No son series de televisión, aunque permiten una secuencia. No son series de televisión policíacas, aunque pueden ser la raíz y son policíacas. No son asesinos en serie, aunque los hay. Son series de detectives o investigadores: Marlowe, Rebus, Conde, Beck, el agente de la Continental, Bosch, Morck, Jaritos, Romano, Grens, Grave Jones y Coffin Johnson, Sejer, Bevilacqua, Wilhelmsen, Adamsberg, Erlendur... Y se sitúan en cualquier lugar, son de cualquier lugar: la muerte está en todas partes.

sábado, 22 de junio de 2013

Cosecha roja, de Dashiell HAMMETT

El agente de la Continental –el agente de la Agencia Continental de Investigaciones de San Francisco– aparece en dos novelas de Dashiell Hammett (1894-1961) y en (según mis cuentas) 28 cuentos que fueron publicados por primera vez en revistas como Black Mask. Las dos novelas son The Dain Curse (La maldición de los Dain) que más parece una novela de aventuras que una novela policíaca, aunque lo sea; y Red Harvest (Cosecha roja), la que nos va a ocupar en este comentario, la mejor novela de Hammett junto a The Glass Key (La llave de cristal) y la iniciadora del genero negro policíaco americano o hard-boiled.

La historia de Red Harvest no se sitúa en San Francisco –como la mayoría de las obras de Hammett o de las tramas del agente de la Continental– sino en Personville, también conocida como Poisonville, y contiene todos los ingredientes que conjuntan la novela negra: una mujer fatal (Dinah Brand), bella, ambiciosa y sin límites morales; una ristra de amantes de una u otra forma despechados (Bill Quint, Dan Rolff, Donald Willsson, el primer asesinado, su padre Elihu Willsson, el viejo, o Max Thaler, uno de los gánster); la ley seca y la gran depresión de los años veinte; los entramados políticos, marcados por la corrupción, y, por último y más característico, una extrema violencia. Y si algo mueve esa extrema violencia es el poder, el poder del dinero y el poder del poder, de la lucha por el poder y del mantenimiento del mismo si ya se posee.

Dinero, poder y un arma en la mano. Con eso no hay cortapisas morales que limiten la acción. Y esa ponzoña es la que penetra en el agente de la Continental que llega a Personville llamado por el muerto Donald Willsson y desdeñado por todos los demás que aparecen en la novela, el primero el todopoderoso y magnate de la comunicación Elihu Willsson y después el jefe de policía Noonan, tan corrupto como el contrabandista de alcohol Pete, el Finlandés, o como Lew Yard, o, el ya citado, Max Thaler o, posteriormente, Reno. Todos ellos se han repartido Personville y la han convertido en Poisonville y ese veneno se ha inoculado tan dentro de todos que no existe contraveneno, no hay vacuna que lo cure. El que entra dentro se convierte en otra persona, como el mismo protagonista dice en algún momento en la novela. Sólo alejándose de esa ciudad es posible no sentirse atrapado por esa espiral de violencia y de muerte, de asesinatos continuados en lo que se va a convertir todo el escenario. No en vano uno de los capítulos de la novela se titulará “El decimoséptimo asesinato”. Y será el de ella y posiblemente a manos del propio agente de la Continental. Y no será el último.


Si en el desarrollo posterior de la novela negra el detective también adquiere ese aura de atractivo que desprenden la mujeres protagonistas, como el mismo Sam Spade o después Marlow, lo que caracteriza al agente de la Continental es en extremo lo opuesto, es un ser sin ningún atractivo físico, para más añadidura está gordo, por ejemplo, pero si algo hay en él que todos los demás también tendrán es la perseverancia y la falta de escrúpulos para conseguir lo que en algún momento él considera justo: que los malos paguen de una u otra forma por lo que hacen. Eso sí, sin saltarse las normas de la Agencia, excepto en algunos pequeños e insignificantes casos.    

Si las dos novelas del agente de la Continental presentan esa dicotomía de la que hablé al principio, mientras una, The Dain Curse, se puede decir que es una novela novelesca y la otra Red Harvest es el ataque más virulento a la corrupta sociedad americana de la época, los cuentos donde aparece el agente de la Continental también se pueden clasificar en esas dos vertientes, siendo, claro, los más interesantes los que siguen los parámetros de esta segunda versión como “The Big Knockover” (El gran golpe) o “$. 106.000 Blood Money” (Dinero sangriento).






