Sacrificio
a Mólek o Till offer at Molok en el sueco original es la quinta novela de la ahora
fiscal del distrito de Kiruna Rebecka Martinsson. Y como en las anteriores Asa
Larsson alterna lo propio e imprescindible de su escritura con lo que le sobra,
con lo que la aumenta y la rebaja; por un lado lo que hace identificarse
especialmente con ella y por el otro lo que nos aleja, que se puede identificar
especialmente con lo lejano, no sólo del lugar, sino también del tiempo.
Intentaremos aclararlo. En todas las novelas desde Solstorm (Aurora boreal) de Rebecka Martinsson hay dos elementos que resultan identificatorios: Kiruna, la región de la Laponia sueca donde se desarrollan los acontecimientos, su soledad, su ambiente nevado, el frío; y la soledad y la inclemencia, la indefensión y desvalimiento de la protagonista. Ambas cosas de alguna forma están conjugadas, se necesitan, se complementan. Por eso, parece, que Rebecka vuelve en Aurora Boreal de Estocolmo, de ese prestigioso bufete de abogados donde trabaja, y por eso, parece, que desde la segunda, Det blod som spillts (Sangre derramada), permanece en su tierra, en la casa de su abuela en el pueblo de Kurravaara, donde se fue a vivir de niña cuando su madre abandonó a su padre y se trasladaron allí. Es como si la región tuviese una fuerza interior, un fuego, un calor, a pesar del frío, de la nieve, de la inclemencia, que la hace permanecer, que la da sujeción, que la permite agarrarse.


Y lo
mismo nos encontramos con la última, esa historia en los inicios de Kiruna,
cuando se creó, allá por la época de la primera guerra mundial, y que provoca
que unas acciones de una empresa canadiense reaparezcan ahora para ocasionar el móvil que
produzca el asesinato de Sol-Britt Uusitalo y los intentos de matar a su nieto
Marcus, eso, esa historia paralela de los amores de una profesora veinteañera y
un gerente de una empresa, de una mina, que daba trabajo a toda la localidad
allá en aquella época y su tragedia posterior, eso, como digo, nos aleja
propiamente de lo que nos interesa, tanto en los argumentos como en los
ambientes, porque nos lleva a sitios y a tiempos en los que no queremos estar,
porque lo que demandamos, lo que necesitamos de Asa Larsson sólo lo podemos
encontrar en esa Kiruna continuamente nevada y en esa Rebecka continuamente
desamparada.
Y como
tal, y a pesar de su vecino Sivving, que le da compañía, a pesar de sus cada
vez mejores relaciones con Anna-Maria o Sven-Erik, y, sobre todo con Krister
Eriksson, ese policía de la cara quemada, sin orejas, es decir, otro solitario
que sólo se siente bien entre perros; ese desamparo de Rebecka provoca siempre
que en el final de las novelas –excepción hecha de la tercera– todo lo malo le
suceda a ella, en la primera para defender a dos niñas se carga a tres
personas, en la segunda es atacada por el asesino que después se suicida y antes mata a
su hijo retrasado, en la cuarta tiene que romper el hielo del lago donde está
sumergida tras haber caído para no morir ahogada y, en esta última, la atacan, la amordazan y
cuando intenta escapar tiene que hacer algo, como describimos al principio del
comentario, que de nuevo la destroza, ya no sólo por fuera –siempre acaba
demacrada–, sino también por dentro.
2003. Solstorm. (Aurora boreal)
2004. Det blod som spillts. (Sangre derramada)
2006.
Svart stig. (La senda oscura)
2008.
Till dess din vrede upphör. (Cuando pase tu ira)
2012. Till offer at
Molok. (Sacrificio a Mólek) Lectura