No son series de televisión, aunque permiten una secuencia. No son series de televisión policíacas, aunque pueden ser la raíz y son policíacas. No son asesinos en serie, aunque los hay. Son series de detectives o investigadores: Marlowe, Rebus, Conde, Beck, el agente de la Continental, Bosch, Morck, Jaritos, Romano, Grens, Grave Jones y Coffin Johnson, Sejer, Bevilacqua, Wilhelmsen, Adamsberg, Erlendur... Y se sitúan en cualquier lugar, son de cualquier lugar: la muerte está en todas partes.
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domingo, 14 de diciembre de 2014

Pájaro callejero, de Janwillem Van de WETERING




Janwillem Van de Wetering
Janwillem Van de Wetering fue un autor apreciado por el mundo editorial en español allá por las décadas de finales de los ochenta y principios de los noventa del siglo pasado, pero olvidado desde entonces para nuestra desgracia. En aquella época se llegaron a traducir y publicar ocho de los catorce libros –si bien tres los escribió posteriormente [ver bibliografía abajo]– de la serie de los policías Grijpstra y De Gier de la Brigada Criminal de la Policía Municipal de Amsterdam repartidos entre dos grandes colecciones: Etiqueta Negra de Júcar y Crimen & Cía. de Versal. Pero desde entonces, y creo que estamos hablando precisamente de la edición de Pájaro callejero que fue en 1990, no se ha vuelto a saber nada de este raro y curioso escritor de novela policiaca ni de esta no menos original serie, con personajes extraños pero a la vez cercanos, con diálogos irónicos y a la vez con un toque sutil de sarcasmo y humor y con tramas elaboradas y nuevas situadas en los canales no menos atrayentes de Amsterdam, propios para mostrarnos las trampas de la pornografía legal y del suministro de estupefacientes en la frontera de esa legalidad.

A la espera de que hagamos una lectura que pretenda ser un recorrido de la serie, al menos de los títulos publicados en español –que será pronto–, nos vamos a centrar en The Streetbird (Pájaro callejero), la novena de la serie y, como hemos dicho antes, la última que se tradujo y publicó al/en español.

En The Streetbird o Pájaro callejero los personajes ya están completamente establecidos, hay ocho títulos antes, y tanto el Brigada –o brigadier o , en esta traducción, ayudante (de las tres formas se traducido su cargo policial en las distintas traducciones)– Hank Grijpstra como el sargento Rinus de Gier siguen ocupando el lugar destacado que el autor les ha ido dando. A ellos se une el comisario –que empezó a tener protagonismo a partir de la segunda de la serie, Tumbleweed (Arrastrado por el viento)–, el jefe de ambos, del que sólo sabemos su nombre de pila, Jan, y de sus constantes problemas de reumatismo, y que junto a los otros dos forma el trío protagonista.

En este caso todo se inicia con el asesinato de uno de los príncipes de los bajos fondos de Amsterdan, el príncipe Obrian, que junto a Gustav y Lennie forman la cúspide de los que dominan la prostitución y el suministro de drogas en el centro de Amsterdam. Luku Obrian muere acribillado a balas muy cerca de una comisaría de ese distrito central de la ciudad y Grijpstra y De Gier se desplazan allí para intentar solucionar el caso. Por ello trabajan codo con codo con el joven policía Cardozo otro que ha ido agrandando su protagonismo a medida que iba avanzando la serie y con los integrantes de aquella comisaría: Jurriaans, el alma mater de la misma, la atractiva ayudante –o brigada– Adèle y los violentos Karate y Ketchup, a los que se une un miembro de la reserva de la policía, Varé, de raza negra y novio de Adèle, que les aporta sus conocimientos de la cultura supersticiosa y cercana a la brujería de los miembros de esa comunidad negra que comienza a ser muy abundante en las cloacas de Amsterdam.


