En todas
las novelas de Arnaldur Indridason hasta la fecha y ya van trece del inspector
Erlendur, incluida la que nos ocupa, Vetrarborgin (Invierno ártico) –la última
traducida al español y séptima de la serie–, los casos se entremezclan en el
desarrollo de la trama. Es decir, hay, eso sí, un caso rector y otros adláteres
que se van sucediendo y que en algún caso no tienen solución final.
Al igual que con los casos tampoco la investigación es llevada por una única persona, aunque sí sea Erlendur el inspector principal, al que acompañan sus ayudantes Elínborg y Sigurdur Óli. Con ello Indridason consigue plasmar la complejidad de las personas y la complejidad de la realidad. No es un autor que se centre en la psicología del mal, porque un lector de sus novelas se daría cuenta de que tal cosa no existe, sino en las miserias de la vida, que de alguna u otra forma te puede llevar a actos que se pueden considerar equivocados o éticamente deplorables.
Al igual que con los casos tampoco la investigación es llevada por una única persona, aunque sí sea Erlendur el inspector principal, al que acompañan sus ayudantes Elínborg y Sigurdur Óli. Con ello Indridason consigue plasmar la complejidad de las personas y la complejidad de la realidad. No es un autor que se centre en la psicología del mal, porque un lector de sus novelas se daría cuenta de que tal cosa no existe, sino en las miserias de la vida, que de alguna u otra forma te puede llevar a actos que se pueden considerar equivocados o éticamente deplorables.

Algunos
de los asuntos se cerrarán en esta novela, pero otros serán asuntos pendientes
que le van sirviendo a Indridason para mostrarnos a lo largo de la serie cómo
todo es un caso que sólo se soluciona con el adiós final, si es que eso es una
solución. El ejemplo en esta novela será Marion Briem, la antigua jefa de
Erlendur, que muere de una forma solitaria y sin estridencias, como un ligero
soplo de aire hace planear una hoja hasta su desaparición definitiva, poco a poco
escapándose de la vista.


Pero
volviendo al asesinato de Elías, aquí la resolución no está en lo que parece más
evidente, el racismo que puede provocar la inmigración en una sociedad tan
cerrada y aislada como puede ser la islandesa, sino en un sinsentido donde la
casualidad juega un juego que nadie comprende.
Si
Indridason es un grandísimo escritor no es porque sus novelas sean tramas
policíacas muy bien llevadas, sino porque son tramas vitales que nos acercan a
ese páramo helado al que no queremos acercarnos pero que sin querer todos
llegamos, y llegamos de una forma solitaria y a la intemperie. Solos y con
frío. Y así desaparecemos.
1997.
Synir duftsins.
1998.
Dauôarósir.
2000.
Mýrin. (Las marismas)
2001.
Grafarbögn. (La mujer de verde o Silencio sepulcral)
2003.
Röddin. (La voz)
2004.
Kleifarvatn. (El hombre del lago)
2005.
Vetrarborgin. (Invierno ártico) Lectura
2007. Harôskafi.
2008.
Myrká.
2009.
Svörtuloft.
2010.
Furôustrandir.
2011.
Einvigiô.
2012. Reykjavíkurnaertur.