No son series de televisión, aunque permiten una secuencia. No son series de televisión policíacas, aunque pueden ser la raíz y son policíacas. No son asesinos en serie, aunque los hay. Son series de detectives o investigadores: Marlowe, Rebus, Conde, Beck, el agente de la Continental, Bosch, Morck, Jaritos, Romano, Grens, Grave Jones y Coffin Johnson, Sejer, Bevilacqua, Wilhelmsen, Adamsberg, Erlendur... Y se sitúan en cualquier lugar, son de cualquier lugar: la muerte está en todas partes.

jueves, 3 de julio de 2014

La playa de los ahogados, de Domingo VILLAR




La segunda novela de la serie del inspector Leo Caldas es esta de A praia dos afogados (La playa de los ahogados), publicada en el 2009, posterior en tres años –ver bibliografía abajo– a su primera novela Ollos de auga (Ojos de agua) en su lengua original y publicadas en gallego por la editorial Galaxia y en español por Siruela. Sigue sin aparecer Cruces de pedra (Cruces de piedra) anunciada ya para el 2012 pero sin publicar todavía y sin noticias de su futura publicación. Nos centraremos, pues, en las dos ya aparecidas y que por sí mismas han propiciado esa ansia de algunos lectores por acceder a la nueva.

Dos son los policías protagonistas de esta serie, el ya mencionado Leo Caldas y su compañero Rafael Estévez, aunque con distinto grado de protagonismo, el primero lleva el peso de los casos y el segundo únicamente sirve de contrapunto; el primero es gallego y el segundo, aragonés, y en ambos la procedencia marca su idiosincrasia. Mientras uno, el aragonés de Zaragoza, tiende a ser directo, pase lo que pase –incluso si hay violencia de por medio–, el otro, como buen gallego –de la misma tierra donde se desarrollan los casos–, prefiere dar vueltas a las cosas y responder a una pregunta con otra pregunta, aunque la respuesta sea evidente. Y el medio, cómo no, está de parte del gallego, porque los otros compañeros, el forense Guzmán Barrio o la experta de la UIDC, Clara Barcia, o los testigos o sospechosos que van saliendo en cada caso también lo son, mientras que el aragonés parece un pez fuera de su pecera.


Dos también, como decimos, son las novelas. En la primera el caso se desarrolla en la ciudad de Vigo, en concreto el muerto, Luis Reigosa, un saxofonista homosexual con unos ojos que describe perfectamente el título de la novela, es encontrado en su piso de la torre de Toralla, en la isla del mismo nombre, y toda la trama se desarrolla en la ciudad pontevedresa. En cambio, la segunda novela se expande a dos pueblos pescadores gallegos, Panxón, al sur de Vigo, que es donde aparece el cadáver ahogado de el Rubio, Justo Castelo, y, avanzando la novela, Aguiño, en cuyas cercanías se había hundido diez años antes el Xurelo, pequeño barco de pesca, que se fue a pique en una noche de tormenta y que se llevó con él a su patrón, el capitán Sousa, pero del que se salvaron sus otros tres tripulantes, entre ellos Castelo.   

Pero ¿qué cambia –aparte del traslado del paisaje, de una ciudad a un pueblo pesquero– de una a otra? o, mejor, ¿qué evoluciona? o ¿cómo evolucionan los protagonistas y las tramas?

En Ojos de agua la intriga está en el presente y tiene que ver con relaciones de pareja donde prima la mentira, ya dijimos que el muerto era homosexual, si bien el motivo de su muerte no está en su orientación sexual sino en una cierta venganza que proviene del engaño y la mentira y de un statu quo que se pretende mantener. Los elementos intervinientes se sitúan en ciertas altas esferas de la sociedad viguesa, tanto económicas como de prestigio.

En La playa de los ahogados el misterio del presente, la muerte que en principio parece un suicidio de Justo Castelo, desvía su mirada hacia el pasado, hacia lo que ocurrió hace diez años cuando se hundió el Xurelo y lo que podría ser también causado por la venganza, como en la novela anterior –un capitán ahogado en circunstancias extrañas y los tres marineros de la tripulación salvados, pero que apenas tienen trato desde que sucedió aquello, a pesar de vivir en el mismo pueblo–, al final tiene que ver con el mantenimiento de la mentira que ya dura tanto tiempo.

