No son series de televisión, aunque permiten una secuencia. No son series de televisión policíacas, aunque pueden ser la raíz y son policíacas. No son asesinos en serie, aunque los hay. Son series de detectives o investigadores: Marlowe, Rebus, Conde, Beck, el agente de la Continental, Bosch, Morck, Jaritos, Romano, Grens, Grave Jones y Coffin Johnson, Sejer, Bevilacqua, Wilhelmsen, Adamsberg, Erlendur... Y se sitúan en cualquier lugar, son de cualquier lugar: la muerte está en todas partes.
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martes, 20 de agosto de 2013

El martillo azul, de Ross MACDONALD

Las novelas de Ross Macdonald presentan siempre el mismo esqueleto, como los seres humanos, los mismos huesos con la misma distribución, lo que varía: corte de pelo, color de ojos, edad, pobreza o riqueza… sólo son excusas para mostrar la misma desgracia e incomprensión, provocadas por la codicia y el amor o desamor.

Casi siempre son padres con problemas matrimoniales, a veces él mayor que ella, ésta incluso con algún bagaje problemático, aunque ellos no se quedan atrás, suelen, ellas, conservar cierta belleza que rememora una anterior dicha. En cuanto a los hijos o hijas, su principal adversidad son sus propios padres y después ellos mismos.

Y el relato. El relato siempre se desvela al final. El relato verdadero no es el que se ha ido trazando a lo largo de la trama, que está lleno de desvíos, desajustes, engaños y mentiras, sino el último, el que se conoce en el desenlace, siempre con Lew Archer como el narrador omnisciente final, que consigue desentrañar todo el estropicio de robos, muertes simuladas y asesinatos violentos en un relato fidedigno último, donde los malos quedan descubiertos y desnudos ante su propia miseria.

Eso ocurre en The Blue Hammer (El martillo azul), la última novela de Ross Macdonald, donde el esquema se vuelve a repetir, en este caso el inicio es un robo de un cuadro de un artista conocido en la ciudad (Richard Chantry), desaparecido hace años, a manos del amigo (Fred Johnson) de la hija (Doris) de unos padres adinerados (los Biemeyer, Jack y Ruth), propietarios de la pintura. Pero eso es solo el planteamiento inicial, posteriormente viene el primer asesinato en el presente del marchante de arte Paul Grimes, que directamente va empujando la investigación hacia los antecedentes, hacia la genealogía, donde la historia de la desaparición del artista Richard Chantry cobra mayor protagonismo que el cuadro buscado en el presente, y sólo a partir del descubrimiento de los hechos del pasado se encuentra la verdad sobre el caso del presente.

Podríamos decir lo mismo de The Goodbye Look (La mirada del adiós), donde el buscado es Nick Chalmers, un chico con demasiados problemas psicológicos, cuyas causas se encuentran en la historia, genealógicamente desvelada, de sus padres, más que en los sucesos recientes que han ocasionado que Lew Archer aparezca en escena. O con The Far Side of the Dollar (El otro lado del dólar) donde el huido o desaparecido es el chico Tom Hillman, internado en un centro para jóvenes problemáticos por sus propios padres.

O, aunque cambie algo el esquema, como en Black Money (Dinero negro) o The Barbarous Coast (La costa Bárbara), al final todo se resume en un rastreo sobre vericuetos escabrosos del pasado que ocasionan las desdichas del presente.

El gusto de leer a Ross Macdonald o de seguir las vicisitudes de Lew Archer no está en lo inesperado de sus tramas –inexistente, a pesar de las continuas sorpresas finales– ni en buscar la excepción de los personajes –siempre son los mismos, pero con distintos nombres–, el gusto de perseguir a Lew Archer o de leer a Ross Macdonald es que cada lectura es una relectura. Y con cada relectura nos inmiscuimos en los mismos ambientes californianos –Lew Archer se recorre toda California en sus casos, no sólo Los Ángeles donde tiene su oficina, incluso, a veces, traspasando sus límites (Nevada, Arizona…) cuando el caso lo requiere–, nos encontramos con los mismos personajes, con los mismos problemas de codicia, de despecho, de envidias y de amores falsos y auténticos que nos forman y nos conforman, que, más bien, nos constituyen, dándonos una forma universal, como si nuestro lugar en el mundo fuera siempre y sin excepción un lugar fuera de lugar, excepto para Lew Archer, que sabe colocar cada pieza en su sitio.






