“La
injusticia es parte de la maquinaria. Es la maquinaria”.
Esto se dice justo al
final de Panserhjerte (El leopardo), en el décimo y último capítulo, en la
página 675, en una conversación entre el antagonista de la policía Mikael Bellman
–luego hablaremos de él– y uno de los sospechosos de los asesinatos que han ido
ocurriendo en el transcurso de la misma, Sigurd Altman, en la que se insinúa o,
más bien, se dice abiertamente el quid de las novelas de Jo Nesbø, que es el quid de la
personalidad de Harry Hole- Un enunciado con el que ambos están de acuerdo, como sus
mismos hechos testifican. De ahí, seguimos la reflexión que nos propone Nesbø,
esas continuas huidas de Hole, esas caídas al pozo profundo del protagonista
que jalonan constantemente las novelas de la serie, esos periodos de
alcoholismo descontrolado o esos constantes abandonos de su tarea policial.
Y de uno
de esos periodos viene a sacarlo Kaja Solness, la que será nueva compañera de
Hole, tanto en la labor policial como sentimental, que es enviada por Gunnar
Hagen, el jefe de Hole en la Brigada de Delitos Violentos de la policía de
Oslo, a Hong Kong, a buscar a nuestro héroe por los mercados y casuchas de esta
ciudad, que es donde ha huido esta vez después de los sucesos de la anterior
novela y las consecuencias que provocaron –Rakel Fauke y su hijo Oleg ya no
viven en Noruega–. Y sí, allí está Hole drogándose con opio y apostando y
perdiendo a las carreras.
Mientras
que en Oslo hay dos hechos que terminan por hacer que vuelva: uno, la
enfermedad terminal de su padre, Olav, y, otro, dos mujeres muertas con el
mismo tipo de heridas en la boca provocadas por no se sabe qué ni por quién.
Y en
Oslo, Hole se va a encontrar con la casi desaparición de su unidad de Delitos Violentos, engullida por la nueva unidad de Kripos, dirigida por el ya citado Mikael
Bellman, que pretende asumir todo el poder en Noruega con respecto a las
investigaciones por asesinato. Nuevamente, como en su época con Tom Waaler –desde
Petirrojo hasta La estrella del diablo (ver bibliografía), remito a mi lectura
de El muñeco de nieve donde hacíamos un pequeño recorrido por el resto de
libros de la serie–, nos encontramos con dos tipos de policías, los que, como
decimos al principio, asumen que la injusticia, el mal, es parte del juego,
también del juego policial, y que cualquier método es bueno con tal de
conseguir los objetivos y, como recompensa, subir en el escalafón, y los que se
sitúan en una posición ambigua, como Hole, que puede llegar a actuar en ciertos
momentos y llevado por las circunstancias de una forma desproporcionada pero
que en el fondo luchan constantemente y con ingenuidad por mantener dentro de
uno un poco de dignidad, aunque sea mínima.
Y por
tanto toda la novela, en la búsqueda del asesino que se ha ido cargando a todos
los que estaban en la cabaña de Håvass, paraje ideal para hacer esquí de
montaña, es también una confrontación para ver quién lo encuentra y descubre
primero. Para ello Hole tendrá la única ayuda de Kaja, que de alguna forma
sustituye a Katrine Bratt, como pareja protagonista de la novela anterior
–aunque aquí también aparezca y le ayude, como experta en búsquedas en la red
de los huellas digitales que todos vamos dejando, desde su sanatorio de
enfermos psíquicos en Bergen–, y de Bjorn Holm, ayudante de Beate Lønn en
rastros. Y con esos escasos medios no sólo se enfrentará al asesino que sigue
actuando sino también a todo el aparato de Kripos, encabezado por Bellman y sus
subalternos Beavis Bernsten y el finés Jussi Kolkka, más toda la maquinaria
policial de Oslo y del Ministerio de Justicia detrás.
Zona al sur de Oslo donde se sitúa la cabaña de Havass, donde se produce la avalancha de nieve. |
En
definitiva, cerrábamos nuestro comentario a la lectura de El muñeco de nieve
augurando la repetición de clichés como una de las características de las
novelas de Nesbø y que posiblemente ocurriera lo mismo en El leopardo, y claro, el autor no nos ha
decepcionado, aunque hay algún elemento, llamémosle, reflexivo, por un lado, y
vital, por otro, que nos hace al protagonista, Harry Hole, un poco más cercano,
y hasta comprensible su personalidad autodestructiva. Quizá la próxima novela en
esta su nueva editorial española que se sitúa tres años después de lo ocurrido
en esta, Gjenferd –algo así como “El retorno”–, nos encontremos con un Hole
distinto, quizá haya dejado de beber y de destrozarse física y psíquicamente,
quizá sea un nuevo Hole que vuelve a Oslo para hacer lo que siempre ha hecho y
no ha podido dejar de hacer, que es –simplemente– perseguir a los que hacen
daño a los demás.
(1) 1997.
Flaggermusmannen.
(2) 1998.
Kakerlakkene.
(4) 2002.
Sorgenfri (Némesis).
(5) 2003.
Marekors (La estrella del diablo).
(6) 2005.
Frelseren (El redentor).
(7) 2007.
Snømannen (El muñeco de nieve). Lectura
(8) 2009. Panserhjerte
(El leopardo). Lectura
(9) 2011. Gjenferd.
(10) 2013. Politi.