No son series de televisión, aunque permiten una secuencia. No son series de televisión policíacas, aunque pueden ser la raíz y son policíacas. No son asesinos en serie, aunque los hay. Son series de detectives o investigadores: Marlowe, Rebus, Conde, Beck, el agente de la Continental, Bosch, Morck, Jaritos, Romano, Grens, Grave Jones y Coffin Johnson, Sejer, Bevilacqua, Wilhelmsen, Adamsberg, Erlendur... Y se sitúan en cualquier lugar, son de cualquier lugar: la muerte está en todas partes.
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miércoles, 23 de abril de 2014

La rubia de ojos negros. Una novela de Philip Marlowe, de Benjamin BLACK




Tenemos el aroma, respiramos su perfume, asumimos su olor, el de la rubia de ojos negros que entra en la oficina de Philip Marlowe, nos enamoramos y emborrachamos de ella, como Marlowe, nada más entrar, porque somos Marlowe, sentimos como Marlowe, apreciamos como Marlowe esa nariz, nada parecida a la de Cleopatra, sino ‹‹preciosa, aristocrática›› y caemos al mismísimo fondo de esos ‹‹ojos negros, negros y profundos como un lago de montaña››. Y ahí nos detenemos. Hemos sentido el aroma, el olor si es que lo tiene de Marlowe, el olor a pipa, a tabaco, al whisky en pequeñas o grandes dosis, o al gimlet, preparado ‹‹como Dios manda››: ‹‹ginebra y zumo de lima Rose’s en idéntica cantidad sobre hielo picado››, pero hay algo…

No es la primera vez que otro escritor se agencia un personaje, podríamos recordar El Quijote de Avellaneda; tampoco es la primera vez que otro autor utiliza al personaje de Philip Marlowe, sin ir más lejos podríamos pensar en cómo Robert B. Parker usando el material inconcluso de Poodle Springs Story la completa y termina –autorizado por los herederos de Chandler, como también autorizó al mismo autor la secuela de El sueño eterno titulada Perchance to Dream (ver bibliografía abajo)–. En este caso es Benjamin Black, el que acepta la invitación de los herederos de Raymond Chandler y escribe una novela de Philip Marlowe, como reza el subtítulo a su obra, La rubia de ojos negros, –eso sí, utilizando a su vez un título ya usado para un cuento de la edición homenaje del centenario de Chandler donde una serie de autores, entre ellos el autor de ese cuento Benjamin M. Schutz, escribieron relatos cortos siempre con Marlowe de protagonista–.

De Benjamin Black ya conocemos su serie del patólogo Quirke –comentada aquí–. Pero ahora se ha embarcado en algo distinto, se podría decir que es una novela por encargo, pero como los asuntos que le llegan a Marlowe a su oficina de Cahuenga, el caso es un desafío y, como tal, hay que tomarlo como llega y afrontarlo, aunque lo que te reporte pueda ser de todo menos alabanzas. Y en este caso lo que llega al antedespacho puede ser o una desdicha o una rubia de ojos negros o ambas cosas a la vez, pero el magnetismo que no sabemos si es de los ojos de esa rubia u otro te impele –le impele–, como no podía ser menos, a actuar.

Cronológicamente, –hablamos, claro, de la cronología interna de la serie–, The Black-Eyed Blonde  (La rubia de ojos negros) se sitúa entre las dos últimas novelas de Philip Marlowe, entre la novela cumbre, The Long Goodbye (El largo adiós) y la última acabada por Chandler, Playback. Y el propio desarrollo de la trama, te sumerge aún más en ella porque Black asume su papel y decide que no se debe alejar demasiado del recorrido y utiliza a personajes ya salidos en El largo adiós, pero al igual que Parker escribió su secuela de El sueño eterno, ésta, salvando algo las distancias, también parece una secuela de El largo adiós, aunque no exactamente.

El caso que le llega a Marlowe es buscar al amante de Clare Cavendish, Nico Peterson, que lleva desaparecido unos dos meses, pero como tantas veces en tantos otros casos, sus propios clientes, aquí Clare, le cuentan menos de lo que saben, no sólo menos, sino una versión tergiversada de la verdad, pero aún así, Marlowe asume el caso, porque a Marlowe lo que le gusta son dos cosas: las dificultades y las mujeres, aunque en realidad ambas pueden ser sencillamente una sola. La búsqueda de Nico Petersen, primero muerto, después oculto, después huido, es el hilo, pero lo que se teje con ese hilo es mucho más, y es más porque tiene que ver con la vida personal de Clare y con su familia y tiene que ver con la vida personal del tal Petersen, aún oculto, y con su familia, la primera, una familia adinerada o, mejor, rica, con un emporio de perfumes, como la familia de Linda Loring en El largo adiós, y la segunda, una familia, por decirlo así, canalla, de la que para ganarse la vida, el padre, Canning, la hermana, menos, o el propio Nico Petersen no dudan en dañar o perjudicar a otros, y eso, normalmente termina o debería terminar mal.


