No son series de televisión, aunque permiten una secuencia. No son series de televisión policíacas, aunque pueden ser la raíz y son policíacas. No son asesinos en serie, aunque los hay. Son series de detectives o investigadores: Marlowe, Rebus, Conde, Beck, el agente de la Continental, Bosch, Morck, Jaritos, Romano, Grens, Grave Jones y Coffin Johnson, Sejer, Bevilacqua, Wilhelmsen, Adamsberg, Erlendur... Y se sitúan en cualquier lugar, son de cualquier lugar: la muerte está en todas partes.
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lunes, 23 de septiembre de 2013

Segundos negros, de Karin FOSSUM

Svarte Sekunder (Segundos negros) es la sexta novela de la serie, también la sexta traducida al español, si bien no se sigue exactamente el orden cronológico de su publicación en su noruego natal, que ya va por el undécimo título, pues acaba de salir Carmen Zita og doden, la última novela que tiene a Konrad Sejer como el mesurado, cercano y serio investigador y a Jacob Skarre como su perspicaz ayudante.

En Segundos negros nos volvemos a encontrar con una niña desaparecida, como ya ocurrió, por ejemplo, en Se deg ikke tilbake! (No mires atrás) –de la que ya hicimos una lectura anteriormente–. Esta vez Ida Joner tiene diez años y ha salido en su bicicleta amarilla a comprar una revista al quiosco que está a unos pocos kilómetros de su casa. Ida vive sola con su madre separada en una localidad pequeña cercana a Oslo, Glassverket. Y si algo tiene Karin Fossum es lo bien que retrata la angustia ante lo terrible en ese primer capítulo de la obra. Cómo una madre, en este caso, puede llegar a tal estado de incomprensión, perplejidad, pavor, desesperación y, en definitiva, angustia, ante lo que le puede pasar o haber pasado a un hijo o, centrándonos en la novela, a su hija Ida.

Y de ahí al sentimiento de la comunidad al enterarse de la desaparición de un niño. Cómo todos, todos, tendemos a pensar en algo terrible que tiene que ver con depravaciones sexuales y sádicos y demás dementes sexuales que las novelas, las series y películas de televisión o hasta los mismos periódicos nos inoculan, pero que en realidad es nuestro propio miedo, el que sale de nosotros mismos, el que nos posee hasta no poder pensar en otra cosa, en otras posibilidades, sino, siempre, siempre, en las más terribles, en las más angustiosas y horribles.

Y la sospecha, cómo no, siempre recae en aquellos que son algo diferentes –ocurrió ya en No mires atrás con Raymond, un chico algo retrasado– y aquí será Emil Johannes, un hombre que ronda los cincuenta años, que vive solo, que apenas habla y que siempre va con su motocarro por las carreteras de la zona. En eso Fossum es una especialista, en introducirnos dentro de esos seres que no se pueden expresar como las personas que llamamos normales, que tienen algún grado de incapacidad o simplemente de diferencia, ya sea social o psíquica, como nos encontramos en Den som frykter ulven (¿Quién teme al lobo?) con Kannick y Errki, o seres que simplemente sufren problemas depresivos y de incapacidad para vivir sin más, como en Den onde viljen –obra aún no traducida al español– o como el adolescente Johnny Beskow en Varsleren (Presagios) –ver lectura de No mires atrás–, esa época, la de la adolescencia tan extraña, tan problemática, tan incomprensible, donde la personalidad aún no está madura y la capacidad para delimitar lo que se debe hacer o lo que no, más que nunca, presenta equivocadas salidas, como Segundos negros pondrá en claro.


La novela se podría dividir en dos partes. Una primera, donde Fossum nos muestra, como hemos dicho, la angustia de la madre y los sentimientos que la desaparición de la niña genera en la comunidad, además de la incapacidad de la policía de encontrar ninguna pista sobre la desaparición. Y una segunda, donde a partir de la aparición del cadáver de Ida se produce el proceso propiamente de la investigación, a través de las pistas que ese cadáver genera y a través y, sobre todo, de las conversaciones, diálogos e interrogatorios que se van a producir a partir de ahí.
     
Y es ahí, en esos diálogos, en esas pequeñas cosas que no se dicen o que no se pueden decir y que al final van saliendo de una u otra forma a la luz, donde cobra maestría el inspector Konrad Sejer, con su paciencia, con su saber estar, con esa tranquilidad que sabe transmitir, a pesar de la intranquilidad que se respira al otro lado, en la otra vertiente, en el interrogado, en el que está de una u otra forma bajo sospecha.