Es decir, que por ahí cada caso nos lleva hacia derroteros distintos, como no podía ser de otra forma, pero en ambos el elemento policial, el ir deshilvanando el hilo hasta dar con la solución, está bien llevado, aunque se nota que el final de la primera se nos torna más abrupto, que corresponde a su ritmo un tanto más rápido, mientras que en la segunda todo el tempo en general es más dilatado, más cadencioso, más sosegado, como la vida en el pueblo donde se desarrolla la intriga, y el final, aunque no deja de ser, como corresponde al género, de “te cacé”, los círculos concéntricos que hemos ido dando hasta dar con el punto central son, como decimos, más hipnóticos, más de tiempo detenido.

Torre de Toralla en la isla de Toralla, Vigo
Y a todo eso se añade el distinto valor que cobra el elemento personal. Mientras en Ojos de agua la vida de Leo Caldas apenas nos interesa, salvando el hecho de que aparece semanalmente en un programa de radio, Patrulla en las ondas, por el que todo el mundo lo conoce, como veremos también en la segunda novela, y que, por contra, le disgusta profundamente –no sabemos muy bien cuál es la razón de que salga en antena, ni se nos explica ni se nos deja entrever–, a lo que se añaden las escasas menciones a Alba; en la segunda esa faceta se amplifica con la relación con su padre, ya desde la primera página, cuando están en el hospital para acompañar a su tío Alberto, hermano de su padre, que está ingresado, y se nos va explicando, de forma indirecta las más de las veces, esa relación frustrada con Alba y que es el origen de esa soledad que le caracteriza.    

Como vemos, pues, la segunda novela ha ido ahondando más tanto en el meollo de la trama como en el afuera de lo que rodea al protagonista que es lo de dentro del mismo protagonista, y con ello se ha hecho más consistente, más conseguida, diríamos, eso sin desmerecer a la primera.

Vigo y la isla de Toralla

Panxón, al sur de Vigo, Pontevedra, Galicia
Pero quizá lo que gusta de ambas, en general, es el ámbito donde se desarrollan, tanto el Vigo de la primera como Panxón y Aguiño de la segunda, tanto los escenarios urbanos: la torre de Toralla o la Fundación Zuriaga, de arquitectura moderna, y los bares –el Eligio de Carlos, por ejemplo, donde come y se toma su copa de vino blanco habitual– y los clubs de jazz vigueses –en este caso movido por la trama– donde se mueve Ojos de agua como El Refugio del Pescador, en Panxón, donde van a tomar sus cafés y copas, para entrar en calor, los pescadores de nécoras de la segunda, más el viejo Hermida o el muerto, el Rubio, antes de morir que José Arias –otro de los que se salvaron del naufragio del Xurelo– por donde no aparece, en cambio, el tercero de los salvados, Marcos Valverde, o la lonja, donde se hace la subasta de lo pescado diariamente, o la playa donde aparece el cuerpo de Justo Castelo –recordemos el título de la segunda, La playa de los ahogados–, o el Monteferro y las islas Estelas que circunscriben a Panxón, o el mar, ese mar que se ha tragado y devuelto al marinero muerto y que se tragó también el barco donde trabajó diez años antes y que es el origen de la intriga, y la superstición de los marineros ante un mar que les da todo pero que también se lo quita, a veces, sólo a veces, porque en este caso no es el mar el enemigo, sino el marco perfecto para La playa de los ahogados.





Posible portada

2014. Cruces de pedra (Cruces de piedra). [Prevista para el año pasado para el anterior o para este año u otro año de los venideros]


2010. “El último verano de Paula Ris”. [Relato]

lunes, 9 de junio de 2014

Los cuerpos extraños, de Lorenzo SILVA




Séptima novela de la serie, esta de Los cuerpos extraños, de los guardias civiles Bevilacqua y Chamorro, de Lorenzo Silva, que vuelve a su editorial de siempre, Destino, después de su aventura exitosa por el Planeta de la novela anterior. Serie, la de Bevilacqua y Chamorro, totalmente asentada, de la que, claro, no sabemos los títulos que faltan, pero que intuimos que unos cuantos, y lo intuimos por dos razones: una por el asentamiento en su realidad del que gozan los dos protagonistas, como veremos en el propio desarrollo de esta novela, y, dos, porque la propia serie, a medida que han ido avanzando las novelas, se nota asentada también, y se nota porque su pretensión realista a su vez se ha ido afirmando y ahondando, y si en un comentario anterior –ver lectura y recorrido de la serie– hablábamos del carácter minucioso que tenía, eso tiene que ver con su afianzamiento realista con una clara intención de espejo de la sociedad en la que se circunscribe. En lo que sigue intentaremos desarrollar estas dos afirmaciones.