Cahuenga Boulevard, Los Ángeles, California

Y Black sale muy bien parado del caso en el que se ha embarcado porque la trama, sin más, no envidia nada de las tramas de Chandler, nos guía a través de esa primera persona de Marlowe por una serie de escenas que son propias del detective, nos enseña de nuevo al policía Bernie Ohls, incluso, nos lo amplifica, nos vuelve a mostrar los malos, como lo que son, asumiendo su rol, sin miedo a la sangre y a los golpes, y a los que deberían estar en el otro bando, también como lo que son, con sus mentiras, sus medias verdades, sus tergiversaciones, pero también sus limitaciones, sus errores. Y ahí, la solución de la novela no decae a pesar de alguna sorpresa final, que tiene que ver con Terry Lennox, sí, ese ente un tanto vago, vaporoso, que era el eje central de El largo adiós sin apenas aparecer. 

Quizá si lo comparamos con otros que han intentado embarcarse en esta tarea de crear de nuevo a Marlowe o más bien de recrear al personaje, estamos hablando sobre todo de su antecesor en esto, Robert B. Parker, el resultado incluso puede ser mejor, aunque éste último tuvo la ayuda en su primera recreación, Poodle Springs Story (La historia de Poodle Springs), de los propios papeles de Chandler, ya que este dejó escrito los primeros capítulos de la novela, aun así a Parker debemos agradecerle esos diálogos tan bien conseguidos, un parecido cinismo, esa misma ironía, esa ampulosidad, que no era fácil de conseguir, sobre todo cuando hablan Linda y Marlowe ya casados y viviendo en Poodle Springs, en esa casa donde el color que prima es el rosa, ¿cómo se puede ver a Marlowe siempre de color de rosa? Esa es la pregunta que se planteó Chandler cuando empezó a escribir esa última novela inconclusa y que Parker asumió al continuarla. Y decimos que puede ser mejor, a pesar del té, porque estamos hablando de Benjamin Black (pseudónimo de John Banville), un muy buen escritor, no sólo de novela policial –Quirke–, con un exquisito desarrollo de los personajes, un gran mecánico para el engranaje de las tramas, un magistral diseñador de escenarios, pero hay algo…

…hay algo –y volvemos al párrafo inicial–, que yo sobre todo aprecio en dos características fundamentales en Chandler –como ya dije en la lectura que hicimos de El sueño eterno–: esa extrema acidez de los diálogos, primero, y, segundo, los símiles tan impactantes, tanto, que te golpean como si tú fueses un puching ball y él te golpease constantemente a lo largo de la novela con cada una de esas comparaciones, jugando contigo, divirtiéndose, entrenando sus reflejos, su velocidad, izquierda, izquierda y zas, su derecha, para acabar. Y esas dos cosas, más lo segundo que lo primero, aquí no terminan de estar. Aunque sí, nos sentimos Marlowe, porque eso sí está captado, perfectamente conseguido, excepto en el matiz de los diálogos donde falta un poco, pero no tenemos a Chandler, no, a Chandler no –claro, es Black– y no, no lo tenemos porque no nos termina de noquear. Zas.






Raymond Chandler (1888-1959):

1934. “Finger Man” (“El denunciante”/“El confidente”). [Primer cuento donde aparece Philip Marlowe]

Novelas
(1) 1939. The Big Sleep (El sueño eterno). Lectura
(2) 1940. Farewell, My Lovely (Adiós, muñeca).
(3) 1942. The High Window (La ventana siniestra/La ventana alta).
(4) 1943. The Lady in the Lake (La dama del lago).
(5) 1949. The Little Sister (La hermana pequeña/La hermana menor).
(6) 1953. The Long Goodbye (El largo adiós).
(7) 1958. Playback (Playback).

