Según palabras del Presidente de México, la “policía (es)
incapaz, corrupta e impreparada”. Edgar Mendieta, el Zurdo, pertenece a la
Policía Ministerial del Estado. Y trabaja en Culiacán, del estado de Sinaloa,
lugar donde nació y vive. El Zurdo Mendieta a veces es incapaz, ya por razones
externas, la mayoría, ya por razones internas, somos humanos; a veces es
corrupto, las menos, pero a veces; y a veces no está preparado –pero no por
falta de preparación– para lo que le va a venir, aunque lo vea venir, porque el
elemento circunstancial, es decir, todo lo que le rodea es tan inestable como
la nitroglicerina líquida, que en cualquier momento todo puede saltar por los
aires, incluido él, incluso, él el primero.
Edgar Mendieta es un ser solitario, muy a su pesar,
aunque más que solitario es un hombre que está solo y no es porque él lo quiera
sino que es por lo que le pasa, por lo que le ocurre y que él no decide. La
última novela donde aparece el Zurdo es Nombre de perro, que le vendría muy
bien como apodo al mismo detective si no fuera porque es el apelativo del otro,
del que se esconde y oculta, del que mata sin ser visto, del perseguido y
demacrado, del agente invisible. Ya veremos.
Antes de Nombre de perro, Élmer Mendoza, su autor –cuyas
iniciales son las mismas que las del personaje, y no sólo las iniciales sino
que los mismos rasgos físicos también son muy parecidos o similares, ese pelo
de asterisco…–, ha publicado otras dos: Balas de plata y La prueba del ácido.
En las tres el protagonista es el Zurdo, aunque comparte su preponderancia con
dos más: el contenido y el continente, o mejor, la droga y el lenguaje de la
droga, o mejor aún, el narco y el habla, o todavía más, la lengua del
narcotráfico, de los narcos y de los que los combaten, que al fin y al cabo y
sin remedio no deja de ser la misma, es la misma y ya no sé si estamos hablando
de palabras o de acciones y ya no distingo muy bien si son dos o uno o una, la
misma lengua mexicana, la que hablan y en la que se entienden aunque no se
entiendan, aun siendo la misma.
Y eso mismo es lo que le da su relevancia a las novelas
de Mendoza y eso mismo las torna difíciles, porque no es fácil entrar en ellas,
para poder hacerlo hay que empezar a entender esa lengua, como el que aprende
un nuevo idioma y no sólo hay que entenderlo sino que después hay que hablarlo
y hablarlo aún es algo más difícil y para hablarlo qué mejor enseñanza que
entrar dentro de las tramas y sentirse uno más dentro de las novelas e
intentar, eso sí, no saltar por los aires o no convertirse en colador, porque
entonces ahí no más.
Balas de plata se publicó en 2008, en ella aparece por
primera vez el Zurdo Mendieta, y, junto a él, Gris Toledo, proveniente de Tránsito,
su compañera. También estarán el comandante Briseño, su jefe, que como jefe
estará y no estará con él, o compañeros como Moisés Pineda, el de narcóticos,
con su Lamborghini.
En esta novela el muerto, el primer muerto, es Bruno
Canizales, personaje ambiguo que lo mismo se acuesta con ellas que con ellos –y
no será el único en ser bisexual, ni en ésta ni en las siguientes–, muerto con
una bala de plata. Y entre los sospechosos está la hija, Samantha Valdés, del
jefe del Cártel del Pacífico, Marcelo Valdés. No sólo ella, también Paola
Rodríguez, tan bella e inalcanzable que se mata a sí misma, o el bailarín Frank
Aldana, al que van a buscar a Mazatlán. Y todo se enreda no sólo porque las
muertes se multiplican, siendo algo habitual, y con las muertes, las mentiras y
los tejemanejes, y los peligros, sino porque el Zurdo se enamora de la Goga,
amiga de Samantha y de Mariana Kelly, la compañera de Samantha. Y cuando
alguien se enamora deja de ver y de ahí el final.
Con La prueba del ácido, del 2010, el Zurdo vuelve a
caer, esta vez en un enamoramiento a distancia, más platónico que sexual, ya
que la enamorada es Mayra Cabral de Melo o Roxana, su nombre de bailarina de
streeptease, con la que se encontró en sus vacaciones, y que meses después
aparecerá muerta. Con ella su compañera en el club Alexa, Yhajaira, Yolanda
Estrada, también asesinada. Y el Zurdo es el encargado de encontrar a su
asesino. Un Zurdo del que descubrimos que su terapia con el doctor Parra viene
de algo que le pasó cuando tenía ocho años con un cura, el cura Bardominos, al
que luego le dieron piso. Para ello, uno de los personajes clave de la novela,
el gringo Leo McGiver, traficante de armas, será el desvelador del secreto que
afecta al hermano de Mendieta, Enrique. Pero todo esto es paralelo a las
pesquisas sobre el asesinato de Roxana y que envuelven a ciertas alturas
políticas y financieras de Culiacán. Y si hablamos de ambas también hablamos de
narcos, aquí Samantha, muerto su padre, se hace cargo del Cártel del Pacífico,
y frente a la guerra declarada por el Presidente de México, los muertos se
empiezan a contar por decenas al día, y para ello las armas se muestran
imprescindibles.
Acabamos con Nombre de perro, del 2012. Todo empieza con
el acribillamiento en la consulta de un dentista, el doctor Manzo, y continuará
con la muerte de algunos otros, pero aquí el asesinato en serie no es algo de
un autor solitario como en otros lares, aquí tiene que ver con otro tipo de
asesinos, que siempre van en grupo, en este caso el de la Tenia. Pero la trama
paralela al final tiene mayor protagonismo, la del asesinato de la compañera de
Samantha Valdés, Mariana Kelly, durante una reunión entre narcos para hacer
frente a los ataques que vienen de la presidencia. Y será la propia Samantha la
que pedirá al Zurdo que le devuelva algún que otro favor encontrando al asesino
de Mariana.
Colonia de Las Quintas, Culiacán |
Mientras la vida personal del Zurdo da un vuelco, se
encuentra en los días previos a la llegada de Santa Clos con un hjio, clavado a
él, Jason, y a la madre de éste, Susana, con la que sólo se acostó una vez,
hará dieciocho años. Y de nuevo –y no es la primera vez y por distintas causas y razones y de distintas formas– el Zurdo Mendieta cae. Aunque esperemos que se vuelva a levantar –como hasta ahora– para la próxima.
2008. Balas de plata.
2010. La prueba del ácido.
2012. Nombre de perro. Lectura