  (1) 1949. The Moving Target. (El blanco móvil)
  (2) 1950. The Drowning Pool. (La piscina de los ahogados)
  (3) 1951. The Way Some People Die. (La forma en que algunos mueren)
  (4) 1952. The Ivory Grin. (La mueca del marfil o La sonrisa de marfil)
  (5) 1954. Find a Victim. (En busca de una víctima)
  (6) 1956. The Barbarous Coast. (La costa bárbara)
  (7) 1958. The Doomsters. (Los maléficos o Los malignos)
  (8) 1959. The Galton Case. (El caso Galton) Lectura
  (9) 1961. The Wycherly Woman. (La Wycherly)
(10) 1962. The Zebra-Striped Hearse. (El coche fúnebre pintado a rayas)
(11) 1964. The Chill. (El escalofrío)
(12) 1965. The Far Side of the Dollar. (El otro lado del dólar)
(13) 1966. Black Money. (Dinero negro)
(14) 1968. The Instant Enemy. (El enemigo insólito)
(15) 1969. The Goodbye Look. (La mirada del adiós)
(16) 1971. The Underground Man. (El hombre enterrado)
(17) 1973. Sleeping Beauty. (La bella durmiente)
(18) 1976. The Blue Hammer. (El martillo azul) Lectura

2007. The Archer Files. (El expediente Archer) [recopilación de todos los relatos (y algunas obras inconclusas) donde aparece Lew Archer. Relatos:

“En busca de la mujer” (1946)
“Muerte en el agua” (2001)
“La mujer barbuda” (1948)
“Extraños en la ciudad” (2001)
“Chica desaparecida” (1953)
“La siniestra costumbre” (1953)
“El suicidio” (1953)
“Rubia culpable” (1954)
“Empresa inútil” (1954)
“El hombre enfadado” (2001)
“Azul medianoche” (1960)
          “Perro dormido” (1965).]

sábado, 22 de junio de 2013

Cosecha roja, de Dashiell HAMMETT

El agente de la Continental –el agente de la Agencia Continental de Investigaciones de San Francisco– aparece en dos novelas de Dashiell Hammett (1894-1961) y en (según mis cuentas) 28 cuentos que fueron publicados por primera vez en revistas como Black Mask. Las dos novelas son The Dain Curse (La maldición de los Dain) que más parece una novela de aventuras que una novela policíaca, aunque lo sea; y Red Harvest (Cosecha roja), la que nos va a ocupar en este comentario, la mejor novela de Hammett junto a The Glass Key (La llave de cristal) y la iniciadora del genero negro policíaco americano o hard-boiled.

La historia de Red Harvest no se sitúa en San Francisco –como la mayoría de las obras de Hammett o de las tramas del agente de la Continental– sino en Personville, también conocida como Poisonville, y contiene todos los ingredientes que conjuntan la novela negra: una mujer fatal (Dinah Brand), bella, ambiciosa y sin límites morales; una ristra de amantes de una u otra forma despechados (Bill Quint, Dan Rolff, Donald Willsson, el primer asesinado, su padre Elihu Willsson, el viejo, o Max Thaler, uno de los gánster); la ley seca y la gran depresión de los años veinte; los entramados políticos, marcados por la corrupción, y, por último y más característico, una extrema violencia. Y si algo mueve esa extrema violencia es el poder, el poder del dinero y el poder del poder, de la lucha por el poder y del mantenimiento del mismo si ya se posee.