Y al final lo que parecía ser una cosa es otra. Porque no todo tiene que ser producto de la vileza o de la maldad. Porque en realidad muchas de las cosas que suceden, que pasan, que se producen no tienen una voluntad que las guíe hacia allí. Simplemente pasan. Y uno tiene que vivir con ello.






1995. Evas oye. (El ojo de Eva)
1996. Se deg ikke tilbake! (No mires atrás) Lectura
1997. Den som frykter ulven. (¿Quién teme al lobo?)
1998. Djevelen holder lyset.
2000. Elskede Poona. (Una mujer en tu camino)
2002. Svarte Sekunder. (Segundos negros) Lectura
2004. Drapet pa Harriet Krohn.
2007. Den som Elster noe annet.
2008. Den onde viljen.
2009. Varsleren. (Presagios)
2013. Carmen Zita og doden

miércoles, 28 de agosto de 2013

Hasta la cima de la montaña, de Arne DAHL

Acaba de salir recientemente en español la tercera entrega de la serie del Grupo A: Upp till toppen av berget (Hasta la cima de la montaña) –sólo tres de once y toda la serie va con más de una década de retraso respecto a su sueco original–. 

Y ha dado tiempo en sólo tres actos a que los actores que conforman el Grupo A se unan, se separen y se vuelvan a unir, como ocurre en esta última. La excusa es un caso con muchos testigos que no son tales pues están implicados en otro caso mucho más complejo y ramificado que envuelve a una facción de neonazis, a una red de narcotraficantes procedentes de la antigua Yugoslavia y a pedófilos sin miramientos ni para sus propios hijos. Es decir una trama compleja que se va extendiendo a medida que los siete antiguos componentes del Grupo A se van agregando a la investigación. La frase simple, el párrafo corto, el ritmo ágil vuelven a dominar el estilo de contar de Arne Dahl, como en las anteriores, pero en este caso en una trama mejor estructurada quizá.

Antes fue Ont blod (El que siembra sangre), la primera de la serie sobre el grupo A. Primera publicada por el autor, pero no la primera dentro de la cronología del grupo de investigación criminal, que será la siguiente Misterioso. En ésta se arma el equipo que será el protagonista de las siguientes entregas. Aunque en un principio Paul Hjelm parece el principal, después nos vamos dando cuenta de que el autor utiliza las historias de todos ellos para dar una visión nunca aislada y sí heterogénea de las vidas particulares enmarcadas dentro de una sociedad sueca moralmente en decadencia.  

El que siembra sangre es una trama compleja en la que se importa a un asesino en serie directamente del país de donde nacen: USA. Y que se va engarzando a medida que avanza la novela, para dar un giro imprevisto en el último cuarto de la obra, con una inesperada en principio lucha entre el capitalismo egocéntrico norteamericano y el fundamentalismo de corte islamista. La primera guerra de Irak del primer Bush y sus enmascarados motivos aparece como fondo.

Se podría leer la novela en clave política aportando precisamente ese trasfondo que desencadenará en los atentados del 11 septiembre, aunque no es precisamente ese el interés de la misma. Por ahí quedaría ciertamente coja y no creo que sea la intención del autor.

Si algo tienen las novelas de Arne Dahl es su fácil lectura. Se mantiene un ritmo ágil constante, con cambios de perspectiva a medida que Hultin, el comisario jefe del Grupo A, va repartiendo las tareas a los distintos investigadores y estos se van haciendo cargo de las mismas. Pero desgraciadamente le sobran páginas, como suele ser norma en algunos autores de este género. La perspectiva psicológica no deja de ser ciertamente superficial, no hay profundidad en la acera de los asesinos ni en la de los policías.      

Gamla Stam. Estocolmo.
Foto: Archivo personal
Pero engancha, aunque a veces la verosimilitud esté reñida con la realidad y cierto humor tenga que sustituirla. Los policías se nos hacen accesibles cuando penetramos en su vida que en ningún caso se acerca a lo convencional o establecido, sino que como en la vida misma cada uno se mueve como en aguas movedizas, intentando salvarse de algo como buenamente pueden. Y de ahí nos podemos agarrar para continuar con la serie, ya que los del otro lado no presentan rasgos que nos haga empatizar con ellos, son malos y ya está: ambiciosos, crueles y con todos los defectos que uno se pueda llevar a la cama; en fin: asesinos y ladrones. Y entremedias están los malos menos malos, ni lo uno ni lo otro, que se quedan en eso, aunque el autor se empeñe en salvarlos de alguna forma.