Novelas:
1929. Red Harvest. (Cosecha roja). Lectura
1929. The Dain Curse (La maldición de los Dain)

Cuentos (ordenados según su primera publicación en libro):
1943. Blood Money.
“The Big Knockover”. (El gran golpe)
          “$. 106.000 Blood Money”. (Dinero sangriento)
1945. The Continnental Op.
“Fly Paper”. (Papel cazamoscas)
          “Death on Pine Street”. (Muerte en la calle Pine)
          “Zigzags of Treachery”. (Tradiciones en zigzag)
          “The Farewell Murder”. (El crimen de Farewell)
1945. The Return of the Continnental Op.
“The Whosis Kid”. (El menda)
          “The Gutting of Couffignal”. (El saqueo de Coufignall)
          “Dead and Company”. (Muerte y Cía)
          “One Hour”. (Una hora)
          “The Tenth Clue”. (La décima pista)
1946. Hammett Homicides.
“The House in Turk Street”. (La casa de la calle Turk)
          “The Girl with the Silver Eyes”. (La muchacha de los ojos de plata)
          “Night Shots”. (Disparos en la noche)
          “The Main Death”. (La muerte de Main)
1947. Dead Yellow Women.
“Dead Yellow Women”. (El asesinato de las criadas chinas)
          “The Golden Horseshoe”. (La herradura dorada)
          “House Dick”. (El sabueso del hotel)
          “Who Killed Bob Teal?” (¿Quién mató a Bob Teal?)
1948. Nightmare Town.
“The Scarched Face”. (La cara quemada)
          “Corkscrew”.
1950. The Creeping Siamese.
“The Creeping Siamese”. (Los siameses rastreros)
          “Tom, Dick or Harry”. (Tom, Dick o Harry)
          “This King Business”. (Estirpe real)
1952. Woman in the Dark.
“Arson plus”. (Incendio provocado y algo más)
          “Shippery Fingers”. (Dedos escurridizos)
          “The Black Hat that wasn’t there”. (El sombrero negro que no estaba allí)
1962. A Man named Thin.
          “The Gatewood Caper”. (El rapto)

viernes, 7 de junio de 2013

Invierno ártico, de Arnaldur INDRIDASON

En todas las novelas de Arnaldur Indridason hasta la fecha y ya van trece del inspector Erlendur, incluida la que nos ocupa, Vetrarborgin (Invierno ártico) –la última traducida al español y séptima de la serie–, los casos se entremezclan en el desarrollo de la trama. Es decir, hay, eso sí, un caso rector y otros adláteres que se van sucediendo y que en algún caso no tienen solución final.

Al igual que con los casos tampoco la investigación es llevada por una única persona, aunque sí sea Erlendur el inspector principal, al que acompañan sus ayudantes Elínborg y Sigurdur Óli. Con ello Indridason consigue plasmar la complejidad de las personas y la complejidad de la realidad. No es un autor que se centre en la psicología del mal, porque un lector de sus novelas se daría cuenta de que tal cosa no existe, sino en las miserias de la vida, que de alguna u otra forma te puede llevar a actos que se pueden considerar equivocados o éticamente deplorables.

En Invierno ártico nos encontramos con la muerte de un niño de diez años, Elías, hijo de madre inmigrante, en un barrio de Reykjavik, pero también con la desaparición de una mujer, por un más que probable suicidio, con la huida de un pedófilo largamente buscado y, junto a todo ello, con posibles casos de racismo, con gamberradas sin sentido, con la distante relación filial de Erlendur y sus dos hijos y su complejo de culpa con respecto a la antaño desaparición –otra más– de su hermano, con las desavenencias constantes de Sigurdur Óli y su esposa Bergthóra y su imposibilidad de tener hijos...

Algunos de los asuntos se cerrarán en esta novela, pero otros serán asuntos pendientes que le van sirviendo a Indridason para mostrarnos a lo largo de la serie cómo todo es un caso que sólo se soluciona con el adiós final, si es que eso es una solución. El ejemplo en esta novela será Marion Briem, la antigua jefa de Erlendur, que muere de una forma solitaria y sin estridencias, como un ligero soplo de aire hace planear una hoja hasta su desaparición definitiva, poco a poco escapándose de la vista.

Así el caso de Andrés y su padrastro pedófilo llegará a su fin en Svörtuloft –la décima novela de la serie–. Esta historia es llevada por Sigurdur Óli, pues Erlendur no aparece como tampoco apareció en la anterior Myrká (ambas aún no traducidas al español), cuya trama lleva Elínborg. Aquí en medio de un caso de corrupción económica, pero también de infidelidades y de chantajes, nos centramos en la existencia vital de Sigurdur Óli ya separado de Bergthora, sus relaciones de amistad, que precisamente le llevan a esa investigación, la conflictiva y nunca solucionada relación con sus padres divorciados, y también, al lado, el desolador final de Andrés y el macabro término de su padrastro.

Pero volviendo al asesinato de Elías, aquí la resolución no está en lo que parece más evidente, el racismo que puede provocar la inmigración en una sociedad tan cerrada y aislada como puede ser la islandesa, sino en un sinsentido donde la casualidad juega un juego que nadie comprende.