Dinero, poder y un arma en la mano. Con eso no hay cortapisas morales que limiten la acción. Y esa ponzoña es la que penetra en el agente de la Continental que llega a Personville llamado por el muerto Donald Willsson y desdeñado por todos los demás que aparecen en la novela, el primero el todopoderoso y magnate de la comunicación Elihu Willsson y después el jefe de policía Noonan, tan corrupto como el contrabandista de alcohol Pete, el Finlandés, o como Lew Yard, o, el ya citado, Max Thaler o, posteriormente, Reno. Todos ellos se han repartido Personville y la han convertido en Poisonville y ese veneno se ha inoculado tan dentro de todos que no existe contraveneno, no hay vacuna que lo cure. El que entra dentro se convierte en otra persona, como el mismo protagonista dice en algún momento en la novela. Sólo alejándose de esa ciudad es posible no sentirse atrapado por esa espiral de violencia y de muerte, de asesinatos continuados en lo que se va a convertir todo el escenario. No en vano uno de los capítulos de la novela se titulará “El decimoséptimo asesinato”. Y será el de ella y posiblemente a manos del propio agente de la Continental. Y no será el último.


Si en el desarrollo posterior de la novela negra el detective también adquiere ese aura de atractivo que desprenden la mujeres protagonistas, como el mismo Sam Spade o después Marlow, lo que caracteriza al agente de la Continental es en extremo lo opuesto, es un ser sin ningún atractivo físico, para más añadidura está gordo, por ejemplo, pero si algo hay en él que todos los demás también tendrán es la perseverancia y la falta de escrúpulos para conseguir lo que en algún momento él considera justo: que los malos paguen de una u otra forma por lo que hacen. Eso sí, sin saltarse las normas de la Agencia, excepto en algunos pequeños e insignificantes casos.    

Si las dos novelas del agente de la Continental presentan esa dicotomía de la que hablé al principio, mientras una, The Dain Curse, se puede decir que es una novela novelesca y la otra Red Harvest es el ataque más virulento a la corrupta sociedad americana de la época, los cuentos donde aparece el agente de la Continental también se pueden clasificar en esas dos vertientes, siendo, claro, los más interesantes los que siguen los parámetros de esta segunda versión como “The Big Knockover” (El gran golpe) o “$. 106.000 Blood Money” (Dinero sangriento).






Novelas:
1929. Red Harvest. (Cosecha roja). Lectura
1929. The Dain Curse (La maldición de los Dain)

Cuentos (ordenados según su primera publicación en libro):
1943. Blood Money.
“The Big Knockover”. (El gran golpe)
          “$. 106.000 Blood Money”. (Dinero sangriento)
1945. The Continnental Op.
“Fly Paper”. (Papel cazamoscas)
          “Death on Pine Street”. (Muerte en la calle Pine)
          “Zigzags of Treachery”. (Tradiciones en zigzag)
          “The Farewell Murder”. (El crimen de Farewell)
1945. The Return of the Continnental Op.
“The Whosis Kid”. (El menda)
          “The Gutting of Couffignal”. (El saqueo de Coufignall)
          “Dead and Company”. (Muerte y Cía)
          “One Hour”. (Una hora)
          “The Tenth Clue”. (La décima pista)
1946. Hammett Homicides.
“The House in Turk Street”. (La casa de la calle Turk)
          “The Girl with the Silver Eyes”. (La muchacha de los ojos de plata)
          “Night Shots”. (Disparos en la noche)
          “The Main Death”. (La muerte de Main)
1947. Dead Yellow Women.
“Dead Yellow Women”. (El asesinato de las criadas chinas)
          “The Golden Horseshoe”. (La herradura dorada)
          “House Dick”. (El sabueso del hotel)
          “Who Killed Bob Teal?” (¿Quién mató a Bob Teal?)
1948. Nightmare Town.
“The Scarched Face”. (La cara quemada)
          “Corkscrew”.
1950. The Creeping Siamese.
“The Creeping Siamese”. (Los siameses rastreros)
          “Tom, Dick or Harry”. (Tom, Dick o Harry)
          “This King Business”. (Estirpe real)
1952. Woman in the Dark.
“Arson plus”. (Incendio provocado y algo más)
          “Shippery Fingers”. (Dedos escurridizos)
          “The Black Hat that wasn’t there”. (El sombrero negro que no estaba allí)
1962. A Man named Thin.
          “The Gatewood Caper”. (El rapto)