1998. Ont blod. (El que siembra sangre)
1999. Misterioso. (Misterioso)
2000. Upp till toppen av berget. (Hasta la cima de la montaña) Lectura
2001. Europa Blues.
2002. De största vatten.
2003. En midsommarnattsdröm.
2004. Dödsmässa.
2005. Mörkertal.
2006. Efterskalv.
2007. Himmelsöga.
2008. Elva.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Un paso en falso, de Kjell Ola DAHL

Den fjierde raneren (Un paso en falso –o con una traducción más fiel, el cuarto ladrón–), es la tercera novela publicada en España de la serie de los policías noruegos Gunnarstranda y Frolich, pero la quinta de las ocho publicadas hasta ahora por su autor Kjell Ola Dahl –no confundir con Arne Dahl, autor sueco, también publicado en España–. Y es una pena que sólo sea la tercera, porque si algo demuestra este autor es su oficio, un oficio muy bien logrado con el que sin duda mantiene atrapado al lector de sus novelas y que se merecería un mayor interés de nuestras editoriales por publicarlo.

Dos ejes vertebran sus novelas: la desvelación poco a poco del misterio que siempre tiene que ver con hechos ocurridos en el pasado, o bien cercano o bien más alejado, y el diálogo constante que mantienen los dos policías, Gunnarstranda y Frank Frolich, entre sí o interrogando a los testigos y sospechosos hasta descubrir ese misterio.

En En liten gyllen ring (La muerte en una noche de verano) el asesinato de Katrine Bratterud, una ex drogadicta y ex prostituta, dada en adopción en su infancia, precisamente tiene que ver más con esto último que con sus relaciones en el presente con los distintos novios y amigos. Mientras que en Mannen i vinduet (Un muerto en el escaparate) el muerto, el anticuario Reidar Folke Jespersen, de setenta y nueve años, debido a su carácter osco y autoritario y en ocasiones malvado, tiene como posibles asesinos tanto a personas relacionadas con su mundo actual, esposa, amante de su esposa, hijo, hermanos, ex trabajadores, como a fantasmas del pasado más lejano relacionado con su juventud durante la segunda guerra mundial que irán surgiendo a medida que los dos policías se sumergen en la búsqueda de su asesino.

Un paso en falso tiene alguna diferencia con respecto a las anteriores –que no es el lugar donde se desarrollan, siempre Oslo– y es que el peso de la investigación, incluso, diría más, el peso de la trama, ya que le afecta en primera persona, es llevado por Frank Frolich, mientras que Gunnarstranda tiene en este caso un papel un poco secundario. Y le afecta porque se ve implicado en un romance con Elisabeth Faremo, hermana de un ladrón y delincuente y que por lo tanto le involucra sin que él pueda evitarlo en el otro mundo, y su visión del delito ya no será desde fuera, como hasta ahora, sino desde dentro, desde el momento en el cual él también está bajo sospecha.

La investigación también termina llevándonos hacia algo que tiene que ver con el pasado, un robo dos años antes de una Madonna de Bellini, pintor del renacimiento italiano, aunque el motivo primordial en este caso sea la codicia y, con ella, la mentira, mas teniendo a la belleza (de una obra de arte y de una mujer) como el elemento vertebrador, como el que propicia todo, como el pistoletazo de salida que hace que las cosas se pongan en marcha sin que se pueda evitar. 
 
Pero, como decimos, las elucubraciones en voz alta entre los dos policías, con constantes conversaciones entre ellos y con el fiscal Fristad, haciendo hipótesis de trabajo a medida que se van desarrollando las investigaciones y los interrogatorios individuales, repartiéndose las tareas tanto Gunnastranda como Frolich, van sosteniendo el desarrollo de las distintas novelas y nos van llevando de la mano, sin soltarnos, hacia el desenlace final, que siempre está marcado por alguna sorpresa de última hora, que no por eso desestabiliza el entramado muy bien construido de todo el argumento.






1993. Dodens investeringer.
2000. En liten gyllen ring. (La muerte en una noche de verano)
2001. Mannen i vinduet. (Un muerto en el escaparate)
2003. Lille tambur.
2005. Den fjerde raneren. (Un paso en falso) Lectura
2007. Svart engel.
2010. Kvinnen i plast.
2011. Isbaderen.

miércoles, 17 de julio de 2013

1222, de Anne HOLT

Un accidente de tren. El huracán Olga. Dos asesinatos. Y cerca de doscientas personas encerradas en un hotel de montaña. Todos sospechosos.

Y Hanne Wilhelmsen para desenredar el nudo.

Sí. Es Hanne Wilhelmsen de nuevo. La que había sido disparada y condenada a una silla de ruedas para el resto de su vida en la anterior novela Sannheten bortenfor (hasta ahora sin traducir al español), con la que se suponía que se había acabado la serie de esta policía noruega, homosexual, distante y esquiva.