Los cuerpos extraños empieza con una llamada telefónica del jefe directo de Bevilacqua, el comandante Rebollo, anunciándole su próximo caso, en un domingo cuando Rubén, con su hijo Andrés, ya terminando la carrera, están de visita en casa de la madre de Bevilacqua en Salamanca. También, poco después, se nos muestra –y eso es lo raro– y nos enteramos de la relación que mantiene Rubén con una mujer, ni anunciada ni sugerida en novelas anteriores, pero aquí perfectamente ensamblada, y la mujer para más señas es una juez, Carolina Perea, que ya apareció en uno de sus casos, el de La reina sin espejo, donde por primera vez aparece algo así como la vida personal del brigada Bevilacqua. Es decir, todo esto viene a cuento para mostrar cómo el desarrollo individual de los protagonistas toma mucho más cuerpo en estas últimas novelas, no ocupan ni mucho menos el primer plano, no van de ellos las tramas, pero sí nos muestran cada vez más sus taras, sus fallas, de qué pie cojean, hasta dónde llegan o no llegan, cómo se representan a sí mismos en la vida. Y otro tanto ocurre con Chamorro, esto al final de la novela, aunque ya iba anunciado desde su primera aparición en esta obra, y aquí hay un enlace con la novela anterior, La marca del meridiano, porque mientras allí, en una escena final, es Bevilacqua el que en un paseo por una playa barcelonesa le cuenta a Chamorro cómo de rellena lleva su joroba de camello, usando una metáfora de Nietzsche, y que va arrastrando debido a unos amores espurios, aunque más que falsos o engañosos en sí, lo que provocaron fue la mentira y el engaño; ahora, es Chamorro la que se desnuda sentimentalmente, porque también en esta novela que nos ocupa se nos han referido, en este caso nada más que referido, sus últimos frustrados amores con un periodista y ahora, al final, en un viaje relámpago a Nápoles llevados por el caso será Virginia la que muestre a Rubén las razones de ese nuevo fracaso.



El caso, importante y mediático, del que habla la llamada de su comandante Rebollo y que confirma la llamada posterior de su anterior jefe, el coronel Pereira, es el del asesinato de la alcaldesa de un pueblo costero de Valencia, Karen Ortí Hansen, encontrada en una playa, semidesnuda y estrangulada.

Y ya sólo la mención de una muerte así, la de un político, y el escenario, la comunidad española con mayor número de escándalos de corrupción por metro cuadrado, nos sitúa en el meollo del meollo. Y si a eso añadimos una precisión temporal de la que hasta hace poco –más bien diría que sólo en las dos últimas– carecían las novelas de la serie, en este caso el desarrollo de la trama se produce a lo largo del 2013, empieza en febrero y termina poco antes del fin de ese mismo año, como se menciona indirectamente al final de la misma. Con ello, decimos, ese afianzamiento en la realidad, ese pretendido espejo de la misma, se muestra aún más palpable.

Zona de la costa valenciana donde se sitúa la novela

Cuidado, que con ello, no pretendemos decir que el autor –como él siempre recalca al inicio de sus novelas en su advertencia usual– pretenda describir algo que haya sucedido realmente, no. El carácter ficticio o de ficción de las novelas de la serie no está ni mucho menos en entredicho por lo que nosotros estamos comentado, lo que sí afirmamos es esa evolución hacia un mayor asentamiento en la realidad y cada vez más en una realidad todavía más cercana, sólo hay que fijarse en cómo los guardias civiles se comunican por Whatsapp constantemente, como muestra un botón.