1958. “The Pencil” (“El lápiz”). [Cuento. Último texto acabado donde aparece Philip Marlowe]

1959. Poodle Springs Story (La historia de Poodle Springs). [Basada en fragmentos de la novela inacabada de Raymond Chandler, terminada por Robert B. PARKER y publicada en 1989]


Obras autorizadas no escritas por Raymond Chandler:

1988. Raymond Chandler’s Philip Marlowe a Centennial Celebration, AA. VV. [Una recopilación de cuentos de varios autores protagonizados por Philip Marlowe como homenaje en el centenario del nacimiento de Raymond Chandler, editada por Byron Preiss]

1991. Perchance to Dream, Robert B. PARKER. [Secuela de El sueño eterno]

2014. The Black-Eyed Blonde. A Philip Marlowe Novel (La rubia de ojos negros. Una novela de Philip Marlowe), Benjamin BLACK. [Se sitúa temporalmente entre El largo adiós y Playback] Lectura

lunes, 24 de marzo de 2014

El sueño eterno, de Raymond CHANDLER




The Big Sleep (El sueño eterno), publicada en 1939, fue la primera novela que compuso Raymond Chandler y decimos componer porque lo que hizo fue un ejercicio de composición, no musical –que también–, sino de poner al lado, de juntar, de unir –como la literalidad de la palabra indica: “poner con…”–. Porque lo que hizo Chandler, repetimos, es unir dos cuentos previos “Killer in the Rain” (“Asesino en la lluvia”) y “The Curtain” (“El telón”), publicados anteriormente en la revista Black Mask en enero de 1935 y septiembre de 1936 respectivamente. Los juntó, los unió, los entremezcló y los alargó, les añadió nuevos capítulos, nuevos personajes y cambió el nombre a los que ya había y sobre todo, sobre todo, creó a partir de los dos detectives que salían en los dos cuentos previos a Philip Marlowe. Ésa es la verdadera creación de Raymond Chandler.

9788490061701
Porque es Philip Marlowe el que lo une, ensambla, entreteje y arma todo el engranaje de El sueño eterno. Es él el que lo articula, le da forma, lo enaltece y lo soluciona. Y, a la vez, es él el que se crea a sí mismo, montando, ensamblando, investigando, protegiendo y escarbando en el galimatías en que se había ido desarrollando toda la acción de la trama. Porque Marlowe se crea aquí, en la novela, aunque ya en el cuento “Finger Man” (“El confidente”, como se ha traducido recientemente, o “El denunciante”, como se tradujo antes), aparezca y tenga alguno de sus rasgos, pero aún no llevaba el nombre de nuestro protagonista, no era el suyo originalmente, fue el propio Chandler quien lo rebautizó, considerando que sus características esbozaban o eran muy similares a las que luego tendría el protagonista de todas sus novelas. Y no sólo utilizó al protagonista, sino que algunas escenas de ese mismo cuento también están en la novela. Hablamos de la de la ruleta, cuando la chica consigue que el dueño del local Las Olindas –ese garito es el mismo tanto en el cuento como en la novela, no el que lo regenta–, acepte su apuesta de todo o nada. Ya que eso sí, a partir de ahí, Marlowe será ya el protagonista único, el que aparecerá en todo lo escrito posteriormente por Chandler dentro de la novela criminal, se entiende –pues, en contra de lo que la mayoría de la gente piensa, Chandler en los años cincuenta escribió y publicó algunos cuentos de temática fantástica–. Es decir, siete novelas más un último cuento “The Pencil” (“El lápiz”) –aunque su título originalmente en 1959 fue el de “Marlowe Takes on the Syndicate”– y una novela inacabada, como se ve en la bibliografía abajo. (¿Podríamos añadir a su serie la novela de Benjamin Black, The Black-Eyed Blonde, traducida como La rubia de ojos negros, recién publicada en este 2014? Ver lectura de la obra.)

En el primer párrafo de El sueño eterno el propio Marlowe se describe a sí mismo, externamente eso sí: su forma de vestir, que no cambiará ya nunca, su aspecto físico y, para terminar, una introspección final. Y todo eso, él mismo, sólo lo es para sus clientes, un detective privado sólo se hace porque va a visitar y va a trabajar para otros, aunque luego el resultado de su labor, de sus pesquisas, de su actuación pueda beneficiar o perjudicar, según se mire, a su cliente. Porque si algo desprende Marlowe constantemente es su absoluta independencia, pero también, en contra de lo que parece, su fidelidad al cliente, hasta que las circunstancias digan lo contrario.