Después apareció tangencialmente en Presidentens valg (Una mañana de mayo) sólo para ayudar a Inger Johanne Vik (ver lectura de su serie) a salvar a la presidenta de Estados Unidos de las manos de sus propios compatriotas. Pero aquí, en 1222, reaparece, mas reaparece como una pasajera más de tren con destino Bergen que descarrilará y propiciará todo el embrollo posterior.

Y nuevamente nos encontramos a la Hanne Wilhelmsen metida en su caparazón. Ahora es un caparazón con ruedas que hace que las distancias con el resto de la humanidad se amplíen y que nadie la pueda tocar; antes era debido a su carácter y a su condición de homosexual lo que hacía que sus antiguos compañeros policías y también los fiscales adjuntos que trabajan codo con codo con ellos no consiguiesen penetrar ni siquiera rozar ese caparazón (excepción de su corpulento compañero de promoción Billy T.).

En esta novela la trama dista mucho de ser como las anteriores, pues Hanne hace tiempo que se ha retirado de la policía, pero muy a pesar suyo y debido a las circunstancias se ve embarcada en el esclarecimiento de los asesinatos de dos religiosos. Todo ocurre en unas circunstancias excepcionales, en Finse 1222, a treinta grados bajo cero en el exterior, sin posibilidad de salir debido a los vientos huracanados y a ese frío intenso, con los otros supervivientes del accidente de tren con los nervios de punta, con los pocos que son capaces de ayudar y de dirigir todo este desbarajuste. Y nieve, mucha nieve.

Y ahí tenemos nuestro reencuentro con Hanne Wilhelmsen, ya no aquella policía ágil, de las primeras novelas –sólo dos traducidas al español Blind gudinne (La diosa ciega) y Salige er de som torster (Bienaventurados los sedientos). (En 2014 acaba de aparecer Demonens død, traducida como El hijo único [ver lectura])–, sino con una mujer de cerca de cincuenta años, aislada en su entorno familiar y sin ningún interés de inmiscuirse en asuntos que considera fuera de su incumbencia. Hasta que el gusanillo de la investigación, de la búsqueda, penetra en ella, ayudada, eso sí, por los pocos que deja que estén a su alrededor. 

En realidad a la obra le falta un poco de intensidad, sobre todo al final, pero el contexto no propiciaba que la tuviese, la invalidez tiene estas cosas.

Como suele ocurrir con Anne Holt, a la intriga principal se le añade una secundaria, que es un guiño y un pasatiempo. Cuando se habla de terrorismo o de terroristas, el protagonismo lo toman los Estados Unidos y sobre todo el hombre más buscado hasta hace poco por éstos. Probablemente sea prescindible o sobre ese hombre de la barba subiendo al helicóptero en la escena final, pero estas cosas a veces también ocurren con Anne Holt.

Suelen sobrar algunas cosas en sus novelas.






(1) 1993. Blind gudinne (La diosa ciega).
(2) 1994. Salige er de som tørster (Bienaventurados los sedientos).
(3) 1995. Demonens død (El hijo único). Lectura
(4) 1997. Løvens gap (En las fauces del león). Lectura
(5) 1999. Død joker.
(6) 2000. Uten ekko. Escrita con Berit Reiss-Andersen.
(7) 2003. Sannheten bortenfor.
(8) 2007. 1222 (1222). Lectura 

2006. Presidentens valg (Una mañana de mayo). [Pertenece a la serie de la profiler Inger Johanne Vik y del policía Yngvar Stubø, pero aparece Hanne Wilhelmsen, ya retirada de la policía y en silla de ruedas, como amiga de Vik. Ver lectura de la serie.]

viernes, 7 de junio de 2013

Invierno ártico, de Arnaldur INDRIDASON

En todas las novelas de Arnaldur Indridason hasta la fecha y ya van trece del inspector Erlendur, incluida la que nos ocupa, Vetrarborgin (Invierno ártico) –la última traducida al español y séptima de la serie–, los casos se entremezclan en el desarrollo de la trama. Es decir, hay, eso sí, un caso rector y otros adláteres que se van sucediendo y que en algún caso no tienen solución final.

Al igual que con los casos tampoco la investigación es llevada por una única persona, aunque sí sea Erlendur el inspector principal, al que acompañan sus ayudantes Elínborg y Sigurdur Óli. Con ello Indridason consigue plasmar la complejidad de las personas y la complejidad de la realidad. No es un autor que se centre en la psicología del mal, porque un lector de sus novelas se daría cuenta de que tal cosa no existe, sino en las miserias de la vida, que de alguna u otra forma te puede llevar a actos que se pueden considerar equivocados o éticamente deplorables.