La ciudad de las Artes y las Ciencias, Valencia
(un cuerpo extraño)
Los cuerpos extraños termina, como no podía ser menos, explicando el porqué de su título, algo siempre habitual en Silva, en este caso los cuerpos extraños son aquellos que aparecen dentro de un organismo siendo totalmente ajenos a él, es decir, como elementos que no deberían estar ahí, pero están, y hay dos formas de tratarlos, una es intentar extirparlos, que debería ser la opción más eficaz y también la ideal, pero unas veces, ya extirpados, vuelven a reproducirse y otras es imposible hacerlo. Y eso es más o menos lo que ocurre cuando es el poder el elemento dominante, porque el poder te da una serie de “poderes” que hacen, para el que lo ostenta, crearse una coraza casi totalmente irrompible. Otra opción, quizá, sería intentar adormecerlos, es decir, ya que no podemos expulsarlos, intentar por lo menos que nos afecten lo mínimo, pero ¿es eso posible? Cuando hablamos de poder, de elementos de poder –y no queremos acudir a Foucault–, esa opción, creo, está totalmente descartada, cuando se tiene –el poder–, se tiene y se utiliza, y sólo algo o alguien más poderoso tendrá ciertas, no sé si escasas o no, posibilidades de contrapoder, pero siempre en el ámbito del poder.

Y todo esto viene a cuento para comentar el cierre de la misma novela, puede que en la lucha, como a Bevilacqua, nos asciendan a subteniente, pero sólo por la lucha en realidad porque al final al final ganar ganar no se gana, pero al menos, como él pretende y también pretende su compañera Chamorro, a pesar de sus pesares personales o, incluso, por eso mismo, nos mantenemos y nos mantendremos en la lucha, viene a decir. Y en eso estamos, esperando el próximo. 







2004. Nadie vale más que otro. [Cuatro relatos]
2013. "Antes de los dieciséis". [Relato online] 

jueves, 15 de mayo de 2014

Órdenes sagradas / Holy Orders, de Benjamin BLACK




Años cincuenta. Siglo XX. Dublín. Lluvia todos o casi todos los días del año. Lluvia a lo largo de todo o casi todo el día. El río Liffey y el río Dodder, y el Grand Canal. Y la lluvia. Y un cadáver en el canal. Un cadáver directo para la autopsia. Y esperando otra autopsia, otro cadáver, el de un pequeño hombre. Pelirrojo.

Holy Orders, que traducida sería algo así como “Órdenes Sagradas”, es la sexta y última, hasta el momento, novela de la serie del patólogo Quirke –todavía sin traducción al español, a pesar de que se publicó en el 2013 (rectificamos, ya hay edición en español, enero de 2015)–, del escritor irlandés John Banville, bajo el pseudónimo de Benjamin Black. Pero mientras Vengeance (Venganza) se salía en cierto modo del guión habitual de esta serie, es decir, la trama se alejaba de los personajes habituales, aunque luego se inmiscuyesen en la misma, ya que iba de la relación de dos familias, los Delahaye y los Clancy, unidas por los negocios y también por sus, un tanto conflictivas, relaciones personales, donde se mezclaban los celos y ciertos desequilibrios; aquí vuelven a ocupar un lugar destacado –ver lectura y recorrido de la serie–.

El muerto, Jimmy Minor, es un amigo de Phoebe. Minor es pequeño, como su apellido indica, y es pelirrojo, y es periodista en el Clarion. Jimmy Minor ya había aparecido en alguna novela precedente, sobre todo en la tercera, Elegy for April (En busca de April), donde era uno de los miembros del llamado cogollito, o grupo de amigos, que en cierto modo se desintegró a raíz de la desaparición de la misma April, cuyo motivo es la trama de esa novela. Y volvió a aparecer, de una forma menor, también en la cuarta, A Death in Summer (Muerte en verano). Y como en aquellas, en esta, su papel no deja de ser minúsculo, pero esta vez sin él no habría trama. Ahora es el muerto. Y es un muerto que, cómo no, vuelve a involucrar en las pesquisas tanto a Quirke como a su hija Phoebe, aunque ella de una forma diferente, como veremos.



