también una rémora. Con ello no queremos quitarle originalidad al Plinio
de García Pavón, pues claro que la tiene, porque la dificultad está, estaba, en
llevar a un pueblo español, de gentes muy de pueblo, con hablas y maneras de
pueblo, unas características muy específicas, las policiacas, y hacer que eso no se tambalee, que funcione, es lo que plenamente consigue el autor.
Incluye El reinado de Witiza, El rapto de las Sabinas, Las hermanas coloradas y El último sábado. |
El
reinado de Witiza es la primera novela larga que publicó y junto a Las hermanas
coloradas, la de mayor éxito y reconocimiento. En ella la intriga se presenta
cuando aparece un nicho en el cementerio de Tomelloso que debería estar
abierto, pero está cerrado, y al abrirlo nos encontramos con un cadáver dentro
de una persona desconocida. La primera parte de la novela se centra en
descubrir la identidad de ese cadáver que para más INRI había sido embalsamado.
Plenamente aparecen la ironía, la jocosidad y la campechanía tan
características de toda la serie de Plinio y que aquí ya están perfectamente
establecidas. Al final la identidad del muerto nos trae también la solución al
enigma de por qué está en un nicho que no era el suyo y la chanza precisamente
es el origen y la causa de la intriga.
Y eso es
precisamente otro elemento muy característico de las novelas de Plinio, que en
realidad todos los casos no tienen apenas ningún componente de maldad en ellos,
o bien su causa puede ser únicamente una broma, como el de esta novela, o una
pérdida casual de un muerto, como en Vendimiario de Plinio, donde un cajón con
el cadáver de una anciana dentro en una posición un tanto extraña, aparece y
desaparece como las lagunas del Ruidera por toda la comarca, hasta que Plinio
con su olfato o pálpito, como lo llama don Lotario, va descubriendo la
rocambolesca peregrinación del cajón y su origen inicial. O unas desapariciones
que luego se convierten en secuestros pero cuyo origen, luego se descubrirá, no
está en un acto de maldad puro sino en unas causas que en el desarrollo de la
novela está en cierto modo plenamente justificadas y de alguna forma
atemperadas, endulzadas, diríamos. En este caso nos estamos refiriendo a Las
hermanas coloradas –único caso que no se desarrolla en la zona manchega, sino
en Madrid, en la capital, pero sus protagonistas sí son de Tomelloso y por eso
la intervención de Plinio–, donde la desaparición de María y Alicia Peláez de su
domicilio en la calle Augusto Figueroa de Madrid se convertirá en un asunto de
celos que nos retrotrae a la época de la guerra civil y a aquellos escondidos
después de la derrota –que también tratará en un cuento, “El caso de la
habitación soñada”–, olvidados de todos, excepto de, en este caso, su novia
oficial de antes del conflicto. De secuestro o rapto también se trata en la segunda
novela de la serie, El rapto de las Sabinas, titulado así porque la primera
desaparecida es Sabina Rodrigo, aunque luego vendrán Rosita Granados y Clotilde
Lara, pero la solución está lejos de la anterior, en este caso tiene que ver
con una merma de los instrumentos físicos masculinos para ejercer su labor y
provocan esos raptos de mujeres lozanas y bien puestas que puedan provocar su
resurgimiento o nacer primero.
También de un caso de desviaciones sexuales
tratará Voces de Ruidera, aunque mezclado con un secuestro de una personalidad
que en ningún momento en la trama de la novela lograremos descubrir. Esta
novela, quizá, sea algo más compleja porque entremezcla precisamente dos
enigmas en su trama, cosa que no es habitual en las historias de Plinio, donde
al primer suceso se suman otros, pero todos continuados a partir del primero.
Una semana de lluvia –la cuarta de la serie– también trata el tema de las
mujeres, en este caso de los suicidios de embarazadas, dos, Aurora Gutiérrez y
Rosita Olivar, y como no podía ser menos tiene que ver, en contra de lo pensado por la mayoría del pueblo, con la honra familiar, como la escena final
pondrá de manifiesto.