En Invierno ártico nos encontramos con la muerte de un niño de diez años, Elías, hijo de madre inmigrante, en un barrio de Reykjavik, pero también con la desaparición de una mujer, por un más que probable suicidio, con la huida de un pedófilo largamente buscado y, junto a todo ello, con posibles casos de racismo, con gamberradas sin sentido, con la distante relación filial de Erlendur y sus dos hijos y su complejo de culpa con respecto a la antaño desaparición –otra más– de su hermano, con las desavenencias constantes de Sigurdur Óli y su esposa Bergthóra y su imposibilidad de tener hijos...

Algunos de los asuntos se cerrarán en esta novela, pero otros serán asuntos pendientes que le van sirviendo a Indridason para mostrarnos a lo largo de la serie cómo todo es un caso que sólo se soluciona con el adiós final, si es que eso es una solución. El ejemplo en esta novela será Marion Briem, la antigua jefa de Erlendur, que muere de una forma solitaria y sin estridencias, como un ligero soplo de aire hace planear una hoja hasta su desaparición definitiva, poco a poco escapándose de la vista.

Así el caso de Andrés y su padrastro pedófilo llegará a su fin en Svörtuloft –la décima novela de la serie–. Esta historia es llevada por Sigurdur Óli, pues Erlendur no aparece como tampoco apareció en la anterior Myrká (ambas aún no traducidas al español), cuya trama lleva Elínborg. Aquí en medio de un caso de corrupción económica, pero también de infidelidades y de chantajes, nos centramos en la existencia vital de Sigurdur Óli ya separado de Bergthora, sus relaciones de amistad, que precisamente le llevan a esa investigación, la conflictiva y nunca solucionada relación con sus padres divorciados, y también, al lado, el desolador final de Andrés y el macabro término de su padrastro.

Pero volviendo al asesinato de Elías, aquí la resolución no está en lo que parece más evidente, el racismo que puede provocar la inmigración en una sociedad tan cerrada y aislada como puede ser la islandesa, sino en un sinsentido donde la casualidad juega un juego que nadie comprende.

Si Indridason es un grandísimo escritor no es porque sus novelas sean tramas policíacas muy bien llevadas, sino porque son tramas vitales que nos acercan a ese páramo helado al que no queremos acercarnos pero que sin querer todos llegamos, y llegamos de una forma solitaria y a la intemperie. Solos y con frío. Y así desaparecemos. 






1997. Synir duftsins.
1998. Dauôarósir.
2000. Mýrin. (Las marismas)
2001. Grafarbögn. (La mujer de verde o Silencio sepulcral)
2003. Röddin. (La voz)
2004. Kleifarvatn. (El hombre del lago)
2005. Vetrarborgin. (Invierno ártico) Lectura
2007. Harôskafi.
2008. Myrká.
2009. Svörtuloft.
2010. Furôustrandir.
2011. Einvigiô.
2012. Reykjavíkurnaertur.

lunes, 27 de mayo de 2013

Expediente 64, de Jussi ADLER-OLSEN

Cuarta novela de la serie traducida al español de las cinco que hasta ahora ha publicado Jussi Adler-Olsen en su danés original. Novela que sigue la estela de las tres anteriores. Bien trabada, con personajes creíbles aunque exagerados –luego analizaremos esto, porque es uno de los rasgos que más destacan en su obra–, casos complejos que se entremezclan, cierto humor –elemento que no suele estar presente en este tipo de obras– y finales siempre, siempre ridículamente heroicos, donde los dos mayores protagonistas siempre, siempre están a las puertas de la muerte.

Carl Morck es el subcomisario que lleva el mayor peso en el desarrollo de las tramas. Es un policía del que todos se empeñan que está traumatizado por lo que les ha ocurrido a sus anteriores compañeros –uno muerto y el otro postrado en una cama sin apenas ninguna movilidad– en su presencia, pero tanto su desidia en el comportamiento como sus pensamientos y comentarios sarcásticos en muchos momentos nos lo acercan y empatizan. Assad es su compañero, de procedencia siria, apareció en la primera novela (Kviden i buret o La mujer que arañaba las paredes, como atrozmente se la ha traducido aquí) como el que limpiaba las dependencias del sótano donde fue reciclado Carl Morck como el responsable de poner en marcha el nuevo Departamento especial Q encargado de casos antiguos sin resolver. Pero, Assad, como decimos, va a ser mucho más que eso, va a ser un inspector más sin placa, pero con mucha intuición, extremadamente trabajador (como que vive en la comisaria) y experto en el cuerpo a cuerpo, pero sobre todo sin historia: no sabemos de dónde viene exactamente ni cómo ha aparecido como ayudante de Morck. En cuanto a Rose (o Yrsa) que apareció como la secretaria en la segunda novela (Fasandreaberne o Los chicos que cayeron en la trampa) es una mujer excéntrica con muy mal humor y que sufre de doble personalidad que cambia cuando le viene en gana (en la tercera novela Flaskepost fra P o El mensaje que llegó en una botella se convertirá en su hermana Yrsa). Pero a pesar de ser todos ellos ciertamente extravagantes, nos sumergimos en los casos con su misma pasión.