En este caso la fidelidad hacia el general Sternwood y, a pesar de todo, también hacia sus hijas, Vivian y Carmen, llega hasta el final, aunque los hechos pudieran propiciar lo contrario. Y las actitudes de ambas no sean las más allegadas, aunque flirteen y hasta, en el caso de la segunda, se expongan desnudas delante de Marlowe dentro de su cama y en su propio apartamento.

9788490063859El sueño eterno se inicia con dos casos en uno, un chantaje y una desaparición –motivos de “Killer in the Rain” y “The Curtain”–. El chantaje tiene que ver con las dos hijas del general y la desaparición aunque sea del marido de Vivian tiene que ver más con el propio general. Y lo que parecen dos asuntos distintos empezarán a tomar cuerpo de uno solo a medida que se vayan agregando invitados a la fiesta y Marlowe se vaya introduciendo en la compleja vida de su cliente, en realidad, de las hijas de su cliente.

Y mientras las escenas se van sucediendo a través de las potentes comparaciones e imágenes de Chandler, la ironía y el cinismo completan el resto a través de los diálogos. Pues la actitud de Marlowe se expresa por medio del trato que dispensa a cada uno y, por ejemplo, no es igual la manera en la que habla con el general y la manera con la que habla a cada una de las hijas, aunque en ambas sea un cínico y la ironía impere sobre todo lo demás. Y son las palabras de Marlowe con las que habla a cada uno de ellos como también están descritos éstos, no sólo descritos sino completados. Desde la primera escena en la que aparece Carmen Sternwood nos damos cuenta de cómo es, no sólo por lo que ella dice o hace, ni siquiera por cómo es descrita su maniática manera de chuparse el pulgar, sino que sólo por cómo le habla Marlowe ya se deja entrever su desequilibrio, y la manera en cómo la trama posterior tiene que ver con eso mismo.

No vamos a entrar en los caminos no cerrados, como en este caso puede ser la muerte del chófer Taylor, porque queda como un aspecto secundario y no interesante, porque los derroteros van por otro lado, porque la deriva va por otro lado, y Taylor deja de ser interesante casi desde el mismo momento en que aparece muerto, no importa; en cambio sí importan las actitudes de los vivos y sus comportamientos y con ellos el ritmo, porque sus acciones, ante todo y principalmente las de Marlowe van marcando ese ritmo, un ritmo constante que no decae en ningún momento con el que se van amalgamando las situaciones, en ese collage de escenas en el que se ha convertido la novela, pero un collage que al final presenta una estructura muy marcada y muy medida. Y que se cierra como un círculo cuando Marlowe se encuentra con Carmen a la entrada de la casa del general, en Alta Brea Crescent, West Hollywood, como en la primera escena, y se descubre todo.


West Hollywood, L. A. 

Nos falta hablar de las mujeres, de las otras mujeres, a parte de las dos hijas del general, que van apareciendo a medida que transcurre todo, Agnes en la trama de Geiger y del chantaje, junto a Brody; y Silver-Wig, en la otra, la de la desaparición del marido de Vivian, Rusty Regan, presunta amante de éste y mujer de Eddie Mars, el dueño de Las Olindas. Las hemos dejado para el final, porque con ellas completamos el cuadro de las mujeres de Marlowe, las cuatro: la loca o desequilibrada, la vividora o fatal, la inconsciente o utilizada y la que se deja engañar por amor o ingenua. Todas las que saldrán después, en el resto de novelas, o las que han salido antes, en los veintitantos cuentos previos tienen esos rasgos ya mezclados o desunidos, pero así son todas ellas.        

    



1934. “Finger Man” (“El denunciante”/“El confidente”). [Primer cuento donde aparece Philip Marlowe]

Novelas
(1) 1939. The Big Sleep (El sueño eterno). Lectura
(2) 1940. Farewell, My Lovely (Adiós, muñeca).
(3) 1942. The High Window (La ventana alta).
(4) 1943. The Lady in the Lake (La dama del lago).
(5) 1949. The Little Sister (La hermana pequeña).
(6) 1953. The Long Goodbye (El largo adiós).
(7) 1958. Playback (Playback).

1958. “The Pencil” (“El lápiz”). [Cuento. Último texto acabado donde aparece Philip Marlowe]

1959. The Poodle Springs Story (La historia de Poodle Springs). [Novela inacabada, terminada por Robert B. Parker]

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2014. The Black-Eyed Blonde (La rubia de ojos negros). [Escrita por Benjamin BLACK] Lectura