Porque el caso y el libro se mueve en dos frentes, por un lado el descubrimiento de esas supersticiones, de esa terminología particular y de esas prácticas nocivas en las que creen los inmigrantes que provienen de Surinam, como el asesinado Luku Obrian, y los pasos vacilantes para desentrañar el caso de nuestros dos protagonistas y Cardozo dentro de los miembros de esa comisaría, una comisaría que se enfrenta a diario precisamente con los tres mafiosos que dominan los entresijos de los bajos fondos de la capital de los Países Bajos.


Mientras todo eso va ocurriendo, y en paralelo, nos encontramos con el comisario, que se ha introducido subrepticiamente y sin que ningún miembro policial esté al tanto en un hotel situado en la zona, para intentar entresacar información por su cuenta. Ese hotel casualmente es de la amante de Grijpstra, Nellie, una antigua prostituta que precisamente es vecina de Tío Wisi, un anciano negro experto en estas cuestiones de brujería y que ha mantenido una cierta relación con el asesinado Obrian.

Hasta aquí el planteamiento del caso. Pero lo interesante tiene que ver más con lo que no se dice, lo que se oculta en el comportamiento de todos. Porque al final todos se van mostrando y van actuando de una forma aparente o, llamémoslo, superficial, mientras que en el interior, en el fluir de los circuitos internos, todo se digiere de una forma distinta. Así las dos investigaciones –la del comisario y la de Grijpstra y De Gier– van a parar al mismo punto, a la casa de tío Wisi, pero eso sirve sólo para explicar el lado, llamémoslo, supersticioso de la trama, esas voces provenientes de la cultura negra, que provocan miedo más por desconocimiento que por sí mismas; pero por otro lado la investigación oficial, la que proviene de la comisaría, va por el camino trillado, la de la búsqueda de los otros dos matones del hampa de Amsterdam, Gustav y Lennie.

Centro de Amsterdam

Nos encontramos, pues, con una conjunción de elementos, trazados con maestría por el autor, que desembocan en unos diálogos brillantes, en unas escenas y situaciones originales y en muchos casos extravagantes, en unos personajes, sobre todo los centrales, muy bien dibujados, perfectamente perfilados, también extraños, únicos cada uno de ellos y por tanto distintos, con una rasgos perfectamente delimitables y, por último, una trama bien trazada, en la que lo más fácil permanece oculto en una madeja de canales y calles en las que los transparentes escaparates donde se exhiben las prostitutas es lo único que de verdad se muestra sin remilgos porque el resto, lo que ocurre una vez corridas las cortinas, entra dentro del viaje del que consume los estupefacientes de tan fácil circulación por esos mismos canales de Amsterdam.
   





(1) 1975. Outsider in Amsterdam (Extranjero en Amsterdam).
(2) 1976. Tumbleweed (Arrastrado por el viento).
(3) 1976. The Corpse on the Dike (Muerte en el dique).
(4) 1977. Death of a Hawker (Víctima sin rostro).
(5) 1977. The Japanese Corpse.
(6) 1978. The Blond Baboon.
(7) 1979. The Maine Massacre (Masacre en Maine).
(8) 1981. The Mind-Murders (Dios los cría…).
(9) 1983. The Streetbird (Pájaro callejero). Lectura
(10) 1985. The Rattle-Rat.
(11) 1986. Hard Rain (Malos tiempos). Próxima lectura
(12) 1996. The Hollow-Eyed Angel.
(13) 1994. Just a Corpse at Twilinght.
(14) 1997. The Perfidious Parrot.


1999. The Amsterdam Cops: Collected Stories. (Relatos)



Nota: Los títulos y año de edición se han elaborado teniendo en cuenta su publicación en inglés, ya que las traducciones al español se han efectuado a partir de ese idioma. En realidad Jenwillem Van de Wetering escribía sus libros tanto en inglés como en holandés, no traducía del uno al otro, sino que adaptaba su escritura al idioma original de sus lectores.