Más allá de la trama o del argumento, más allá de los
personajes, habituales de la serie o nuevos de esta novela, más allá de las
miserias y mentiras de la sociedad, el lector se va a topar irremediablemente
con la desolación y con la rabia.
Todo el capítulo 35 es desolación, nada más
que desolación: Candela es la protagonista a su pesar. Sólo aparece ahí y ya es
bastante. Cuesta leerlo porque de alguna forma ya lo intuimos, pero lo intuimos
y aún así nos pesa, nos aplasta esa desolación.
El capítulo 40 es rabia. Una rabia que sentimos como la
siente Braulio. Y es tan profunda, tan sincera, tan auténtica que en su
situación haríamos lo que hace, y lo haríamos igual, de la misma manera, así,
sin pensarlo, sólo sintiéndolo, así, así, de esa manera. No más.
Los hombres te han hecho mal es la tercera novela de la
serie del comisario, que ya no lo es, Lascano del escritor argentino Ernesto Mallo. Y es la tercera pero posiblemente también la última. No sabemos. Pero de
alguna forma se cierra algo. Luego veremos.
Antes publicó, ambas en el 2011 en edición de Siruela,
Crimen en el Barrio del Once y El policía descalzo de la Plaza San Martín, que
en Argentina, en su primera publicación tenían otros títulos. La aguja en el
pajar, después llamado Crimen en el Barrio del Once, se publicó en el 2006,
mientras que Delincuente argentino, después llamado El policía descalzo de
la Plaza San Martín, se publicó en el 2007, en ambas la situación política
argentina es un elemento clave.
Crimen en el Barrio del Once se sitúa en plena dictadura
de los comandantes, en la época de las desapariciones, de las continuas
desapariciones. Venancio Ismael Lascano, el Perro, es comisario de la policía.
El asunto se inicia por la aparición de dos cadáveres tirados. Cuando llega al
lugar no hay dos sino tres. El tercero es distinto. El tercero no ha muerto con
la cabeza acribillada a tiros, como los otros, sino con un disparo en el
estómago. El tercero no es joven, sino viejo. El tercero, Lascano descubrirá,
es el cadáver de un judío, Bieterman, un prestamista. Estamos en la dictadura,
con asesinatos continuos cometidos por los milicos, pero el asesinato de
Bieterman es distinto y Lascano lo descubrirá a pesar de los obstáculos en
contra. Porque éste es un asesinato que lleva hacia arriba, es un asesinato
cometido chapuceramente por alguien de la alta sociedad de Buenos Aires pero
que tiene protección. En esta novela también hay una pregunta en paralelo y que
lo une a la siguiente novela: ¿dónde están los hijos de los desaparecidos?
En El policía descalzo de la Plaza San Martín estamos en
la transición, al principio de la democracia argentina con el “gordito maricón”
de Alfonsín, en palabras de Giribaldi –un mayor que ya apareció en la novela
anterior, ahora forzosamente retirado–, en el poder y pasando por los juzgados
no sólo la junta de Comandantes, sino también algunos responsables directos de
las atrocidades cometidas en la época anterior. Pero esta segunda novela nos
habla del otro lado, nos habla del Topo Miranda, un ladrón de bancos de la
vieja escuela, nos habla de la baja estofa. Y una de las características de
estas novelas de Mallo es el preciso retrato del lenguaje, de la lengua vulgar
de estos delincuentes –y en esa lengua (ni en ninguna, diríamos), en esos
diálogos no hay guiones que marquen quién es el que habla–. El Topo Miranda va
a salir de la cárcel y fuera no puede dejar de hacer lo que siempre ha hecho
por más que su pretensión sea cuidar de sus nietos, cuando los tenga. Y lo que
roba es dinero negro, mala cosa.
En ambas novelas, situadas en Buenos Aires, el Perro Lascano ejerce su labor de
policía a pesar de todo, más en la primera, ya que en la segunda acaba de salir
de entre los muertos y no se sabe muy bien si aún vive o no, de ahí que actúe
casi en la clandestinidad, pues su protector dentro de la policía ha perdido su
batalla por el poder en la institución. Y en ambas novelas el amor se le
escabulle, ya por miedo ya por desconocimiento, y ése es el otro hilo conductor
de las mismas. Porque para Lascano la amada siempre es un fantasma, alguien que
estuvo pero no está, primero Marisa, su mujer que falleció, luego Eva, salida
de no se sabe dónde, perseguida y, después de lo que le sucede al Perro, huída.
Los hombres te han hecho mal es una novela negra con
todas las letras, de las buenas, de las mejores, al estilo de Cosecha roja (ver
lectura) o La llave de Cristal de Hammett, es una novela negra teñida de rojo,
de sangre. Y la trama que se sitúa en una época cercana a la actual le hace
salir a Lascano –que ya no es policía y tiene unos sesenta años– a investigar
fuera de Buenos Aires, a una ciudad turística, Mar de Plata, donde la
prostitución y la corrupción que conlleva son un elemento más de esa “feliz”
vida vacacional. Aquí Lascano investigará la desaparición y muerte de Amalia,
la hija de su prima Sofía, poco después de haber tenido a su niña Candela. Y se
encontrará con una organización muy bien establecida de prostitución y de trata
de mujeres, más bien niñas. Donde no faltará en la cúspide de la pirámide el
político de turno ni por debajo de él al jefe de la policía dentro de ese
entramado corrupto en la que los curritos, por decirlo así, el Pescado Yancar,
por ejemplo, no son ni mucho menos los más desalmados. Pero en el que
nuevamente el lenguaje de estos individuos nos los hacen vivos, nos los
muestran absolutamente reales, es una lengua que no se lee sino que se escucha.
Todo, cómo no, acabará a tiros, con esa trama paralela de venganza entre
delincuentes, hablo del Loco Romero con su pandilla y del Pescado Yancar, y el
Perro Lascano será el que encienda la mecha. Pero en esa explosión final
siempre hay alguien que se salva y no suele ser de los que van a la cárcel.
Y, como decíamos al principio, parece que el ciclo se
cierra porque el otro hilo conductor, el contrapunto a tanta sangre, el del
amor como fantasma parece que toma cuerpo real con el regreso de Eva, aunque en
el amor…
2011. Crimen en el Barrio del Once.
2012. Los hombres te han hecho mal. Lectura