No son series de televisión, aunque permiten una secuencia. No son series de televisión policíacas, aunque pueden ser la raíz y son policíacas. No son asesinos en serie, aunque los hay. Son series de detectives o investigadores: Marlowe, Rebus, Conde, Beck, el agente de la Continental, Bosch, Morck, Jaritos, Romano, Grens, Grave Jones y Coffin Johnson, Sejer, Bevilacqua, Wilhelmsen, Adamsberg, Erlendur... Y se sitúan en cualquier lugar, son de cualquier lugar: la muerte está en todas partes.

sábado, 14 de febrero de 2015

La mirada de los ángeles, de Camilla LÄCKBERG




Una historia tiene que ser convincente. Una historia, cualquier historia, antes de cualquier otra cosa debe ser convincente. Pero, ¿qué queremos decir con esto? ¿Qué significa ser convincente? ¿A qué nos referimos con convencer? ¿Convencer de qué?

Änglamakerskan o La mirada de los ángeles, en su traducción española, es la octava novela de la serie de la escritora Erika Falck o de la escritora Camilla Läckberg. Porque sí, en este caso tanto protagonista como la mano que crea la protagonista son lo mismo, es decir, ejercen la misma profesión, son escritoras de novelas policiacas. Y sí, también el compañero de Erika Falck, Patrick Hedström, y el compañero en la vida real de la escritora son policías, sí, ambos son policías.

Protagonistas de la serie televisiva
Decíamos, La mirada de los ángeles es la octava novela de la serie de “Los crímenes de Fjällbacka”, como al final se ha llamado la serie debido a la, a su vez, serie de televisión que se ha realizado partiendo de las novelas –aunque, por lo que podemos comprobar, al ver los casos en la pantalla, el seguimiento de las novelas no es ni mucho menos literal, antes al contrario–, decíamos que era la octava, pero para los aguerridos seguidores de la misma ya salió en su sueco original la novena, Lejomtämjarenver bibliografía abajo–, y se está a la espera de que aparezca pronto su traducción al español.

La mirada de los ángeles empieza con la llegada a Fjällbacka para establecerse de una pareja, Ebba y Mårten Stark, que de alguna forma huyen después de haber perdido a su hijo Vincent. Pero esa huida ocasionada por un hecho tan doloroso es hacia la casa de los antepasados de Ebba, una casa que también tiene una historia a su espalda, pero esta historia más que dolorosa es macabra y ciertamente truculenta. La novela, pues, desarrolla dos historias, la del presente, con los hechos que le va a ir ocurriendo a esta pareja al establecerse en esa casa: un incendio provocado, unos disparos que rompen ventanas, una postal amenazante… que provocan el interés de la policía, con Patrick al mando; y la del pasado, en capítulos aparte y en cursiva, que nos narran las experiencias –a cual más negativa, enfermiza, infame, desagradable…– de cuatro generaciones de antepasados de Ebba –alrededor de un siglo–, antepasados femeninos en todos los casos –como por otro lado es casi norma en la serie–, desde la detención de la tatarabuela Helga Svensson en 1908, pasando por la bisabuela Dagmar, hija de ésta, –la historia más desarrollada, por su desvarío y su enamoramiento de un nazi, Hermann Göring–, siguiendo por su estricta y pragmática abuela Laura y por su madre Inez, casada por conveniencia por su madre con Rune, el dueño del internado, todo esto investigado por Erica.


Ahí es donde se entrecruzan las dos historias en ese internado que precisamente ocupaba la casa que ahora Ebba y Mårten quieren rehabilitar. Un internado en el que el sábado de Pascua de 1974 ocurrirían los hechos con concentran el culmen de la novela. El día exacto en el que desapareció toda la familia de Rune e Inez y en el que al llegar la policía sólo se encontró a la hija pequeña Ebba y a cinco chicos del internado que habían salido a pescar y que serían los únicos testigos de esos hechos misteriosos.