Si Indridason es un grandísimo escritor no es porque sus novelas sean tramas policíacas muy bien llevadas, sino porque son tramas vitales que nos acercan a ese páramo helado al que no queremos acercarnos pero que sin querer todos llegamos, y llegamos de una forma solitaria y a la intemperie. Solos y con frío. Y así desaparecemos. 






1997. Synir duftsins.
1998. Dauôarósir.
2000. Mýrin. (Las marismas)
2001. Grafarbögn. (La mujer de verde o Silencio sepulcral)
2003. Röddin. (La voz)
2004. Kleifarvatn. (El hombre del lago)
2005. Vetrarborgin. (Invierno ártico) Lectura
2007. Harôskafi.
2008. Myrká.
2009. Svörtuloft.
2010. Furôustrandir.
2011. Einvigiô.
2012. Reykjavíkurnaertur.

jueves, 30 de mayo de 2013

Sobre su tumba (Standing in another Man’s Grave), de Ian RANKIN

John Rebus vuelve a escena.


Por informaciones que ahora me doy cuenta de que no debería de haber dado crédito, la primera noticia que tuve de esta obra, antes de adquirirla y leerla en su versión original, fue que era una novela de Malcolm Fox (ver lectura) en la que también reaparecía después de cinco años desde su retiro John Rebus. Al degustarla uno –porque uno a Rebus lo degusta y lo saborea como un buen reserva, en realidad, se da cuenta de que es de John Rebus y de que si no apareciese Malcolm Fox en ella no pasaría absolutamente nada porque su papel es perfectamente suprimible.

Nos podríamos preguntar por qué el autor hace que John Rebus vuelva cuando ya le había jubilado en Exit Music (La música del adiós). Pero no nos lo vamos a preguntar por la sencilla razón de que tendríamos que entrar en la psicología de Ian Rankin, cuando nuestra labor si acaso es entrar en la psicología de John Rebus. Y si intentamos penetrar en ésta nos damos cuenta de que su justificación no es en ningún modo necesaria, es que simplemente John Rebus no puede dejar de hacer lo que lleva haciendo los últimos veinticinco años –vamos desde que se publicó por primera vez Knots and Crosses (Nudos y cruces)–.

¿Y qué hay de John Rebus? Pues poco o nada realmente nuevo, excepto que ya no es policía, aunque trabaje para la policía, y que eso le genera unos cuantos problemas más de los que ya de por sí siempre ha llevado a cuestas. Qué sería de John Rebus sin todas esas antipatías que constantemente iba creando alrededor suyo. Y de todos esos, mal vistos, contactos con los criminales como el sempiterno Cafferty –aquí también aparece– o en este caso el, finalmente, desahuciado Hammel o el nuevo e inexperto mafioso Darryl. Y de sus, esta vez, todavía más complicadas relaciones con los de su bando, donde la DI Siobhan Clarke será como siempre su único verdadero asidero con ellos, a pesar de los perjuicios que eso le podrá suponer para su propia carrera policial. En fin, que todo está como debería estar, hasta Edimburgo sigue siendo el Edimburgo de John Rebus, aunque en este caso las desapariciones –que es el verdadero punto de partida y referencia de todo el entramado de la novela–, ocurridas ya hará unos años, se sitúen en las afueras de la ciudad, yendo por la A9 y la A832 y que la primera de ellas sea una desaparición por voluntad propia y no ajena, como serán las otras cuatro restantes.

Osford Bar. Edimburgo
Foto: Archivo personal
No, no nos sorprende, claro. Ya ha dejado de provocarnos eso desde hace mucho. Porque lo que buscamos en John Rebus y en sus casos no es sorpresa –aun siendo complejos y entreverados y con finales estresantes y al filo–. No. Lo que buscamos en John Rebus es a John Rebus y ese mundo de mentiras y complicidades y de muertes y soledad y el castillo y el Oxford Bar –aunque aquí no apareciese– y la atmósfera, esa atmósfera y ese frío. Quizá sobre todo el frío y la humedad. Y eso no, no nos sorprende, claro.