Pues Quirke identifica el cadáver cuando va a practicarle la autopsia y es el encargado de ponerlo en conocimiento tanto del Detective inspector Hackett, como de su hija Phoebe. Pero mientras el padre toma parte activa en las investigaciones, a la hija, Phoebe, le pasan cosas. Phoebe, como ya describimos en su día en la anterior lectura es un ser apocado, a la que el descubrimiento de su verdadero padre ha afectado hasta el extremo de cambiar su carácter y se ha convertido en una mujer pasiva, sin aspiraciones, e incluso tendente a abalanzarse hacia los problemas, como ya ocurrió en The Silver Swan (El otro nombre de Laura), y como también ocurre en esta novela cuando aparece en escena, Sally Minor, la hermana gemela de Jimmy. Phoebe se podría definir como una mujer sin identidad.    

Phoebe, hija de Quirke, ahora vive en
Herbert Place, Dublin

Holy Orders está dividida en dos partes. En la primera parte, como más o menos ya hemos comentado, se producen el descubrimiento de la muerte de Jimmy Minor y las primeras averiguaciones sobre lo que estaba haciendo a la hora de morir: estaba investigando algo en relación con los tinkers. (Aclaremos esto un poco: los tinkers eran una especie de vendedores ambulantes irlandeses, de vida itinerante, como los gitanos, que se desplazaban en carromatos y que incluso tenían su propia jerga, como la novela muestra perfectamente y aclara el autor en una nota al final del texto.)

Y una segunda parte donde las pesquisas se dirigen, una vez más, hacia la asfixiante vida religiosa dublinesa, a ciertos miembros de esa cohorte, y su omnipotente y oscuro poder, valga la redundancia. Porque, como decimos, no es la primera vez que aparecen en escena dominando los flujos de poder que mueven o movían a la sociedad irlandesa de ese periodo, como ya se vio en la primera novela de la serie, Christine Falls (El secreto de Christine), y volvió a aparecer en la cuarta, A Death in Summer (Muerte en verano), con aquellos Caballeros de Sant Patrick.

Porque hay dos elementos indisolubles de la serie y que en esta novela aparecen en primer plano tanto o más que en las previas. Uno tiene que ver con esa sociedad dominada por el clero, por el catolicismo irlandés, ese reducto británico, inoculado como un cáncer dentro de su anglicismo, tan dominante, que se ve capaz de saltarse cualquier norma, tanto legal como moral, solo porque se siente totalmente invulnerable dentro de su territorio.

Gabriel Byrne como Quirke
en la serie de la BBC
Y el otro factor es Quirke. Quirke copa la pantalla –valga el símil porque acaban de estrenar la serie basada en estas novelas policiacas de Benjamin Black–, porque se muestra como lo que es, como un gran antiheroe, y decimos antihéroe porque está sustentado en fallas más que en cualidades, como todos nosotros, o por mejor decir, sus cualidades en realidad son fallas. Es un alcohólico sin solución, a pesar de algún intento perdido por redimirse. Es un padre que, durante los primeros veinte años de la vida de su hija, no permitió que ésta supiera que lo era, y ahora es incapaz de dar un paso de acercamiento. Y es incapaz porque es un ser dominado por su propia miseria. La miseria de ser un niño de orfanato, precisamente en un hospicio religioso, Carricklea, como no podía ser menos, y luego un niño adoptado, aunque su nueva familia no fuese en realidad lo que debería haber sido, como se muestra en El secreto de Christine. Y es un amante incapaz de amar, a pesar de su atractivo –como aquí se muestra con la mujer del tinker Packie the Pike, Molly– y por más que Isabel Galloway siga con él.

Porque Quirke, como la sociedad en la que se mueve y vive, tiene algo dentro que no es bueno, que lo corroe, que lo está destruyendo y no le permite atisbar la luz entre esa cortina de lluvia constante que es Dublín, o entre las volutas de humo que forman su aura o entre los hedores y los vapores destilados del whiskey o de cualquier otro tipo de alcohol que constantemente bebe. Y no estamos hablando de las alucinaciones que de vez en cuando tiene y que por primera vez aparecen en esta novela. Porque, aunque el misterio de la muerte de Jimmy Minor queda resuelto aquí, el misterio de estas alucinaciones o el misterio del horror dentro de Quirke es algo que nos queda por descubrir en la siguiente o siguientes.      




2006. Christine Falls (El secreto de Christine).
2007. The Silver Swan (El otro nombre de Laura).
2010. Elegy for April (En busca de April).
2011. A Death in Summer (Muerte en verano).
2012. Vengeance (Venganza). Lectura
2013. Holy Orders. (Órdenes sagradas). Lectura