No son series de televisión, aunque permiten una secuencia. No son series de televisión policíacas, aunque pueden ser la raíz y son policíacas. No son asesinos en serie, aunque los hay. Son series de detectives o investigadores: Marlowe, Rebus, Conde, Beck, el agente de la Continental, Bosch, Morck, Jaritos, Romano, Grens, Grave Jones y Coffin Johnson, Sejer, Bevilacqua, Wilhelmsen, Adamsberg, Erlendur... Y se sitúan en cualquier lugar, son de cualquier lugar: la muerte está en todas partes.
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sábado, 28 de diciembre de 2013

Los hombres te han hecho mal, de Ernesto MALLO



Más allá de la trama o del argumento, más allá de los personajes, habituales de la serie o nuevos de esta novela, más allá de las miserias y mentiras de la sociedad, el lector se va a topar irremediablemente con la desolación y con la rabia. 

Todo el capítulo 35 es desolación, nada más que desolación: Candela es la protagonista a su pesar. Sólo aparece ahí y ya es bastante. Cuesta leerlo porque de alguna forma ya lo intuimos, pero lo intuimos y aún así nos pesa, nos aplasta esa desolación.

El capítulo 40 es rabia. Una rabia que sentimos como la siente Braulio. Y es tan profunda, tan sincera, tan auténtica que en su situación haríamos lo que hace, y lo haríamos igual, de la misma manera, así, sin pensarlo, sólo sintiéndolo, así, así, de esa manera. No más.

Los hombres te han hecho mal es la tercera novela de la serie del comisario, que ya no lo es, Lascano del escritor argentino Ernesto Mallo. Y es la tercera pero posiblemente también la última. No sabemos. Pero de alguna forma se cierra algo. Luego veremos.


Antes publicó, ambas en el 2011 en edición de Siruela, Crimen en el Barrio del Once y El policía descalzo de la Plaza San Martín, que en Argentina, en su primera publicación tenían otros títulos. La aguja en el pajar, después llamado Crimen en el Barrio del Once, se publicó en el 2006, mientras que Delincuente argentino, después llamado El policía descalzo de la Plaza San Martín, se publicó en el 2007, en ambas la situación política argentina es un elemento clave.  

Crimen en el Barrio del Once se sitúa en plena dictadura de los comandantes, en la época de las desapariciones, de las continuas desapariciones. Venancio Ismael Lascano, el Perro, es comisario de la policía. El asunto se inicia por la aparición de dos cadáveres tirados. Cuando llega al lugar no hay dos sino tres. El tercero es distinto. El tercero no ha muerto con la cabeza acribillada a tiros, como los otros, sino con un disparo en el estómago. El tercero no es joven, sino viejo. El tercero, Lascano descubrirá, es el cadáver de un judío, Bieterman, un prestamista. Estamos en la dictadura, con asesinatos continuos cometidos por los milicos, pero el asesinato de Bieterman es distinto y Lascano lo descubrirá a pesar de los obstáculos en contra. Porque éste es un asesinato que lleva hacia arriba, es un asesinato cometido chapuceramente por alguien de la alta sociedad de Buenos Aires pero que tiene protección. En esta novela también hay una pregunta en paralelo y que lo une a la siguiente novela: ¿dónde están los hijos de los desaparecidos?

En El policía descalzo de la Plaza San Martín estamos en la transición, al principio de la democracia argentina con el “gordito maricón” de Alfonsín, en palabras de Giribaldi –un mayor que ya apareció en la novela anterior, ahora forzosamente retirado–, en el poder y pasando por los juzgados no sólo la junta de Comandantes, sino también algunos responsables directos de las atrocidades cometidas en la época anterior. Pero esta segunda novela nos habla del otro lado, nos habla del Topo Miranda, un ladrón de bancos de la vieja escuela, nos habla de la baja estofa. Y una de las características de estas novelas de Mallo es el preciso retrato del lenguaje, de la lengua vulgar de estos delincuentes –y en esa lengua (ni en ninguna, diríamos), en esos diálogos no hay guiones que marquen quién es el que habla–. El Topo Miranda va a salir de la cárcel y fuera no puede dejar de hacer lo que siempre ha hecho por más que su pretensión sea cuidar de sus nietos, cuando los tenga. Y lo que roba es dinero negro, mala cosa.


En ambas novelas, situadas en Buenos Aires, el Perro Lascano ejerce su labor de policía a pesar de todo, más en la primera, ya que en la segunda acaba de salir de entre los muertos y no se sabe muy bien si aún vive o no, de ahí que actúe casi en la clandestinidad, pues su protector dentro de la policía ha perdido su batalla por el poder en la institución. Y en ambas novelas el amor se le escabulle, ya por miedo ya por desconocimiento, y ése es el otro hilo conductor de las mismas. Porque para Lascano la amada siempre es un fantasma, alguien que estuvo pero no está, primero Marisa, su mujer que falleció, luego Eva, salida de no se sabe dónde, perseguida y, después de lo que le sucede al Perro, huída.

Los hombres te han hecho mal es una novela negra con todas las letras, de las buenas, de las mejores, al estilo de Cosecha roja (ver lectura) o La llave de Cristal de Hammett, es una novela negra teñida de rojo, de sangre. Y la trama que se sitúa en una época cercana a la actual le hace salir a Lascano –que ya no es policía y tiene unos sesenta años– a investigar fuera de Buenos Aires, a una ciudad turística, Mar de Plata, donde la prostitución y la corrupción que conlleva son un elemento más de esa “feliz” vida vacacional. Aquí Lascano investigará la desaparición y muerte de Amalia, la hija de su prima Sofía, poco después de haber tenido a su niña Candela. Y se encontrará con una organización muy bien establecida de prostitución y de trata de mujeres, más bien niñas. Donde no faltará en la cúspide de la pirámide el político de turno ni por debajo de él al jefe de la policía dentro de ese entramado corrupto en la que los curritos, por decirlo así, el Pescado Yancar, por ejemplo, no son ni mucho menos los más desalmados. Pero en el que nuevamente el lenguaje de estos individuos nos los hacen vivos, nos los muestran absolutamente reales, es una lengua que no se lee sino que se escucha. Todo, cómo no, acabará a tiros, con esa trama paralela de venganza entre delincuentes, hablo del Loco Romero con su pandilla y del Pescado Yancar, y el Perro Lascano será el que encienda la mecha. Pero en esa explosión final siempre hay alguien que se salva y no suele ser de los que van a la cárcel.

Y, como decíamos al principio, parece que el ciclo se cierra porque el otro hilo conductor, el contrapunto a tanta sangre, el del amor como fantasma parece que toma cuerpo real con el regreso de Eva, aunque en el amor…






2012. Los hombres te han hecho mal. Lectura