Cinco chicos, Leon Kreutz, el jefecillo del grupo y de familia muy acaudalada, John Holm, posterior presidente de un partido de la ultraderecha sueca, Sebastian, el abogado trepa con su ansia de dinero y de control sobre los demás, Percy, el pusilánime aristócrata venido a menos, y el judío Joseph, con su ánimo de cambiar la historia, de los que se nos van narrando también su propia historia y que culmina también en la rememoración de aquel día.

Como vemos, toda la novela es un entretejimiento de distintas narraciones cuyo hilo no deja de ser la extrema curiosidad de Erica junto a la investigación oficial que lleva el grupo de policías comandado por su marido Patrick, un grupo de policías, de los que, como viene siendo habitual en la serie, también se nos cuentan su propias vicisitudes personales y en el que esta vez destaca Gösta, debido a su propia implicación personal en el caso de 1974.

Fjällbacka, lugar donde transcurren todas las historias de la serie

Pero volviendo al principio, más allá de la necesidad que tiene la autora de acumular historias, cada una encima, al lado, sobrepuesta, en paralelo, oculta, parcial, sacada con fórceps o introducida a presión, de las que no se escapa la personal de ella o de su familia, aquí, de nuevo, tenemos a la hermana de Erica, Anna, en primer plano, sufriendo consecuencias que parece que busca a propósito, no es muy convincente –si descontamos todo lo dicho hasta ahora– que dos policías a la vez, siendo policías, se dejen ambos el móvil olvidado, o que alguien con una pistola en la mano, apuntando a dos personas, se quede medio traspuesto, esto en cuanto a pequeñas escenas; pero que una trama que envuelve a la ultraderecha, se entremezcle en otra que no tiene nada que ver y deje al lector sin saber adónde mirar, cuál de ellas es la que lleva la voz cantante dentro de la trama, que a su vez un policía de pacotilla, como se describe a Mellberg, ejerza alguna función, aparte de la de hazmerreír, o que gratuitamente el cáncer haga acto de presencia en la figura de la mujer de otro policía, Martin, dándole un tratamiento tan superfluo, por más que se empeñe la autora en lo contrario, sus cuatro pinceladas no dejan de ser superfluas, y más si en el último momento tiene que recurrir al policía porque ha necesitado, por las numerosas complicaciones de la historia, mandar a unos por un lado a otros por otro para que en el final esté, como no podía ser menos, la escritora Erica Falck en primer plano. En fin, tanta historia entremezclada no puede ser buena, porque no hay que confundir complejidad con acumulación, cuando alguien acumula por el simple afán de acumular todo se convierte en un batiburrillo. Hay una gran diferencia entre escribir una historia compleja, sea policiaca o no, con sus distintas ramificaciones, con sus intrigas y soluciones sorprendentes y otra muy distinta es llenar una historia de historias, de historias sin pies ni cabeza, sólo por una búsqueda ficticia y equivocada de pensar que cuanto más elementos sumes a la causa mayor interés presentará el resultado final, sin darse cuenta de que el resultado final no es la suma de los elementos sino la buena estructuración de los mismos, sean pocos o muchos, junto a una cierta verosimilitud, que no puede chocar nunca, cuando esta se pretende, con que la historia sea convincente. Porque, en definitiva, si una historia sea oral o escrita no resulta convincente entonces o bien dejas de escuchar y te pones a pensar en tus cosas aunque parezca que estás escuchando –cuántas veces no habremos hecho esto cada uno de nosotros– o bien directamente dejas de leer.

Pero, claro, no todos buscamos lo mismo.      






(1) 2002. Isprinsessian (La princesa de hielo).
(2) 2004. Predikanten (Los gritos de pasado).
(3) 2005. Stenhuggaren (Las hijas del frío).
(4) 2006. Olycksfageln (Crimen en directo).
(5) 2007. Tyskungen (Las huellas imborrables).
(6) 2008. Sjöjungfrun (La sombra de la sirena).
(7) 2009. Fyrvaktaren (Los vigilantes del faro).
(8) 2011. Änglamakerskan (La mirada de los ángeles). Lectura
(9) 2014. Lejomtämjaren.

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