1987. Knots and Crosses (Nudos y cruces).
1991. Hide and Seek (El escondite).
1992. Tooth and Nail (Uñas y dientes).
1992. Strip Jack (Jack al desnudo).
1993. The Black Book.
1994. Mortal Causes.
1996. Let it Bleed.
1997. Black and Blue (Black and Blue).
1998. The Hanging Garden (El jardín de las sombras).
1999. Dead Souls.
2000. Set in Darkness (En la oscuridad).
2001. The Falls (Aguas turbulentas).
2002. Resurrection Men (Resurrección).
2003. A Question of Blood (Una cuestión de sangre).
2004. Fleshmarket Close (Callejón Fleshmarket).
2006. The Naming of the Dead.
2007. Exit Music (La música del adiós).
2012. Standing in another Man’s Grave (Sobre su tumba). Lectura 
2013. Saints of the Shadow Bible. [También con Malcolm Fox] Lectura

lunes, 27 de mayo de 2013

Expediente 64, de Jussi ADLER-OLSEN

Cuarta novela de la serie traducida al español de las cinco que hasta ahora ha publicado Jussi Adler-Olsen en su danés original. Novela que sigue la estela de las tres anteriores. Bien trabada, con personajes creíbles aunque exagerados –luego analizaremos esto, porque es uno de los rasgos que más destacan en su obra–, casos complejos que se entremezclan, cierto humor –elemento que no suele estar presente en este tipo de obras– y finales siempre, siempre ridículamente heroicos, donde los dos mayores protagonistas siempre, siempre están a las puertas de la muerte.

Carl Morck es el subcomisario que lleva el mayor peso en el desarrollo de las tramas. Es un policía del que todos se empeñan que está traumatizado por lo que les ha ocurrido a sus anteriores compañeros –uno muerto y el otro postrado en una cama sin apenas ninguna movilidad– en su presencia, pero tanto su desidia en el comportamiento como sus pensamientos y comentarios sarcásticos en muchos momentos nos lo acercan y empatizan. Assad es su compañero, de procedencia siria, apareció en la primera novela (Kviden i buret o La mujer que arañaba las paredes, como atrozmente se la ha traducido aquí) como el que limpiaba las dependencias del sótano donde fue reciclado Carl Morck como el responsable de poner en marcha el nuevo Departamento especial Q encargado de casos antiguos sin resolver. Pero, Assad, como decimos, va a ser mucho más que eso, va a ser un inspector más sin placa, pero con mucha intuición, extremadamente trabajador (como que vive en la comisaria) y experto en el cuerpo a cuerpo, pero sobre todo sin historia: no sabemos de dónde viene exactamente ni cómo ha aparecido como ayudante de Morck. En cuanto a Rose (o Yrsa) que apareció como la secretaria en la segunda novela (Fasandreaberne o Los chicos que cayeron en la trampa) es una mujer excéntrica con muy mal humor y que sufre de doble personalidad que cambia cuando le viene en gana (en la tercera novela Flaskepost fra P o El mensaje que llegó en una botella se convertirá en su hermana Yrsa). Pero a pesar de ser todos ellos ciertamente extravagantes, nos sumergimos en los casos con su misma pasión.

Lo malo son los malos. Todas las novelas tienen el mismo estilo de alternancia entre los capítulos llevados por Carl Morck y los suyos y los capítulos que se centran en los que cometen los asesinatos o fechorías. En la primera novela es un secuestrador vengativo que rapta a una prometedora política, en la segunda son una serie de hombres de la influyente y alta sociedad que desde su adolescencia han cometido atrocidades simplemente para que la adrenalina fluya por sus venas, en la tercera es un difuso y oculto personaje que rapta y asesina a niños que pertenecen a sectas o corrientes religiosas demasiado estrictas y que tienen que pagar por ello como él pagó en su infancia. Y en esta que nos ocupa (Journal 64 o Expediente 64) es una mujer vejada durante la primera parte de su vida y que busca venganza y, sobre todo, son los racistas del partido Ideas Claras y sus atrocidades contra las personas más desfavorecidas con la sola intención de lavar y limpiar la sociedad de lo que no es como ellos quieren que sea. Pero el problema de los malos en todas ellas es que son tan extremadamente malos sin ningún atisbo de otra cosa que no llegan a ser creíbles del todo.      




2007. Kvinden i buret. (La mujer que arañaba las paredes)
2008. Fasandraeberne. (Los chicos que cayeron en la trampa)
2009. Flaskepost fra P. (El mensaje que llegó en una botella)
2010. Journal nr 64. (Expediente 64) Lectura
2012. Marco Effekten

lunes, 6 de mayo de 2013

Tres segundos, de Anders ROSLUND & Börge HELLSTRÖM

Tempo. Ritmo. El ritmo es algo primordial en una novela policiaca. No estoy hablando de si es rápida, lenta, trepidante, exhaustiva, veloz o asmática. Estoy hablando de que la novela, cada novela tiene un ritmo que la caracteriza –incluso podríamos decir que cada autor lo tiene, pero no es este el caso, o no de lo que vamos a tratar aquí–, el ritmo de Tres segundos es tan propio que nos lo transmite, nos lo contagia, nos hace a nosotros partícipes de él, nos rodea de tal forma que nos colocamos en el centro, que nos metemos dentro del vehículo de la trama y vamos a donde nos lleve sin mirar atrás en ningún momento, sin preguntarnos en qué momento nos hemos subido en él, en qué momento hemos llamado al taxi y le hemos dado la dirección, y no nos lo preguntamos porque nosotros no lo hemos llamado ni sabemos la dirección hacia donde se dirige, simplemente nos hemos subido a él desde el principio y nos ha llevado, nos lleva hacia donde sea el final, sea cual sea el final, hacia allí nos vemos llevados desde el principio, desde la primera palabra de la novela.