Lo malo son los malos. Todas las novelas tienen el mismo estilo de alternancia entre los capítulos llevados por Carl Morck y los suyos y los capítulos que se centran en los que cometen los asesinatos o fechorías. En la primera novela es un secuestrador vengativo que rapta a una prometedora política, en la segunda son una serie de hombres de la influyente y alta sociedad que desde su adolescencia han cometido atrocidades simplemente para que la adrenalina fluya por sus venas, en la tercera es un difuso y oculto personaje que rapta y asesina a niños que pertenecen a sectas o corrientes religiosas demasiado estrictas y que tienen que pagar por ello como él pagó en su infancia. Y en esta que nos ocupa (Journal 64 o Expediente 64) es una mujer vejada durante la primera parte de su vida y que busca venganza y, sobre todo, son los racistas del partido Ideas Claras y sus atrocidades contra las personas más desfavorecidas con la sola intención de lavar y limpiar la sociedad de lo que no es como ellos quieren que sea. Pero el problema de los malos en todas ellas es que son tan extremadamente malos sin ningún atisbo de otra cosa que no llegan a ser creíbles del todo.      




2007. Kvinden i buret. (La mujer que arañaba las paredes)
2008. Fasandraeberne. (Los chicos que cayeron en la trampa)
2009. Flaskepost fra P. (El mensaje que llegó en una botella)
2010. Journal nr 64. (Expediente 64) Lectura
2012. Marco Effekten

lunes, 6 de mayo de 2013

Tres segundos, de Anders ROSLUND & Börge HELLSTRÖM

Tempo. Ritmo. El ritmo es algo primordial en una novela policiaca. No estoy hablando de si es rápida, lenta, trepidante, exhaustiva, veloz o asmática. Estoy hablando de que la novela, cada novela tiene un ritmo que la caracteriza –incluso podríamos decir que cada autor lo tiene, pero no es este el caso, o no de lo que vamos a tratar aquí–, el ritmo de Tres segundos es tan propio que nos lo transmite, nos lo contagia, nos hace a nosotros partícipes de él, nos rodea de tal forma que nos colocamos en el centro, que nos metemos dentro del vehículo de la trama y vamos a donde nos lleve sin mirar atrás en ningún momento, sin preguntarnos en qué momento nos hemos subido en él, en qué momento hemos llamado al taxi y le hemos dado la dirección, y no nos lo preguntamos porque nosotros no lo hemos llamado ni sabemos la dirección hacia donde se dirige, simplemente nos hemos subido a él desde el principio y nos ha llevado, nos lleva hacia donde sea el final, sea cual sea el final, hacia allí nos vemos llevados desde el principio, desde la primera palabra de la novela.

Tres novelas –ya cuatro– se han traducido al español de las seis que esta pareja de periodista y exdelincuente, Anders Roslund y Börge Hellström, han publicado en su sueco original. Hasta ahora Box 21 en su título original, la segunda de la serie protagonizada por el malhumorado Ewert Gens y su cándido compañero Sven Sundkvist, era la de mayor reconocimiento aquí, y siendo buena, la que nos ocupa, Tre sekunder, la supera con creces. Mientras Estocolmo, Estación Central una traducción de Box 21 un tanto alejada del título original, por decirlo sin mayor hincapié (no sabemos por qué esto ocurre tan a menudo en las traducciones de las novelas policíacas)– se centraba en el tráfico de personas para la prostitución procedentes de países bálticos, aquí, en Tres segundos, el argumento nace del tráfico de estupefacientes y su origen vuelve a ser de países de aquella zona, en este caso Polonia.