Los dos
últimos casos de Plinio, nos referimos a las novelas Otra vez domingo de 1978 y
El hospital de los dormidos de 1981, ya no se desarrollan en los finales de la
dictadura, como todos los previos, sino en plena agonía del dictador, la
primera y en la transición y consolidación de la democracia, la segunda, y en
ellos la jocosidad y el sarcasmo están aún más acentuados, incluso el estilo se
limpia, es algo menos castizo, añadiríamos, aunque sin perder, claro, su
esencia. El propio don Lotario ha dejado el seiscientos de las novelas
anteriores –y el Ford de las tres primeras novelas cortas que se situaban en el
primer tercio del siglo XX– y se ha pasado a un SEAT 850. En la primera de las
dos, Plinio, que ya ha perdido su condición de investigador para ejercer su
labor normal de policía municipal debido a los mandatos de los altos cargos
políticos de la provincia, investiga la extraña desaparición del médico don
Antonio en plena madrugada. La solución como siempre en las tramas de Plinio no
presenta ningún grado de absoluta maldad por ningún lado, sino que tiene que
ver más con un accidente, aunque provocado, que con otra cosa. En la última ni
siquiera hay muertos, sino dormidos y su extraña conducta viene provocada por
unos placeres demasiado sublimes.
En fin,
que lo que produce Plinio en los lectores actuales de sus obras es una
recuperación de algo perdido, la vida de pueblo, los sonidos del pueblo, el
ambiente de pueblo, donde todos se conocen, el olor de las gachas de Maleza, el
cabo, en Una semana de lluvia, o de otros guisos tan populares y ya casi perdidos, las charlas y
tertulias en los casinos del pueblo, el de San Fernando o el propio de
Tomelloso, ambos en la misma localidad, con sus gentes sapientes como don
Braulio, el "filósofo", y los churros y buñuelos de Rocío, donde don Lotario y Plinio suelen
desayunar, también con el machismo de la vida familiar, donde las mujeres, Gregoria, la esposa, o Alfonsa, la hija, están al servicio del marido o padre.
Tomelloso. Ciudad Real. España |
Y sobre
todo “el caldo” –con algún que otro cigarrillo, los menos– que se lían una y
otra vez, constantemente, ambos protagonistas y que se fuman con sumo placer.
Porque aquí el humo que todo lo envuelve no es el de los asesinatos, robos y
maldades habituales y propios de las novelas policiacas, sino el del tabaco, el
más puro tabaco de antes, que se liaba y se fumaba con tanto placer.
Novelas
cortas. [Recopiladas en Plinio. Primeras novelas, Rey Lear, 2007.]
1968. El
carnaval.
1968. El
charco de sangre.
Novelas
1968. El reinado de Witiza. Lectura
1969. El rapto de las Sabinas.
1970.
Las hermanas coloradas.
1971.
Una semana de lluvia.
1972.
Vendimiario de Plinio.
1973.
Voces en Ruidera.
1978.
Otra vez domingo.
1981. El hospital de los dormidos.
Cuentos
(ordenados según la fecha de edición en libro). [Recopilados en Plinio. Todos los cuentos, Rey Lear, 2010.]
1965.
“Los jamones”.
1970.
“El huésped de la habitación número cinco”.
“El caso de la habitación soñada”.
“Echaron la tarde a muertos”.
“Las desilusiones de Plinio”.
“Muerte y blancura de Baudelio Perona
Cepeda”.
1974.
“El último sábado”.
“Las fresas del Café Gijón”.
“Los sueños del hijo de Pito Solo”.
“Fecha exacta de la muerte de Polonio
Torrijas”.
“Sospechas anulares de Plinio”.
“La esquela mortuoria”.
“Detalles sobre el suicidio de Arnaldo
Panizo”.
“Un crimen verdaderamente perfecto”.
“Una tarde sin faena de Plinio y don
Lotario”. (Es el mismo cuento que “Echaron la tarde a muertos” con un pequeño
cambio en el final del mismo).
“La bella comiente”.
1980.
“El caso mudo”.
1985.
“Pan caliente y vino fuerte, mi muerte”.
“El roncador”.