Tres novelas –ya cuatro– se han traducido al español de las seis que esta pareja de periodista y exdelincuente, Anders Roslund y Börge Hellström, han publicado en su sueco original. Hasta ahora Box 21 en su título original, la segunda de la serie protagonizada por el malhumorado Ewert Gens y su cándido compañero Sven Sundkvist, era la de mayor reconocimiento aquí, y siendo buena, la que nos ocupa, Tre sekunder, la supera con creces. Mientras Estocolmo, Estación Central una traducción de Box 21 un tanto alejada del título original, por decirlo sin mayor hincapié (no sabemos por qué esto ocurre tan a menudo en las traducciones de las novelas policíacas)– se centraba en el tráfico de personas para la prostitución procedentes de países bálticos, aquí, en Tres segundos, el argumento nace del tráfico de estupefacientes y su origen vuelve a ser de países de aquella zona, en este caso Polonia.

Vista desde Gamla Stam. Estocolmo
Foto: Archivo personal
La novela está dividida en cinco partes. En la primera que dura de domingo a miércoles se nos presenta Paula o Piet Hoffmann, el infiltrado, el que nos lleva de Polonia a Suecia y de la libertad a la cárcel, el que presencia un asesinato y el asesinado posterior, el que tiene miedo y no se deja dominar por el miedo, el que habla sueco y polaco, porque es sueco y polaco, el delincuente y el policía, el padre de dos niños y una mujer, Zofia, que serán, son la luz al final del túnel, la única luz para salir del humo negro de la oscuridad final. En la segunda Paula tiene treinta y ocho horas para preparar su ingreso en prisión para seguir con su doble misión de introducir y dirigir el nuevo poder de la droga dentro de los muros, pero también para preparar su posible salida de la misma. La tercera parte va de lunes a viernes, el tiempo que dura la misión fracasada de Paula y donde, junto a él, el inspector Grens, como el que ordena el disparo final que dura tres segundos, empieza a tener protagonismo, en realidad el protagonismo se alterna entre el de dentro y el de fuera. Muy bien llevado. En la cuarta parte, el fin de semana posterior, sábado y domingo, Grens es el encargado de desenmascarar todo el entramado que ha llevado a ese injusto disparo y detonación final. 

Västmannagatan, Estocolmo
La quinta y última es la más rápida porque todo está ya hecho y resuelto en realidad, resuelto el primer homicidio del policía infiltrado danés de Västmannagatan 79 cometido por los malos y resuelto el segundo homicidio del policía sueco infiltrado, llamado Paula o Piet Hoffmann, del centro penitenciario de Aspsas cometido por los buenos.

Como suelen decir en las contraportadas o en las fajas a modo publicitario: “Engancha”.  





2004. Odjuret (La bestia).
2006. Edward Finnigans upprättelse (Celda número 8). Lectura
2007. Flickan under gatan.
2009. Tre sekunder (Tres segundos). Lectura
2012. Tva soldater. Próxima Lectura

martes, 30 de abril de 2013

Asuntos internos, de Ian RANKIN

The Complaints es la primera novela de una nueva serie de Ian Rankin, la protagonizada por el inspector Malcolm Fox del departamento de Asuntos Internos, en la unidad de Ética Profesional. A estas alturas Rankin ya ha publicado otras dos novelas más de esta serie, aún no traducidas al español, si bien en la última aparece de nuevo John Rebus, aquel inspector heterodoxo y un tanto bebedor que se jubiló en Exit Music (La música del adiós, en traducción española), y por el que Ian Rankin ha obtenido la fama.

La música del adiós era la novela número diecisiete de John Rebus –acaba de salir ¿inesperadamente? la número dieciocho, Sobre su tumba (ver lectura), por tanto su autor no está empezando de cero para crear a Malcolm Fox, todo lo contrario, ya tiene construidos de alguna forma todos los efluvios tóxicos y farmacológicos necesarios para que el ambiente nos acoja y nos traslademos con total confianza a la Edimburgo húmeda, fría, hostil y atrayente donde se desarrollan la mayoría de sus casos, también éste de Malcolm Fox.