Vista desde Gamla Stam. Estocolmo
Foto: Archivo personal
La novela está dividida en cinco partes. En la primera que dura de domingo a miércoles se nos presenta Paula o Piet Hoffmann, el infiltrado, el que nos lleva de Polonia a Suecia y de la libertad a la cárcel, el que presencia un asesinato y el asesinado posterior, el que tiene miedo y no se deja dominar por el miedo, el que habla sueco y polaco, porque es sueco y polaco, el delincuente y el policía, el padre de dos niños y una mujer, Zofia, que serán, son la luz al final del túnel, la única luz para salir del humo negro de la oscuridad final. En la segunda Paula tiene treinta y ocho horas para preparar su ingreso en prisión para seguir con su doble misión de introducir y dirigir el nuevo poder de la droga dentro de los muros, pero también para preparar su posible salida de la misma. La tercera parte va de lunes a viernes, el tiempo que dura la misión fracasada de Paula y donde, junto a él, el inspector Grens, como el que ordena el disparo final que dura tres segundos, empieza a tener protagonismo, en realidad el protagonismo se alterna entre el de dentro y el de fuera. Muy bien llevado. En la cuarta parte, el fin de semana posterior, sábado y domingo, Grens es el encargado de desenmascarar todo el entramado que ha llevado a ese injusto disparo y detonación final. 

Västmannagatan, Estocolmo
La quinta y última es la más rápida porque todo está ya hecho y resuelto en realidad, resuelto el primer homicidio del policía infiltrado danés de Västmannagatan 79 cometido por los malos y resuelto el segundo homicidio del policía sueco infiltrado, llamado Paula o Piet Hoffmann, del centro penitenciario de Aspsas cometido por los buenos.

Como suelen decir en las contraportadas o en las fajas a modo publicitario: “Engancha”.  





2004. Odjuret (La bestia).
2006. Edward Finnigans upprättelse (Celda número 8). Lectura
2007. Flickan under gatan.
2009. Tre sekunder (Tres segundos). Lectura
2012. Tva soldater. Próxima Lectura

lunes, 29 de abril de 2013

Lo que esconden las nubes oscuras, de Anne HOLT

Las casualidades son elementos que juegan un papel en cierto modo importante en las novelas policíacas. Los accidentes de todo tipo forman parte de las casualidades. Pero cuando los accidentes son el elemento primordial que caracteriza el final de la novela, el elemento con el que de algún modo se resuelve la trama: algo falla. Algo importante falla. No es cuestión de que la novela deje de sorprender o que el misterio se resuelva de una forma impactante o no esperada. El problema se encuentra en la tergiversación de la verosimilitud. No es que un accidente o una casualidad no formen parte de la realidad que nos envuelve y que somos, y en la realidad que se inventa la novela en cuestión, lo son, forman parte, es decir, no dejan de ser reales y verosímiles, pero no cuando algo chirría, cuando al leer el desenlace, te dices, pero por qué razón nos asalta con esto, por qué demonios estropea el autor una trama hasta ese momento bien trabada, organizada, con unos personajes creíbles, con unos protagonistas con los que nos identificamos, con un asunto bien solucionado.

Iguales o parecidos problemas me encontré con Det som aldri skjer –o como la han traducido aquí: Crepúsculo en Oslo (sin ningún sentido, por cierto)– y es que la trama no termina. No es el mismo problema que me generó Castigo, la primera de la serie que protagonizan el inspector Yngvar Stubø y la que será ya su pareja en esta que nos ocupa. En Castigo el error es evidente, la casualidad se torna protagonista al final de la novela cuando se estrellan en un accidente de tráfico los dos perseguidos. Es tan preponderante que derrumba el final, que lo sustrae, nos lo roba, o, mejor, asesina, de alguna forma.

Aquí, en Crepúsculo en Oslo, el asesino se nos queda pendiente, no porque no lo conozcamos, sino porque, según propone la novela, es el asesino perfecto: inalcanzable, todopoderoso, sin castigo.

Otra novela también fallida es Una mañana de mayo. En una trama que envuelve a la presidenta de EEUU, secuestrada no sabemos por quién en Noruega, y que resulta que la han abandonado en un sótano de la casa de Hanne Wilhelmsen –la protagonista de su serie anterior (hasta ahora se han publicado en español los tres primeros [ver lectura] y el último de la serie [ver lectura])–, donde aparece tampoco sabemos cómo Inger Johanne Vik.

Excluyo, aunque no del todo, Noche cerrada en Bergen. Es la mejor trabada en todos los sentidos, pero esa amiga de hace veinte años que aparece para darle a Inger Johanne la clave del grupo homofóbico estadounidense…

Junto a ella, la última es la mejor de las cinco. El tema es lo suficientemente concreto y preocupante: el maltrato de los niños, como para sostener él solo la novela. Y está bien, muy bien llevada, aunque Yngvar Stubø no aparezca en ella, demasiado ocupado por la masacre de la isla de Utoya. Pero no.

