Svarte
Sekunder (Segundos negros) es la sexta novela de la serie, también la sexta traducida
al español, si bien no se sigue exactamente el orden cronológico de su
publicación en su noruego natal, que ya va por el undécimo título, pues acaba
de salir Carmen Zita og doden, la última novela que tiene a Konrad Sejer como
el mesurado, cercano y serio investigador y a Jacob Skarre como su perspicaz
ayudante.
En
Segundos negros nos volvemos a encontrar con una niña desaparecida, como ya
ocurrió, por ejemplo, en Se deg ikke tilbake! (No mires atrás) –de la que ya
hicimos una lectura anteriormente–. Esta vez Ida Joner tiene diez años y ha
salido en su bicicleta amarilla a comprar una revista al quiosco que está a
unos pocos kilómetros de su casa. Ida vive sola con su madre separada en una
localidad pequeña cercana a Oslo, Glassverket. Y si algo tiene Karin Fossum es
lo bien que retrata la angustia ante lo terrible en ese primer capítulo de la
obra. Cómo una madre, en este caso, puede llegar a tal estado de incomprensión,
perplejidad, pavor, desesperación y, en definitiva, angustia, ante lo que le
puede pasar o haber pasado a un hijo o, centrándonos en la novela, a su hija
Ida.
Y de ahí
al sentimiento de la comunidad al enterarse de la desaparición de un niño. Cómo
todos, todos, tendemos a pensar en algo terrible que tiene que ver con
depravaciones sexuales y sádicos y demás dementes sexuales que las novelas, las
series y películas de televisión o hasta los mismos periódicos nos inoculan,
pero que en realidad es nuestro propio miedo, el que sale de nosotros mismos,
el que nos posee hasta no poder pensar en otra cosa, en otras posibilidades,
sino, siempre, siempre, en las más terribles, en las más angustiosas y
horribles.
Y la
sospecha, cómo no, siempre recae en aquellos que son algo diferentes –ocurrió
ya en No mires atrás con Raymond, un chico algo retrasado– y aquí será Emil
Johannes, un hombre que ronda los cincuenta años, que vive solo, que apenas
habla y que siempre va con su motocarro por las carreteras de la zona. En eso
Fossum es una especialista, en introducirnos dentro de esos seres que no se
pueden expresar como las personas que llamamos normales, que tienen algún grado
de incapacidad o simplemente de diferencia, ya sea social o psíquica, como nos
encontramos en Den som frykter ulven (¿Quién teme al lobo?) con Kannick y Errki, o seres que simplemente sufren problemas depresivos y de incapacidad para vivir
sin más, como en Den onde viljen –obra aún no traducida al español– o como el
adolescente Johnny Beskow en Varsleren (Presagios) –ver lectura de No mires atrás–, esa época, la
de la adolescencia tan extraña, tan problemática, tan incomprensible, donde la
personalidad aún no está madura y la capacidad para delimitar lo que se debe
hacer o lo que no, más que nunca, presenta equivocadas salidas, como Segundos
negros pondrá en claro.

La
novela se podría dividir en dos partes. Una primera, donde Fossum nos muestra,
como hemos dicho, la angustia de la madre y los sentimientos que la
desaparición de la niña genera en la comunidad, además de la incapacidad de la
policía de encontrar ninguna pista sobre la desaparición. Y una segunda, donde a
partir de la aparición del cadáver de Ida se produce el proceso propiamente de
la investigación, a través de las pistas que ese cadáver genera y a través y, sobre todo, de las conversaciones, diálogos e interrogatorios que se van a
producir a partir de ahí.
Y es
ahí, en esos diálogos, en esas pequeñas cosas que no se dicen o que no se
pueden decir y que al final van saliendo de una u otra forma a la luz, donde
cobra maestría el inspector Konrad Sejer, con su paciencia, con su saber estar,
con esa tranquilidad que sabe transmitir, a pesar de la intranquilidad que se
respira al otro lado, en la otra vertiente, en el interrogado, en el que está
de una u otra forma bajo sospecha.
Y al
final lo que parecía ser una cosa es otra. Porque no todo tiene que ser
producto de la vileza o de la maldad. Porque en realidad muchas de las cosas
que suceden, que pasan, que se producen no tienen una voluntad que las guíe
hacia allí. Simplemente pasan. Y uno tiene que vivir con ello.
1998. Djevelen holder lyset.
2004.
Drapet pa Harriet Krohn.
2007. Den som Elster noe annet.
2008.
Den onde viljen.
2013.
Carmen Zita og doden.