Foto: Archivo personal
Todo esto nos genera una pregunta: ¿qué hay de novedoso en Malcolm Fox o de verdad es una nueva serie o hemos cambiado algo excepto el nombre del protagonista o era necesario el cambio o por qué ha cambiado a John Rebus o …? Esta o estas preguntas generan a su vez una nueva: ¿es necesario responderlas? Es decir, ¿no sería el propio Ian Rankin el que debería responderlas? Aquí podríamos intuir alguna de las razones que le han llevado al cambio: el agotamiento del personaje, tanto en la vida ficticia de John Rebus como en la creativa de Rankin, al que se puede unir el posible agotamiento del lector, que ya ve ciertas repeticiones, en las tramas, en los personajes, en el protagonista. Pero no vamos a entrar en ello, ya habrá ocasión.

Aquí la trama vuelve a ser compleja, como ya nos tiene acostumbrados Rankin, sobre todo desde su Black & Blue. Lo que en principio parece una ayuda a otro departamento en la investigación de otro policía por asuntos de pederastia en Internet se va complicando a raíz de la muerte de la pareja de su hermana y las relaciones que van surgiendo a partir de una investigación personal en la que en principio no está invitado. La red tejida por Rankin nuevamente nos atrapa en un trasfondo de corrupción complejo y de altos vuelos con la burbuja del ladrillo que ya ha hecho boom, sí, también en otros lares, en este caso Escocia.

También Malcolm es un solitario, también en su investigación los malos no sólo están al otro lado, sino de nuevo en el que no deberían estar –precisamente el que pertenezca al área de Asuntos internos ya nos da una clave de lo que se puede esperar de esta nueva serie–, también los mafiosos escoceses, como el Cafferty de Rebus, aparecen, también los pubs, como antes el Oxford, y su ambiente oscuro sirven de ambientación. Pero Rankin ha querido que Fox no sea un bebedor, sino un ex bebedor, ni un amante de la música sesentera y setentera, eterno seguidor de los Rolling, que por ahora no tenga un alter ego, como Rebus tenía en Siobhan Clarke, que le ayude y complemente, que no tenga mala leche y se lleve mal con todos –aunque esto al final no le ha salido del todo bien, como se ve en el desarrollo de la novela–, sino que sea un tanto sosegado, pero, eso sí, persistente hasta el final. En fin que Rankin ha intentado crear algo a partir de algo y de ahí vienen los posibles peros que se le pueden poner.

Edimburgo
Foto: Archivo personal
En cuanto al resto, el oficio no ha desaparecido, el saber llevar la trama hasta al final, su ambientación que tanto nos atrae en ese Edimburgo lluvioso, viejo y nuevo a la vez, la complejidad que nos va envolviendo, el desarrollo de los acontecimientos, el ritmo que nos guía, con sus cambios, lento, lento, rápido o breve breve larga, como los pasos del hexámetro dactílico de la épica clásica, todo ello está de nuevo aquí y por eso lo leemos con gusto, aunque novedoso, novedoso no lo sea y será por eso que…






2009. The Complaints (Asuntos internos). Lectura
2011. The Impossible Dead.
2013. Saints of the Shadow Bible. [con John Rebus] Lectura

lunes, 29 de abril de 2013

Lo que esconden las nubes oscuras, de Anne HOLT

Las casualidades son elementos que juegan un papel en cierto modo importante en las novelas policíacas. Los accidentes de todo tipo forman parte de las casualidades. Pero cuando los accidentes son el elemento primordial que caracteriza el final de la novela, el elemento con el que de algún modo se resuelve la trama: algo falla. Algo importante falla. No es cuestión de que la novela deje de sorprender o que el misterio se resuelva de una forma impactante o no esperada. El problema se encuentra en la tergiversación de la verosimilitud. No es que un accidente o una casualidad no formen parte de la realidad que nos envuelve y que somos, y en la realidad que se inventa la novela en cuestión, lo son, forman parte, es decir, no dejan de ser reales y verosímiles, pero no cuando algo chirría, cuando al leer el desenlace, te dices, pero por qué razón nos asalta con esto, por qué demonios estropea el autor una trama hasta ese momento bien trabada, organizada, con unos personajes creíbles, con unos protagonistas con los que nos identificamos, con un asunto bien solucionado.

Iguales o parecidos problemas me encontré con Det som aldri skjer –o como la han traducido aquí: Crepúsculo en Oslo (sin ningún sentido, por cierto)– y es que la trama no termina. No es el mismo problema que me generó Castigo, la primera de la serie que protagonizan el inspector Yngvar Stubø y la que será ya su pareja en esta que nos ocupa. En Castigo el error es evidente, la casualidad se torna protagonista al final de la novela cuando se estrellan en un accidente de tráfico los dos perseguidos. Es tan preponderante que derrumba el final, que lo sustrae, nos lo roba, o, mejor, asesina, de alguna forma.

Aquí, en Crepúsculo en Oslo, el asesino se nos queda pendiente, no porque no lo conozcamos, sino porque, según propone la novela, es el asesino perfecto: inalcanzable, todopoderoso, sin castigo.