No. A Skyggedod (Lo que esconden las nubes oscuras) le sobran los últimos cuatro párrafos, sin más. También le podría sobrar ese encuentro a lo Poirot en la casa del suceso de los incriminados, pero, en fin, se puede aceptar. Pero lo que le sobra, sí o sí, es ese accidente final sin sentido (excepto para continuar en una nueva novela con un nuevo inicio o terminar con la serie protagonizada por Inger Johanne Vik y su marido Yngvar Stubø, que parece ser la pretensión de la autora).






(1) 2001. Det som er mitt. (Castigo)
(2) 2004. Det som aldri skjer. (Crepúsculo en Oslo)
(3) 2006. Presidentens valg. (Una mañana de mayo)
(4) 2009. Pengemannen. (Noche cerrada en Bergen)
(5) 2012. Skyggedod. (Lo que esconden las nubes oscuras). Lectura

viernes, 26 de abril de 2013

No mires atrás, de Karin FOSSUM

Se deg ikke tilbake! (traducida como No mires atrás) es una de las cinco novelas de Karin Fossum que se han publicado en español –ya seis–. En ellas el maduro y solitario inspector Sejer vuelve a ser el protagonista junto al joven Jacob Skarre. Pero –y esto es lo característico de las novelas de Fossum– su protagonismo no es tal, o al menos, lo comparte junto a los del otro lado, los malos, los malogrados, los que padecen alguna enfermedad psiquiátrica y no controlan lo que hacen, los jóvenes con problemas familiares o, simplemente, los que se encuentran en lugares equivocados en momentos inoportunos y no saben cómo salir de esa situación ni en el momento ni después de ese momento. Es decir, que si Sejer siempre aparece para intentar encontrar la culpabilidad de unos u otros, son estos unos u otros los que ocupan las páginas de las novelas de Karin Fossum para hablarnos de por qué ocurre lo que ocurre, cuáles son los antecedentes psicológicos, familiares, sociales que hacen posible que el crimen, los crímenes tengan lugar en una sociedad que se cree del bienestar.

En Varsleren (Presagios), la penúltima de las serie, el crimen, el verdadero crimen, es cometido al final y el presunto criminal, el que la trama argumental nos ha ido llevando para considerarlo como tal, no está claro que haya sido el verdadero causante de la muerte de un niño de ocho años, si bien su desarraigo familiar, el odio a su madre borracha y con problemas depresivos, le hace cometer una serie de bromas de mal gusto que provocan el terror en la pequeña comunidad donde vive. Como vemos de ejemplo en esta obra, los criminales a veces no son tales, o si lo son –la ambigüedad queda en el ámbito del lector– su bagaje psicológico los justifica de alguna manera.  

La novela que nos ocupa es la segunda de la serie de diez –ya once– que tiene al inspector Sejer como el guía de la misma. A falta de que se disponga en español de las otras cinco que faltan (acaba de salir Svarte sekunder en la colección Roja & Negra traducida como Segundos negros –ver lectura–), se puede considerar la mejor de todas. Siendo la segunda, como digo, ya nos está dando de sí todo lo que Karin Fossum aporta a la novela policial, esa giba, esa chepa, esa carga que todos llevamos y que asimilamos de una u otra forma según nuestra personalidad, según nuestras fortalezas y debilidades y según los pocos o muchos asideros que podamos encontrar en nuestro camino. Y los desencadenantes pueden ser muchos y están instalados en nuestras sociedades desde hace años, décadas, siglos: el sexo y el odio. El sexo: prohibido, su falta, su deseo, su in- o descontrol; el odio: al otro, al diferente o al feliz, al establecido o a lo establecido, por lo contrario.

No mires atrás en el fondo aporta el problema de los malos tratos a los niños. Pero está tan al fondo y tan al final de la novela que llega a ser casi indiferente para la trama en sí. En realidad nos estamos sumergiendo en los silencios de una comunidad donde todos se conocen y nadie se conoce en realidad, en la soledad que nos cerca y en los despropósitos que nos envuelven. Los personajes se van dibujando a medida que Sejer los va descubriendo y desnudando y lo que al principio era el posible secuestro de una niña, Ragnhild, se convertirá al final en el secuestro de nuestra buena conciencia, en su destrucción, más bien, y con ella, de la confianza en lo más cercano a nosotros mismos.





1995. Evas oye. (El ojo de Eva)
1996. Se deg ikke tilbake! (No mires atrás) Lectura
1997. Den som frykter ulven. (¿Quién teme al lobo?)
1998. Djevelen holder lyset.
2000. Elskede Poona. (Una mujer en tu camino)
2002. Svarte Sekunder. (Segundos negros) Lectura
2004. Drapet pa Harriet Krohn.
2007. Den som Elster noe annet.
2008. Den onde viljen.
2009. Varsleren. (Presagios)
2013. Carmen Zita og doden.