Otra novela también fallida es Una mañana de mayo. En una trama que envuelve a la presidenta de EEUU, secuestrada no sabemos por quién en Noruega, y que resulta que la han abandonado en un sótano de la casa de Hanne Wilhelmsen –la protagonista de su serie anterior (hasta ahora se han publicado en español los tres primeros [ver lectura] y el último de la serie [ver lectura])–, donde aparece tampoco sabemos cómo Inger Johanne Vik.

Excluyo, aunque no del todo, Noche cerrada en Bergen. Es la mejor trabada en todos los sentidos, pero esa amiga de hace veinte años que aparece para darle a Inger Johanne la clave del grupo homofóbico estadounidense…

Junto a ella, la última es la mejor de las cinco. El tema es lo suficientemente concreto y preocupante: el maltrato de los niños, como para sostener él solo la novela. Y está bien, muy bien llevada, aunque Yngvar Stubø no aparezca en ella, demasiado ocupado por la masacre de la isla de Utoya. Pero no.

No. A Skyggedod (Lo que esconden las nubes oscuras) le sobran los últimos cuatro párrafos, sin más. También le podría sobrar ese encuentro a lo Poirot en la casa del suceso de los incriminados, pero, en fin, se puede aceptar. Pero lo que le sobra, sí o sí, es ese accidente final sin sentido (excepto para continuar en una nueva novela con un nuevo inicio o terminar con la serie protagonizada por Inger Johanne Vik y su marido Yngvar Stubø, que parece ser la pretensión de la autora).






(1) 2001. Det som er mitt. (Castigo)
(2) 2004. Det som aldri skjer. (Crepúsculo en Oslo)
(3) 2006. Presidentens valg. (Una mañana de mayo)
(4) 2009. Pengemannen. (Noche cerrada en Bergen)
(5) 2012. Skyggedod. (Lo que esconden las nubes oscuras). Lectura

viernes, 26 de abril de 2013

No mires atrás, de Karin FOSSUM

Se deg ikke tilbake! (traducida como No mires atrás) es una de las cinco novelas de Karin Fossum que se han publicado en español –ya seis–. En ellas el maduro y solitario inspector Sejer vuelve a ser el protagonista junto al joven Jacob Skarre. Pero –y esto es lo característico de las novelas de Fossum– su protagonismo no es tal, o al menos, lo comparte junto a los del otro lado, los malos, los malogrados, los que padecen alguna enfermedad psiquiátrica y no controlan lo que hacen, los jóvenes con problemas familiares o, simplemente, los que se encuentran en lugares equivocados en momentos inoportunos y no saben cómo salir de esa situación ni en el momento ni después de ese momento. Es decir, que si Sejer siempre aparece para intentar encontrar la culpabilidad de unos u otros, son estos unos u otros los que ocupan las páginas de las novelas de Karin Fossum para hablarnos de por qué ocurre lo que ocurre, cuáles son los antecedentes psicológicos, familiares, sociales que hacen posible que el crimen, los crímenes tengan lugar en una sociedad que se cree del bienestar.

En Varsleren (Presagios), la penúltima de las serie, el crimen, el verdadero crimen, es cometido al final y el presunto criminal, el que la trama argumental nos ha ido llevando para considerarlo como tal, no está claro que haya sido el verdadero causante de la muerte de un niño de ocho años, si bien su desarraigo familiar, el odio a su madre borracha y con problemas depresivos, le hace cometer una serie de bromas de mal gusto que provocan el terror en la pequeña comunidad donde vive. Como vemos de ejemplo en esta obra, los criminales a veces no son tales, o si lo son –la ambigüedad queda en el ámbito del lector– su bagaje psicológico los justifica de alguna manera.  

La novela que nos ocupa es la segunda de la serie de diez –ya once– que tiene al inspector Sejer como el guía de la misma. A falta de que se disponga en español de las otras cinco que faltan (acaba de salir Svarte sekunder en la colección Roja & Negra traducida como Segundos negros –ver lectura–), se puede considerar la mejor de todas. Siendo la segunda, como digo, ya nos está dando de sí todo lo que Karin Fossum aporta a la novela policial, esa giba, esa chepa, esa carga que todos llevamos y que asimilamos de una u otra forma según nuestra personalidad, según nuestras fortalezas y debilidades y según los pocos o muchos asideros que podamos encontrar en nuestro camino. Y los desencadenantes pueden ser muchos y están instalados en nuestras sociedades desde hace años, décadas, siglos: el sexo y el odio. El sexo: prohibido, su falta, su deseo, su in- o descontrol; el odio: al otro, al diferente o al feliz, al establecido o a lo establecido, por lo contrario.

No mires atrás en el fondo aporta el problema de los malos tratos a los niños. Pero está tan al fondo y tan al final de la novela que llega a ser casi indiferente para la trama en sí. En realidad nos estamos sumergiendo en los silencios de una comunidad donde todos se conocen y nadie se conoce en realidad, en la soledad que nos cerca y en los despropósitos que nos envuelven. Los personajes se van dibujando a medida que Sejer los va descubriendo y desnudando y lo que al principio era el posible secuestro de una niña, Ragnhild, se convertirá al final en el secuestro de nuestra buena conciencia, en su destrucción, más bien, y con ella, de la confianza en lo más cercano a nosotros mismos.





1995. Evas oye. (El ojo de Eva)
1996. Se deg ikke tilbake! (No mires atrás) Lectura
1997. Den som frykter ulven. (¿Quién teme al lobo?)
1998. Djevelen holder lyset.
2000. Elskede Poona. (Una mujer en tu camino)
2002. Svarte Sekunder. (Segundos negros) Lectura
2004. Drapet pa Harriet Krohn.
2007. Den som Elster noe annet.
2008. Den onde viljen.
2009. Varsleren. (Presagios)
2013. Carmen Zita og doden.

martes, 23 de abril de 2013

Los terroristas, de Maj SJÖWALL & Per WAHLÖÖ

Terroristerna es la última novela de la serie de diez de “Novela sobre un crimen”. Así llamaron los autores a la serie completa. Pues bien, Los terroristas (traducción de Elda García-Posada para RBA serie negra) es la peor novela de las diez. Pero una buena novela.

Al ser la última los personajes habituales ya están trazados, no acabados, pero sí de alguna forma construidos. No hay sorpresas por ese lado. Martin Beck, después de la ruptura con su mujer, ha encontrado una nueva y mejor pareja: Rhea. Kollberg, el escudero principal de Beck, en El asesino de policías ya había firmado su carta de despedida de la policía y aquí aparece trabajando para un museo de armas y, simplemente, como amigo de Beck. En cambio, otros de los policías que solían aparecer en los casos anteriores, sobre todo, Gunvald Larsson, se desarrollan mucho más e incluso toman el papel pseudo protagonista. Su carácter brusco y nada amigable con respecto a Beck en esta novela cambia y se vuelve más cercano.

Gamla Stam. Estocolmo
Foto: Archivo personal
Pero la trama no engancha y los casos no son llevaderos. La secuencia sería como sigue: primero Rebecka Lind es juzgada por un atraco a un banco que en ningún momento se ha producido. Debido a la incompetencia de unos en el episodio narrado, y al sarcasmo de los autores al contar el desarrollo del juicio, nos lleva a reírnos de la desastrosa y autocomplaciente sociedad sueca que describen los autores. De la incomprendida joven –versus sociedad incomprensible– pasamos al atentado terrorista, que podríamos considerar la trama principal de la novela. Son dos historias desgajadas, que incomprensiblemente se unen al final porque la desahuciada Rebecka decide vengarse cometiendo un magnicidio que en ningún momento la novela ha anunciado ni previsto. De ahí la falla de la obra. Sabemos las causas de ese asesinato pero los lectores no lo han podido esbozar ni seguir casi por ningún lado en el desarrollo de la obra. En cuanto a los terroristas, después de que la realidad del siglo XXI nos los han presentado como nuestros nuevos vecinos, no podemos dejar de pensar que su construcción deja algo bastante que desear. Y su caza también. Si bien la detención de los dos japoneses nos ha recordado episodios parecidos ocurridos tanto en España como en otros países europeos, la necesaria inyección de adrenalina no ha llegado a nuestro cerebro.  No vamos a entrar en la psicología de los terroristas porque brilla por su ausencia.

¿Por qué decimos, entonces, que la novela es buena? Por cómo se narra. Si algo nos han dejado la pareja de autores suecos es su limpieza en la estructura de la frase, su lenguaje lavado y expresivo. Su sutileza, en definitiva, a la hora de mostrarnos el lado negro con un lenguaje blanco, limpio. Podríamos decir puro si no fuese por que lo que describe es el lado culpable, tanto de los individuos como de la sociedad. Esa atrayente y repulsiva sociedad del bienestar.




1965. Roseanne. (Roseanna)
1966. Mannen som gick upp i rök. (El hombre que se esfumó)
1967. Mann epa balkongen. (El hombre del balcón)
1968. Den skrattande polisen. (El policía que ríe)
1969. Brandbilen som försvann. (El coche de bomberos que desapareció)
1970. Polis, Polis, potatismos! (Asesinato en el Savoy)
1971. Den vedervärdige mannen fran Säffle. (El abominable hombre de Säffle)
1972. Det slutna rummet. (La habitación cerrada)
1974. Polismördaren. (El asesino de policías)
1975. Terroristema. (Los terroristas) Lectura